miércoles, 8 de abril de 2015

A LOS MÁS POBRES LES COSTABA MUY CARO COMER: A MANUEL VALLEJO LE COSTÓ LA VIDA



En los años cuarenta, los más pobres, ante tanta escasez, miseria y hambre, que padecían en esta comarca y en todas, tuvieron que robar (si robar se le puede llamar a rebuscar o recoger lo que a otro le sobraba) para proveerse de algunos alimentos básicos. Pusieron en práctica aquello de “robar para comer no es malo” y “quien roba a un ladrón, tiene mil años de perdón”. Pero no era así: recibieron severas palizas en los cuarteles de la Guardia Civil, visitaron las cárceles de los pueblos y tuvieron que pagar, encima, una multa por los pequeños hurtos que se vieron obligados a hacer, tras rápidos juicios en los Juzgados Municipales. Los hurtos más frecuentes, según las sentencias que he podido analizar, eran de bellotas, trigo, patatas, maíz, cebollas, garbanzos, habas, pimientos, cebada, naranjas, leña, aceitunas, hortalizas, higos, melones, alcauciles, granadas, membrillo o alguna que otra gallina. Los arrestos fueron de entre 1 y 6 días y las multas podían ser de 5 o 10 pesetas, aunque algunos casos llegaron a pagar 100 ptas. El mayor número de estos pequeños hurtos se dieron en el año 1945. Fue uno de los peores años. 
Pero quien tuvo peor suerte, fue Manuel Vallejo Chávez, de 32 años, casado, natural de Cazalla de la Sierra, vecino de San José de la Rinconada, que no tuvo que someterse a ningún juicio rápido, ni tuvo que pagar ninguna cantidad: murió por disparo de un guardia civil el 11 de noviembre de 1944. Manuel iba con un grupo de catorce o quince personas (hombres, mujeres y niños) a rebuscar aceitunas (hurtar, según la Guardia Civil) en El Toril, Cortijo de La Jarilla, en el municipio de La Rinconada. Al ver a una pareja de la Guardia Civil, se dieron a la fuga precipitadamente, dividiéndose en dos grupos. El guardia que perseguía al grupo de Manuel les dio el “Alto a la Guardia Civil” y disparó al aire, según su propia versión, alcanzando (no sería tan al aire) a Manuel Vallejo y le produjo una herida en el costado derecho, con gran hemorragia. Aunque lo trasladaron en un volquete a la consulta del médico D. Raimundo de la Fuente Romo, éste sólo pudo certificar su muerte, siendo trasladado al deposito del cementerio. El acta de defunción está firmada por el Juez Municipal, D. Rafael Sánchez Fernández, que había sido Alcalde desde julio de 1936 a julio de 1938. El día 27 de noviembre sobreseyeron la causa abierta al guardia civil que lo mató por “obrar en cumplimiento de su deber”.
La causa de esta situación estaba en la política económica y de relaciones exteriores de la dictadura fascista comandada por Francisco Franco, que insensible a las necesidades de la población española, exportaba, de forma encubierta, alimentos (aceite y arroz, cítricos y otros) hacia Alemania, junto a los minerales para su industria armamentística (hierro, pirita, plomo, mercurio, cinc y wolframio), e Italia, durante la II Guerra Mundial, como pago por la ayuda militar prestada y las deudas contraídas, y hacia Gran Bretaña, que siempre mantuvo una entente cordiale con Franco (1). Les importaba más el bienestar de los otros que el de los españoles. El objetivo era obtener divisas para financiar la adquisición de bienes de equipo y materias primas para la industria, que supusieron, según datos aportados por Carlos Barciela e Inmaculada López (2003: 22), el 60% de las compras realizadas en el exterior, mientras la adquisición de alimentos apenas sobrepasaron el 30%. Las mayores importaciones de alimentos llegaron de Argentina (acuerdos firmados entre 1941 y 1948), pero nunca fueron suficientes para abastecer a la población, y en 1949 quedaron suspendidos por desavenencias personales entre Perón y Franco. Siempre se ha dicho: “Está más perdío que el barco del arroz”. En esos momentos EEUU ya echaba redes para salvar a Franco de las penurias, insuficiencias e insatisfacciones que había creado, en forma de créditos y acuerdos militares...

DE LA CLANDESTINIDAD A LA LIBERTAD CONQUISTADA...pp. 146-147

(1) Gran Bretaña nunca rechazó rotundamente a Franco y a su dictadura, más bien la ayudó: primero con la política de no intervención en la guerra española; después, entre 1939 y 1942, con la política de contención estrátegica para impedir la entrada de España en la II Guerra Mundial, y entre 1942 y 1945 (y siguientes), prefiriendo a Franco antes que un gobierno democrático que pudiese alentar al comunismo y otros fenómenos revolucionarios, dentro de lo que llamaríamos una política realista, pues primaron sus intereses económicos. Las importaciones españolas de productos alimenticios fueron sólo el 6% del total entre 1939 y 1941, y el 6,8% entre 1942 y 1944. En cambio, España exportó a Gran Bretaña en el primer pe­riodo productos alimenticios por valor de 42,38 millones (el 67,% del total), aunque en el segundo periodo sólo alcanzó los 22,3 millones (el 15,8%), pues fueron los minerales y otras materias primas las que superaron el 60% con un valor de 85,8 millones. V.: FERNÁNDEZ-LONGORIA MUÑOZ-SECA, Miguel, La Diplomacia Británica y el primer franquismo: las relaciones internacio-nales Hispano-Británicas durante la II Guerra Mundial, Tesis doctoral, UNED, Facultad de Geogra­fía e Historia, Departamento de Historia Contemporánea, 2008.

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