En el 84 aniversario de la proclamación de la Segunda República, acercarnos a aquellos acontecimientos es reafirmar los valores republicanos, democráticos, que han de presidir la convivencia social y política en cada momento, y honrar la memoria de los que dieron su vida por la libertad y la justicia en España y de todos los democrátas antifranquistas.
En 1930, en plena crisis económica (disminución del PIB en un 6,4%) y política, se van a producir una oleada de huelgas obreras, algunas de ellas en Sevilla, con participación del mundo rural, así como protestas estudiantiles en toda España y acontecimientos de máxima importancia, que aceleraron el proceso que culminará con la proclamación de la República. Esos acontecimientos fueron dos: el Pacto de San Sebastián creado en agosto de 1930, tras el acuerdo entre republicanos españoles, catalanistas y galleguistas para instaurar la República, aceptado por el PSOE y la UGT, apoyado por la CNT (legalizada en abril de ese año) y sin la participación del PCE, y la Sublevación de Jaca (pronunciamiento militar de los capitanes Fermín Galán Rodríguez y Ángel García Hernández) el 12 diciembre del mismo año, tres días antes de lo previsto por el Comité Revolucionario, creado por el Pacto y presidido por Niceto Alcalá-Zamora. Numerosos miembros del Comité fueron encarcelados y algunos se exiliaron, y los dos capitanes, juzgados en Consejo de Guerra, fueron condenados a muerte y ejecutados el 14 de diciembre de 1930. Estas ejecuciones, que causaron una gran conmoción en el pueblo español, haciendo crecer el sentimiento antimonárquico y republicano, y las manifestaciones en toda España a favor del capitán Sediles (compañero de Fermín Galán y García Hernández), condenado a muerte en marzo, pero que tuvo que ser indultado por el Gobierno, provocaron que en las elecciones del 12 de abril, convocadas en febrero, triunfaran las candidaturas republicano-socialistas en 41 de las 50 principales ciudades españolas. El rey se vio obligado a abandonar España.
En 1930, en plena crisis económica (disminución del PIB en un 6,4%) y política, se van a producir una oleada de huelgas obreras, algunas de ellas en Sevilla, con participación del mundo rural, así como protestas estudiantiles en toda España y acontecimientos de máxima importancia, que aceleraron el proceso que culminará con la proclamación de la República. Esos acontecimientos fueron dos: el Pacto de San Sebastián creado en agosto de 1930, tras el acuerdo entre republicanos españoles, catalanistas y galleguistas para instaurar la República, aceptado por el PSOE y la UGT, apoyado por la CNT (legalizada en abril de ese año) y sin la participación del PCE, y la Sublevación de Jaca (pronunciamiento militar de los capitanes Fermín Galán Rodríguez y Ángel García Hernández) el 12 diciembre del mismo año, tres días antes de lo previsto por el Comité Revolucionario, creado por el Pacto y presidido por Niceto Alcalá-Zamora. Numerosos miembros del Comité fueron encarcelados y algunos se exiliaron, y los dos capitanes, juzgados en Consejo de Guerra, fueron condenados a muerte y ejecutados el 14 de diciembre de 1930. Estas ejecuciones, que causaron una gran conmoción en el pueblo español, haciendo crecer el sentimiento antimonárquico y republicano, y las manifestaciones en toda España a favor del capitán Sediles (compañero de Fermín Galán y García Hernández), condenado a muerte en marzo, pero que tuvo que ser indultado por el Gobierno, provocaron que en las elecciones del 12 de abril, convocadas en febrero, triunfaran las candidaturas republicano-socialistas en 41 de las 50 principales ciudades españolas. El rey se vio obligado a abandonar España.
El
14 de abril de 1931, en medio de multitudinarias
manifestaciones en todas las ciudades, se proclamaba la II
República y los miembros del Comité Revolucionario formaban el
Primer Gobierno Provisional. Algunos de ellos habían salido
de las cárceles hacía menos de un mes y otros fueron de la cárcel a
los Ministerios o llegaron en tren desde Francia, tras un
recorrido apoteósico por las estaciones donde pasaba.
En
la Vega Media, el 12 de abril de 1931, los candidatos monárquicos,
representantes de los terratenientes, obtuvieron mayoría en todos
los municipios de la comarca, aunque las candidaturas
republicano-socialistas consiguieron, a pesar de las circunstancias,
algunos puestos de concejales en La Algaba y en Cantillana, cinco
concejales en cada municipio, y en Burguillos, tres. En ellas habían
imperado aún las practicas caciquiles propias del primer tercio del
siglo XX.
A
pesar de ello, la II República fue recibida con júbilo y en
todos los pueblos se aceleraron los cambios: había quedado
abierto un periodo de esperanza en libertad, sin precedentes
en la Historia de España, que permitió la reorganización y
desarrollo de las organizaciones obreras con mayores posibilidades de
éxito. Además, las elecciones del 12 de abril, debido a las
protestas y alegaciones presentadas contra ellas, fueron anuladas por
el Gobierno Provisional de la República en 69 municipios de la
provincia, alcanzando a todos los de esta comarca. Tuvieron que
repetirse el 31 de mayo del mismo año. Entre las dos fechas se
constituyeron Comisiones Gestoras municipales, que prepararon las
elecciones en un clima de democracia y libertad, con la esperanza
de poder dar respuesta a los viejos y a los nuevos problemas en
un contexto de crisis económica:
-caída de la inversión privada (huida de capitales);
-disminución de la producción minera, siderúrgica e industrial, de las exportaciones de cítricos, vinos y aceite, y del comercio exterior (menos de 600 millones de pesetas-oro, cuando en 1928 era de 2.000 millones),
-un aumento del paro, pues la emigración (válvula de escape tradicional) estaba estancada.
-caída de la inversión privada (huida de capitales);
-disminución de la producción minera, siderúrgica e industrial, de las exportaciones de cítricos, vinos y aceite, y del comercio exterior (menos de 600 millones de pesetas-oro, cuando en 1928 era de 2.000 millones),
-un aumento del paro, pues la emigración (válvula de escape tradicional) estaba estancada.
En Sevilla la
situación económica y social apenas había mejorado, pues el paro
había aumentado tras la clausura de la Exposición Iberoamericana
del 29 y la realidad en las zonas rurales de la provincia se mantenía
en las mismas condiciones: latifundismo, paro y miseria como parte
ineludible de la vida de los trabajadores del campo y sus familias,
con jornales, cuando los había, muy por debajo de las necesidades de
cada casa. Casi la mitad de la población activa provincial
pertenecía al sector agrario, unas 142.000 personas, de las que el
70% eran asalariados agrícolas, y, según las cifras dadas para
Sevilla por el Ministerio de Trabajo referidas al verano de 1930, los
salarios agrícolas eran de 2,00 ptas. y de 3,00 y 3,50 en las faenas
de recolección. Aunque, según Pascual Carrión, los salarios
podrían estar entre 3 y 3,50 ptas. y en las faenas de recolección,
a destajo, se podía llegar a las 4 o 7 ptas. El paro alcanzó al 33%
de los trabajadores del campo en el invierno de 1930.
A
esa dura realidad debió hacer frente la recién proclamada República
y con urgencia.
Para más información DE LA CLANDESTINIDAD A LA LIBERTAD CONQUISTADA, pp. 56-64.
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