
Tomó posición de la plaza de notario en Cantillana
en 1910. Tuvo su despacho de notaría en la actual calle Severo
Ochoa, esquina con la calle de la , y su casa en la calle
Real. Viajaba constantemente a Sevilla. Su época en Cantillana es
fructífera en el desarrollo de su pensamiento político, pues en
1915 publicará “El Ideal Andaluz”, y en 1918 verá la luz el
himno de Andalucía, que tiene su raíz en el canto oído por él a
los trabajadores del campo cantillaneros y de otros pueblos mientras
segaban. Era el “Santo Dios”.
El
mismo Blas Infante nos lo dice en “El Ideal Andaluz”:
“Este
magnífico himno se canta
en algunos pueblos
andaluces por los segadores
a la salida y
la puesta del sol.
Lo emplean en Cantillana
los segadores, en cuyo
campo hube de anotarlo
yo. En crepúsculos
inolvidables, yo oía
cantar el ‘Santo Dios’
en el tono prescrito
de do mayor, modulando
al tono de la
dominante, es decir Sol
mayor, tono campestre entre
los griegos”.
Y
de esta forma reflejaba la realidad de los jornaleros, cuando escribe:
“Yo
tengo
clavada
en
la
conciencia,
desde
mi
infancia,
la
visión
sombría
del
jornalero.
Yo
le
he
visto
pasear
su
hambre
por
las
calles
del
pueblo,
confundiendo
su
agonía
con
la
agonía
triste
de
las
tardes
invernales;
he
presenciado
cómo
son
repartidos
entre
los
vecinos
acomodados,
para
que
éstos
les
otorguen
una
limosna
de
trabajo,
tan
sólo
por
fueros
de
caridad;
los
he
contemplado
en
los
cortijos,
desarrollando
una
vida
que
se
confunde
con
la
de
las
bestias;
les
he
visto
dormir
hacinados
en
sus
sucias
gañanías;
comer
el
negro
pan
de
los
esclavos,
esponjando
en
el
gazpacho
mal
oliente,
y
servido,
como
a
manadas
de
ciervos
en
el
dornillo
común;
trabajar
de
sol
a
sol,
empapados
por
la
lluvia
en
el
invierno,
caldeados
en
la
siega
por
los
ardores
de
la
canícula;
y
he
sentido
indignación
al
ver
que
sus
mujeres
se
deforman
consumidas
por
la
miseria
en
las
rudas
faenas
del
campo;
al
contemplar
cómo
sus
hijos
perecen
faltos
de
higiene
y
de
pan;
cómo
sus
inteligencias
se
pierden
atrofiadas
por
la
virtud
de
una
bárbara
pedagogía,
que
tiene
un
templo
digno
en
escuelas
como
cuadras;
o
permaneciendo
totalmente
incultas,
requerida
toda
la
actividad,
desde
la
más
tierna
niñez,
por
el
cuidado
de
la
propia
subsistencia,
al
conocer
todas,
absolutamente
todas,
las
estrecheces
y
miserias
de
sus
hogares
desolados." Con esas palabras describía la realidad andaluza: la realidad de los trabajadores del campo de esta comarca y de Cantillana, en concreto.
Otras
actividades, durante su estancia en Cantillana, fueron: su
participación, en 1913, en el Ateneo de Sevilla; intervención
activa en el Congreso Internacional Georgista en Ronda (Málaga); la
fundación los Centros Andaluces en 1916, y en 1918, la celebración
de la Asamblea Andalucista de Ronda, que asume las líneas maestras
de la Constitución Federal de Antequera y se adoptan acuerdos sobre
el himno, la bandera y el escudo de Andalucía.
Sólo en Burguillos logró que se creara un Centro Andaluz, que fue legalizado en 1918, aunque en 1923 todos fueron cerrados por el dictador Primo de Rivera.
Sólo en Burguillos logró que se creara un Centro Andaluz, que fue legalizado en 1918, aunque en 1923 todos fueron cerrados por el dictador Primo de Rivera.
En
febrero de 1919 se casa con Angustias García Parias y se traslada a
Sevilla, aunque seguirá vinculado a Cantillan, manteniendo la casa donde tenía
la notaría.
No
tuvo suerte en política ni en Cantillana, ni en toda la comarca. El caciquismo estaba aún vigente, aunque con síntomas de crisis. En
las elecciones de 1919, Blas Infante no obtiene ni un solo voto en
Cantillana, y algo parecido le ocurrirá en 1931, con la libertad recién conquistada, lo cual me lleva a
pensar que su contacto con los habitantes del pueblo fue el mínimo
imprescindible de sus tareas notariales. Su actividad estuvo fuera
del municipio, y aunque gran observador de la realidad y de la vida
de los obreros del campo, se mantuvo distante, sin llegar a
involucrarse en la vida del pueblo.
En Burguillos, su
candidatura obtuvo 95 votos en las elecciones de 1919 y en Alcalá
del Río 27, quizás por cercanía, pues en otros pueblos de la
comarca apenas consiguió algunos votos aislados.
Esto
no significa que no fuese querido por el pueblo de Cantillana. De
hecho, durante la II República, el Ayuntamiento, de mayoría socialista, mantuvo
con él una amplia y estrecha relación profesional:
lo
nombró abogado
del
Ayuntamiento
en
el
pleito
con
la
Empresa
de
Aguas
de
Cantillana y otros
pleitos. Participó en el envío
de
documentos y en
reuniones con
el Alcalde, José Pueyo Solís, y
algunos concejales para resolver
los diversos
contenciosos que le asignaron y
para
otros
asesoramientos
jurídicos.
Más información en mis libros: CANTILLANA II REPÚBLICA. LA ESPERANZA ROTA (2006), pp. 30-33, y DE LA CLANDESTINIDAD A LA LIBERTAD CONQUISTADA (2014), p. 53.