El "trabajo científico" del doctor Vallejo-Nájera
y la búsqueda del “gen rojo"
Gertrudis
Ortega Carmona, de 61 años de edad, casada y vecina de La Algaba,
fue una de las presas sexagenarias de la Prisión Provincial de Sevilla que trasladaron a la
Prisión de Mujeres de Málaga el 4 de marzo de 1939 para que el
doctor Vallejo-Nájera hiciera sus investigaciones. Había sido
detenida, junto a su hija Ana Torres Ortega, en febrero de 1938,
denunciadas por manifestaciones verbales exaltadas contra el “nuevo
Régimen” y sus representantes y a favor de la República. Antes,
en 1936, había sufrido el asesinato de su hijo Diego el 27
de noviembre de 1936 en Sevilla por aplicación del bando de guerra,
la huida de su hijo Manuel (de la CNT) a la zona republicana1
y el que a ella la pelaran y pasearan por el pueblo, tal como
hicieron con muchas mujeres de La Algaba y de otros pueblos.
En
el Consejo de Guerra celebrado el 31 marzo de 1938 fue condenada a 2
años y 4 meses, mientras que su hija Ana era absuelta. El 25 de
febrero de 1939 el Jefe del Servicio Nacional de Prisiones dio la
orden de conducir a las presas sexagenarias de la Prisión de Sevilla
a la Prisión de Mujeres de Málaga. Allí fue trasladada el 4 de
marzo de 1939. Se ha de tener en cuenta que en el informe de
antecedentes, enviado por el cabo de la Guardia Civil, Cristobal
Pérez Sánchez, el 15 de febrero de 1938, cuando estaban instruyendo
su causa, se le consideraba “autora de la desgracia de sus
familiares por las doctrinas marxistas que les infiltraba”.2
Gertrudis
era, pues, una candidata ideal para las “investigaciones” que el
psiquiatra Antonio Vallejo-Nájera (1889-1960), jefe de los
Servicios Psiquiátricos Militares, estaba realizando en Málaga.
Estaba empeñado en demostrar “científicamente” la inferioridad
de las personas de ideología izquierdista, al más puro estilo nazi,
buscando el “gen rojo”. Había conseguido la autorización de
Franco el 23 de agosto de 1938 para investigar las “raíces
biopsíquicas del marxismo”. Sus estudios se centraron en 297
brigadistas internacionales encarcelados en Burgos y en 50
presas políticas recluidas en Málaga. Afirmaba, según Pons Prades
(2005), que las mujeres republicanas tenían muchos puntos de
contacto con los niños y los animales y que cuando se rompen
los frenos sociales son crueles por faltarle inhibiciones
inteligentes y lógicas, además de tener sentimientos patológicos.3
Publicó los resultados de sus investigaciones en Biopsiquismo
del fanatismo marxista,
“demostrando” la inferioridad mental de los partidarios de la
igualdad, social y política, la brutalidad de su fanatismo e
incluso su fealdad. Es decir, el hombre de izquierdas era, para este
“insigne científico” del franquismo, un infrahombre malvado, al
igual que sus mujeres, por lo que no debían tener hijos, y si los
tenían, debían ser separados de ellos, por su incapacidad para
criarlos sanos moralmente y así evitar las malas influencias.
Todo estaba permitido, por tanto. Franco tenía ya una “justificación
científica” de los miles de asesinatos cometidos y de todo el
sufrimiento causado al pueblo español: los rojos
y las rojas se lo
merecían. Vallejo-Nájera había elevado a categoría científica el
racismo, político en este caso, de la dictadura franquista.4
Antigua Cárcel de Mujeres de Málaga |
(páginas 125 y 126, DE LA CLANDESTINIDAD A LA LIBERTAD CONQUISTADA...)
1.
Tras la guerra fue condenado a reclusión perpetua (30 años),
aunque salió en libertad condicional en marzo de 1942.
2.
AHPSE, signatura 21602, Prisiones; y ATMTS-SE Causa 458/1938,
Legajo 24-461.
3.
PONS PRADES, Eduard, Los niños republicanos, RBA,
Barcelona, 2005.
4.
Vallejo-Nájera escribió también el libro titulado Eugenesia
de la Hispanidad y Regeneración de la Raza (1937). Su objetivo
era “multiplicar los selectos y dejar que perezcan los débiles”
(V.: LLUM QUIÑONERO, Un marxista es un débil mental, en CRONICA
El Mundo, nº 111, 20 enero 2002 (disponible en
http://www.elmundo.es/cronica/)
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