viernes, 6 de febrero de 2015

LA BÚSQUEDA DEL "GEN ROJO": EL CASO DE GERTRUDIS ORTEGA


El "trabajo científico" del doctor Vallejo-Nájera y la búsqueda del “gen rojo"
Gertrudis Ortega Carmona, de 61 años de edad, casada y vecina de La Algaba, fue una de las presas sexagenarias de la Prisión Provincial de Sevilla que trasladaron a la Prisión de Mujeres de Málaga el 4 de marzo de 1939 para que el doctor Vallejo-Nájera hiciera sus investigaciones. Ha­bía sido detenida, junto a su hija Ana Torres Ortega, en febrero de 1938, denunciadas por manifestaciones verbales exaltadas contra el “nuevo Régimen” y sus representantes y a favor de la República. Antes, en 1936, había sufrido el asesinato de su hijo Diego el 27 de noviembre de 1936 en Sevilla por aplicación del bando de guerra, la huida de su hijo Manuel (de la CNT) a la zona republicana1 y el que a ella la pelaran y pasearan por el pueblo, tal como hicieron con muchas mujeres de La Algaba y de otros pueblos.
En el Consejo de Guerra celebrado el 31 marzo de 1938 fue condenada a 2 años y 4 me­ses, mientras que su hija Ana era absuelta. El 25 de febrero de 1939 el Jefe del Servicio Nacional de Prisiones dio la orden de conducir a las presas sexagenarias de la Prisión de Sevilla a la Prisión de Mujeres de Málaga. Allí fue trasladada el 4 de marzo de 1939. Se ha de tener en cuenta que en el informe de antecedentes, enviado por el cabo de la Guar­dia Civil, Cristobal Pérez Sánchez, el 15 de febrero de 1938, cuando estaban instruyendo su causa, se le consideraba “autora de la desgracia de sus familiares por las doctrinas marxistas que les infiltraba”.2
Antigua Cárcel de Mujeres de Málaga
 Gertrudis era, pues, una candidata ideal para las “investigaciones” que el psiquiatra An­tonio Vallejo-Nájera (1889-1960), jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares, estaba rea­lizando en Málaga. Estaba empeñado en demostrar “científicamente” la inferioridad de las personas de ideología izquierdista, al más puro estilo nazi, buscando el “gen rojo”. Había conseguido la autorización de Franco el 23 de agosto de 1938 para investigar lasraíces biopsíquicas del marxismo”. Sus estudios se centraron en 297 brigadistas interna­cionales encarcelados en Burgos y en 50 presas políticas recluidas en Málaga. Afirmaba, según Pons Prades (2005), que las mujeres republicanas tenían muchos puntos de contac­to con los niños y los animales y que cuando se rompen los frenos sociales son crueles por faltarle inhibiciones inteligentes y lógicas, además de tener sentimientos patológi­cos.3 Publicó los resultados de sus investigaciones en Biopsiquismo del fanatismo mar­xista, “demostrando” la inferioridad mental de los partidarios de la igualdad, social y po­lítica, la brutalidad de su fanatismo e incluso su fealdad. Es decir, el hombre de izquierdas era, para este “insigne científico” del franquismo, un infrahombre malvado, al igual que sus mujeres, por lo que no debían tener hijos, y si los tenían, debían ser separados de ellos, por su incapacidad para criarlos sanos moralmente y así evitar las malas influen­cias. Todo estaba permitido, por tanto. Franco tenía ya una “justificación científica” de los miles de asesinatos cometidos y de todo el sufrimiento causado al pueblo español: los ro­jos y las rojas se lo merecían. Vallejo-Nájera había elevado a categoría científica el racis­mo, político en este caso, de la dictadura franquista.4
 (páginas 125 y 126, DE LA CLANDESTINIDAD A LA LIBERTAD                                    CONQUISTADA...)                                             
1. Tras la guerra fue condenado a reclusión perpetua (30 años), aunque salió en libertad condicional en marzo de 1942.
2. AHPSE, signatura 21602, Prisiones; y ATMTS-SE Causa 458/1938, Legajo 24-461.
3. PONS PRADES, Eduard, Los niños republicanos, RBA, Barcelona, 2005.
4. Vallejo-Nájera escribió también el libro titulado Eugenesia de la Hispanidad y Regeneración de la Raza (1937). Su objetivo era “multiplicar los selectos y dejar que perezcan los débiles” (V.: LLUM QUIÑONERO, Un marxista es un débil mental, en CRONICA  El Mundo, nº 111, 20 enero 2002 (disponible en http://www.elmundo.es/cronica/)

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