jueves, 19 de noviembre de 2015

POR QUÉ A MI PADRE LE GUSTABA TANTO LA MARSELLESA


Desde que yo era un niño, mi padre me infundió el gusto por la Marsellesa. Muchas veces le oí entonar su primer y segundo verso, más o menos, pues cantar casi nunca lo escuché.
No hizo falta más. Yo, aunque era muy joven, y lo había oído desde que era un niño, intuía que era importante y bello, y que se hablaba de libertad al oír la palabra tiranía, bastante parecida a dictadura, a la falta de libertad que "gozábamos" en España por la "gracia" de Franco y sus secuaces.
Bastantes años después, investigando la represión franquista en Cantillana, descubrí por qué le gustaba: los obreros españoles en sus manifestaciones públicas en los días esperanzadores de la II República cantaban dos himnos: el Himno de Riego y la Marsellesa.
Fue un gran descubrimiento, no sólo para comprender mejor los sentimientos y aspiraciones de la clase obrera española, sino para ahondar en un mejor conocimiento de mi padre, ya fallecido algunos años atrás.
Actualmente, la Marsellesa se sigue cantando y une a Europa y al mundo por razohes muy distintas, pero con el mismo sentido: la libertad y la lucha contra la tirania.

Así lo recojo en mi libro Cantillana II Republica. La Esperanza Rota:
(Léanla con detenimiento. Es de 1931, pero nos da fuerza)
 
CANTILLANEROS Y VILLAVERDEROS CELEBRAN JUNTOS EL 1º DE MAYO DE 1931

Cantaron juntos la Marsellesa y el himno de la República
 
La gran fiesta, después de la proclamación de la Segunda Reṕública, se celebró el 1º de Mayo, quince días después, uniendo a la alegría por el nuevo sistema político las reivindicaciones obreras. Fue también el Día del Abrazo Fraternal entre cantillaneros y villaverderos. La noticia, aparecida en página 3 de El Liberal de Sevilla el 6 de mayo de 1931, dice así:


Para conmemorar la fiesta del Trabajo, declarada oficial por el Gobierno de la República, las Directivas que integran la Agrupación Socialista y Sociedades de obreros agricultores, tuvieron la iniciativa de organizar una manifestación pública que pusiera de manifiesto, no sólo su entusiasmo por el actual régimen, sino la sensatez y cordura de un pueblo culto. A la hora señalada partió la imponente manifestación, compuesta de más de cuatro mil personas, presididas por la bandera de la Agrupación Socialista, recorriendo las calles más céntricas.
Al llegar a la Plaza, la manifestación hizo alto, dirigiéndole la palabra el presidente de la Agrupación, José Pueyo, y el compañero Manuel Barrera.
A requerimientos de los compañeros que integran la Agrupación Socialista en Villaverde del Río, siguió la manifestación hasta un kilómetro de las afueras de la localidad, a donde llegó la manifestación obrera del citado pueblo; desbordándose el entusiasmo.
Después de los abrazos de fraternidad, fueron cantadas la Marsellesa e himno de Riego, improvisándose una tribuna ante la que hablaron los camaradas José Pueyo, Baldomero (González) Parrilla, Antonio González, Manuel (González) Parrilla, Antonio Campos, José Campos, Gabriel Luque, Santiago Marroco, Jesús Espinosa y Manuel Barrera .
Este acto fue la nota más brillante de la fiesta. Todos los oradores hicieron resaltar el espíritu propio del obrero manumitido.”



Villaverderos: Baldomero y Manuel González Parrilla, Antonio González, Antonio y José Campos Caballero y Gabriel Luque. Baldomero fue Alcalde socialista de Villaverde. 
Baldomero, su hermano Manuel y Antonio Campos Caballero fueron asesinados (aplicación del BG) en 1936, en Alcalá del Río, en cuyo cementerio una lápida recuerda a todos los villaverderos fusilados.

Cantillaneros: José Pueyo Solís (Alcalde), Santiago Marroco Carrerro, Jesús Espinoisa Fernández y Manuel Barrera Macias.  
José Pueyo y Manuel Barrera fueron asesinados en 1936, uno en Seviila y en otro en Brenes; Jesús Espinosa murió en 1938 en la Batalla del Ebro defendiendo la República, y Santiago Marroco se exilió y murió en París años después de la guerra.


jueves, 29 de octubre de 2015

VERDAD, JUSTICIA Y REPARACIÓN. POR LA EXHUMACIÓN DE LAS FOSAS COMUNES EN ANDALUCÍA


Poco han hecho las Administraciones Públicas para la localización y exhumación de todas las fosas o lugares donde haya cuerpos (mal) enterrados de víctimas del franquismo. Queda mucho por hacer. En la comarca de la Vega Media del Guadalquivir, ninguna fosa, a excepción de la del cementerio de La Algaba, que aún está sin terminar, ha sido abierta y sus cadáveres dignamente enterrados, después de su identificación, si es posible. Son más de cerca de 400 personas de esta comarca que esperan justicia y reparación, ellos y sus familiares. Aunque parece que todo puede empezar a cambiar:

La noticia


"En estos últimos meses los trabajos de localización y exhumación de fosas comunes del  franquismo ha sufrido un acelerón importante al que, verdaderamente, no estamos acostumbrados y nunca hemos visto desde que en 2003 se comenzara a actuar en Andalucía: Zalamea la Real en Huelva, Paterna de Rivera en Cádiz y El Madroño en Sevilla son las últimas intervenciones exitosas. También se han presentado y en algún caso subido a internet los informes de La Puebla de Guzmán (Huelva), El Castillo de las Guardas y Camas. La Campana (Sevilla) se añadirá próximamente.

Restos humanos en la fosa común de Puebla de Cazalla (Sevilla)
Se nos ha comentado, asimismo, que los trabajos en el cementerio de Cádiz –eternamente aplazados- comenzarán en este año, al igual que la segunda parte en Puerto Real y, por fin, algo se va hacer con respecto a los trabajos –de todo tipo- efectuados en Castro del Río (Córdoba). También en una segunda fase, se va a intervenir. en Marmolejo (Jaén) y La Algaba (Sevilla). ¿…..?. De igual modo y por iniciativa de familiares y de AREMEHISA en Guadalcazar (Córdoba). Del Ayuntamiento de Alcalá del Valle (Cádiz) a través del equipo técnico de la ARMH.
Sabemos, además, que las cartas con peticiones de exhumación de las fosas comunes a los alcaldes de los “grandes” ayuntamientos de Andalucía siempre han existido, pero en pocas ocasiones, se han dado a conocer (Córdoba, Huelva, Sevilla), aunque en la mayoría de esas ciudades exista algún que otro monolito, más para justificar que para dignificar y recuperar los nombres de las víctima"
Cecilio Gordillo    

La acción



Véase también:

lunes, 5 de octubre de 2015

EXILIADOS CANTILLANEROS QUE PASARON POR LOS CAMPOS DE REFUGIADOS FRANCESES Y NO VOLVIERON A SU PUEBLO



EL EXILIO ESPAÑOL Y LA INSOLIDARIDAD DEL "PAÍS DE LA LIBERTAD"

Terminada la guerra española algunos cantillaneros no volvieron a su pueblo: pasaron la frontera y se exiliaron. Gracias a ello, no pudieron ser procesados, evitándose un rosario de penalidades, cárceles o trabajos forzados como esclavos del régimen triunfante, pero tuvieron de tener que vivir en otros países, lejos de su tierra, pasando sus propias calamidades. 
  Llegaron, en los primeros días de febrero de 1939, formando parte de los 550.000 españoles que entraron en Francia: hombres, mujeres y niños, a pie, en carros o en camiones y coches, tras la caída de Barcelona, el 26 de enero, y de Gerona, el 4 de febrero. Las autoridades galas, haciendo gala de una manifiesta insolidaridad, los metieron en campos de refugiados, auténticos campos de concentración, cercados con estacas y alambre de púas: primero en Le Noulou, y después, en Argelès sur Mer, Barcarès, Vernet, Saint-Cyprien, Agde, Gurs, Rivesaltes, Collioure, donde murió Antonio Machado un 8 de febrero de 1939, Prades, etc..., hasta un total de dieciséis campos. Y todo ello después de ser desarmados, registrar a los dirigentes políticos y separar a la familias. Estaban a salvo de Franco y sus secuaces, pero no eran libres... Pronto se dieron cuenta que no eran bien recibidos. En los campos prevalecía la disciplina militar, con permanente vigilancia. Hasta la distribución de los periódicos de izquierdas fue prohibida, no así la de los periódicos de la derecha.
     Según todos los historiadores, los republicanos españoles padecieron todo tipo de penurias (hambre, sed, falta de abrigo, ausencia de asistencia sanitaria...) en territorio francés, y, además, no comprendían lo que les pasaba, pues el país mitificado, ya que muchas veces habían cantado la Marsellesa junto al himno de la República, los trataba con desprecio. Habían luchado contra el fascismo y por la libertad, pero “el país de la libertadlos trataba como a peligrosos delincuentes. Eran los perdedores y habían perdido toda esperanza. Las autoridades francesas no estaban dispuestas a darles ninguna.
   En junio de 1940, algo más de un año después, 6.000 refugiados habían muerto, otros habían seguido varios caminos: regresaron a España, se fueron a diversos países de América y a la URSS o se enrolaron en las Compañías de Trabajadores Extranjeros siendo destinados a lugares cercanos a la línea Maginot). Pero aún miles de refugiados permanecían en encerrados en los campos (sólo en el de Argelès había mas de 15.000 personas. Además, el gobierno de Vichy y los nazis intensificaron la política de los campos de castigo, las deportaciones a Alemania y las entregas a Franco, aunque éste poco quiso saber de los que se exiliaron. También hubo españoles que se unieron a la Resistencia y al Ejército Francés de Liberación y continuaron luchando contra el fascimo.
EXILIADOS CANTILLANEROS Y SU SUERTE EN EL EXILIO:
Santiago Marroco Carrero, concejal socialista del Ayuntamiento de Cantillana, elegido en 1931, y miembro de la dirección local de UGT, huyó de Cantillana el día en que fue ocupada militarmente por el fascismo y participó en guerra integrado en Carabineros y Brigadas Mixtas del Ejército Popular. Terminada la guerra en España atravesó los Pirineos. y buscó “refugio” en Francia con otro cantillanero, Antonio Valverde. Tendría 37 años de edad. Dejó en Cantillana mujer e hija con dos años. Intentó establecerse en Argentina, pero volvió a Francia. Posteriormente su mujer, Ana García Monge, se reunió con él en Paris. Santiago murió en la capital francesa hace cincuenta años. Su hija Pastora no llegó a conocerlo, aunque emigró a Alemania con su marido.
Ocupación militar-fascista de Cantillana
    Su hermano Antonio, enrolado en el Batallón Canarias, murió defendiendo la capital de España, en la Casa Campo, en noviembre de 1936, y su hermano José, finalizada la guerra. fue condenado en Alcalá de Henares, en 1939, a cadena perpetua (30 de cárcel), según sentencia encontrada en el Juzgado de Cantillana.
Manuel Capdevila Fontán, natural de Cazalla de la Sierra, huyo de Cantillana, de donde era vecino y estuvo los tres años de la guerra defendiendo la República. Fue ascendido a teniente de Infantería desde 1938. Su novia, Pilar Molero Núñez, estuvo durante ese tiempo sin saber nada de él. Todos lo daban por muerto, pero recibió una carta suya a través de la Cruz Roja de Inglaterra. Ya se había exiliado a Francia, donde estuvo en dos campos de concentración: el de Argelés-Sur-Mer y el de Saint-Cyprien.
Cuando Francia fue invadida trabajó en las minas para los alemanes. Después trabajaría en unas viñas. Al final se quedó a vivir en el país vecino.
   Pilar y él estuvieron escribiéndose durante 11 años y 14 años sin verse. Se casaron por poderes y se fue a Francia en 1950. Trabajaron y vivieron en el campo durante cuatro años; después se fueron a vivir a Argelés-Sur-Mer, entre Perpignan, que quedaba al norte, y Portbou, en la frontera franco-española, al sur, cerca de los Pirineos. Viviendo ya en Argelès comenzó a trabajar en la construcción hacia 1954, aunque enfermó pronto. Pilar trabajó durante esos años en una fábrica de envasado de aceitunas.
   La primera vez que volvieron a España fue en 1976, cuando ya Franco había muerto. En 1980 se vinieron definitivamente, y se establecieron en Dos Hermanas, donde en 1985 murió Manuel, como consecuencia de la larga enfermedad que ya padecía. Fue enterrado en Cantillana, pero llevado al cementerio de Dos Hermanas posteriormente.
Antonio Valverde Romero cuando terminó la guerra ingresó en el campo de concentración de Manzanares, pero al salir de él se marchó a Francia. Se exilió. En Francia estuvo diez años, trabajando en una mina, en una barrería y en el campo, coincidiendo con Santiago Marroco. Se casó por poderes con su novia, Jacinta Olea González, natural de Villanueva de las Minas, marcahndose después a Francia. Cuando él se fue a la zona roja, Jacinta fue molestada y vigilada constantemente, incluso la pelaron.
   Después de estar juntos en Francia durante cinco años, decidieron irse a Argentina, siendo acompañados por Santiago Marroco. Hicieron el viaje en las bodegas de un barco, tardando un mes en llegar, pues no tenían dinero para otra cosa. En Argentina les esperaba un amigo. Este se los llevó a su casa hasta que pudieron establecerse por cuenta propia en Buenos Aires. Santiago volvió a Francia. Antonio trabajó en una fábrica de lanas en la capital argentina y después en los Laboratorios Bagó como vigilante. Jacinta entró en la misma empresa de portera. Allí estuvieron 27 años. En 1980 decidieron venirse, volver a España, pues ya había muerto el dictador. Vivieron definitivamente en Cantillana. Murió en 1995 con 85 años de edad. Jacinta murió con 88 años.
  En los primeros años de su exilio, su hermano, José Valverde Romero, cumplía la condena de quince años en Valencia y en Puerto de Santa María; su tío Manuel Valverde Macías murió de las palizas que le dieron en la cárcel, y su sobrino José Valverde Virola era condenado a cinco años de prisión. Habían sido acusados de colaboración en el secuestro de un hijo de Luis Taviel de Andrade, en 1941, llevado a cabo por los maquis, los guerrilleros antifascistas, que operaban en Sierra Morena.
Ramón Rodríguez Caro, nacido en Cantillana el 5 de octubre de 1912, hijo de Ramón Rodríguez Solís, jornalero, y Rosario Caro Mena, que vivían en la calle Cantarrana, número 22, huyó de Cantillana al ser ocupada militarmente por la Columna de Gutiérrez Pérez. Ramón Rodríguez Caro fue movilizado por el ejército sublevado en el mes de agosto de 1936, pero se pasó a la zona republicana. Fue cabo de la 182 Brigada Mixta del Ejército Popular de la República española. El 22 de febrero de 1939 fue seleccionado para ir la Escuela Popular de Mando y Enseñanza Militar, obteniendo la máxima puntuación.
  Prisionero del ejército nazi, lo llevaron al campo de concentración de Mauthausen el día 27 de enero de 1941, procedente del Stalag XI-B en Fallingbostel (Alemania), cerca de la frontera con Holanda. Había pasado a Francia, igual que los otros, al terminar la guerra española, pues habían luchado en las filas del Ejército de España, el Ejército Popular de la República. De Mauthausen fue conducido al campo de exterminio de Gusen, el cual formaba parte del conjunto de campos de Mauthausen, el 17 de febrero de 1941, junto a otros 300 españoles, que hicieron el camino a pie, escoltados por las SS. Tardaron unas tres horas, de las 9 de la mañana hasta mediodía. Su muerte ocurrió el 5 de septiembre de 1941, cuando tenía 28 años de edad, a los 6 meses 19 días de llegar.

Y LLEGÓ HASTA EL PERÚ

Manuel Palomo Fernández huyó de Cantillana cuando tenía 17 años, luchó defendiendo la República y se exilió al terminar la guerra. Es muy posible que perteneciera a la CNT o las Juventudes Libertarias. No se puede reconstruir todo su recorrido, pero --gracias al testimonio de uno de sus nietos-- podemos ya asegurar que primero estuvo en Nápoles donde se casó con  Anna Orefice y que tuvieron ocho hijos. Posteriormente emigró a Perú. Allí se casó en segundas nupcias con Zolla Costanza Vázquez Gutiérrez el 25 de noviembre de 1979. Volvió después de la muerte de Franco a visitar a su familia, pero se fue de nuevo. En Perú siguen viviendo muchos de sus nietos nietos.
Murió en Lima el 8 de septiembre de 1983, a los 64 años de edad, estando inscrito en el tomo 4, página 161, del Registro Civil del Consulado de España, tal como consta, en anotación al margen, en su acta de nacimiento. En dicho margen también consta su matrimonio.

(De mi libro CANTILLANA II REPÚBLICA. LA ESPERANZA ROTA Ed. Muñoz Moya, 2006, pp 196-202)