El
traidor Queipo de Llano y los militares que protagonizaron el golpe
del 18 de julio en Sevilla no estaban solos. Desde
el primer momento funcionó a la perfección la
alianza de los terratenientes con los militares,
que –a
su vez– contó
con
el apoyo decidido
del pequeño y mediano campesinado,
de toda la burguesía sevillana (financiera,
industrial y comercial);,
de los grupos políticos de extrema derecha (falangistas,
carlistas
y monárquicos
alfonsinos), fascistas o filofascistas,
de la mayoría de los votantes de la derecha (la CEDA, la gran
perdedora de las elecciones generales de febrero), y con
las bendiciones de
la Iglesia Católica sevillana.
Hacienda-Cortijo Los Solares |
La
alianza
militar-terrateniente
fue
la más clara expresión de la opción tomada
por la
alta burguesía española en 1936 tras las elecciones: Propiciar
una salida militar
para eliminar
el régimen democrático republicano de raíz y recuperar
de nuevo la hegemo-nía en la sociedad española, que creían estaban perdiendo.
La oligarquía terrateniente sevillana (burguesía y nobleza agraria), como parte de la oligarquía española (las clases dominantes), jugará un importante y decisivo papel en la ocupación militar de los pueblos, la represión, la guerra y la construcción del “Nuevo Estado” desde el principio.
La oligarquía terrateniente sevillana (burguesía y nobleza agraria), como parte de la oligarquía española (las clases dominantes), jugará un importante y decisivo papel en la ocupación militar de los pueblos, la represión, la guerra y la construcción del “Nuevo Estado” desde el principio.
Los
terratenientes o latifundistas de Sevilla y, por tanto, los de la Vega Media del
Guadalquivir, no hacían otra cosa que actualizar la sólida
y poderosa alianza (el
pacto oligárquico)
que en 1876 con
motivo de la Restauración borbónica establecieron
con la burguesía financiera nacional. Fue
el auténtico bastión de oposición a todos los intentos de cambio
en
la sociedad española, y de forma muy especial a la
Reforma Agraria de la II República y a la Constitución republicana.
La
represión ejercida desde 1936, y por extensión, la guerra
que provocaron, fue una auténtica limpieza política de
clase, un genocidio, que
realizaron los militares, con la participación activa de la élites
urbanas y rurales, de forma panificada con el fin de eliminar a todas
las personas (en su mayoría trabajadores) que pudiesen ser un
obstáculo (real o imaginario) para sus planes de apropiación de
todo el poder político, económico, social y cultural y ponerlo al
servicio de las clases dominantes, de los terratenientes y de los
banqueros, y de la trasnochada idea que tenían sobre España y los
españoles y que impondrán a todos. Algunos historiadores (y llevan
razón) llaman holocausto a las consecuencias de la represión
militar-fascista en España desde 1936.
Franco, Queipo y el cardenal Ilundai
arrían
la bandera republicana
e
izan la bandera bicolor en
el Ayuntamiento de Sevilla.
Era el 15 de agosto de 1936.
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Como
muestra dicha alianza y de que todo estaba bien preparado, el
gobierno de la ciudad y de la provincia recayó inmediatamente en terratenientes nombrados por Queipo de Llano, los cuales –se
daba esa circunstancia– eran grandes propietarios en esta
comarca, en la Vega Media: Ramón de Carranza que se convirtió en alcalde de Sevilla y jefe de una
columna mixta; Pedro Parias, en gobernador civil de
la provincia, y Joaquín Benjumea,
en presidente de la Diputación Provincial y lo que le llegó
después... Todos ejercieron sus cargos en los momentos más intensos
de la represión militar-fascista.
-Ramón
de Carranza Gómez,
capitán de corbeta retirado, gran propietario en el municipio de La
Rinconada, en El
Gordillo,
colaboró activamente en la liquidación sangrienta de la resistencia
obrera en Sevilla y se destacó, además, por su represiva forma de
proceder en la conquista de los pueblos al mando de la columna de
falangistas y guardias civiles, que llevaba su nombre. El propio
Queipo lo consideraba
“más
guerrillero que marino y alcalde y un bravo que manda un grupo de
bravos”.
Como Alcalde redujo drásticamente el número de escuelas públicas
para ahorrar gastos municipales. Franco lo premió con la Medalla
Militar el 13 de octubre de 1936 (
BOE,
de 19.10.1936)
y lo nombró, más tarde, presidente de la Diputación Provincial de
Sevilla (1946-1961) y procurador en Cortes entre 1946 y 1949.
-Pedro
Parias González, coronel retirado de Caballería, cacique de Castilleja
del Campo y gran propietario agrícola en Alcalá del Río, fue firmante
del bando de guerra de 19 de julio (dictado por Queipo de Llano).
Asesoró a Queipo en el nombramiento de alcaldes y de otros
colaboradores idóneos. Durante la Dictadura de Primo den Rivera
había sido presidente de la Diputación de Sevilla. Falleció en
1938.
-Joaquín
Benjumea Burín, propietario del
cortijo El Castellón
(La Rinconada) y con intereses en empresas sevillanas, participó en
la Junta Técnica Provincial y en la Junta Técnica de Falange antes
del cargo de presidente de la Diputación Provincial. Posteriormente, en mayo de
1938, será jefe del Servicio Nacional de Regiones Devastadas, cargo
que simultaneará con el alcalde de Sevilla entre noviembre de 1938 y
julio 1939; director del Instituto de Crédito para la Reconstrucción
Nacional entre marzo y octubre de 1939; ministro de Franco durante
doce años (de 1939 a 1951, de Agricultura, Trabajo y Hacienda), y
gobernador del Banco de España desde 1951 hasta 1963, año en el que
murió.
Cortijo San José |
Él
y el militar y terrateniente sevillano, Luis
Alarcón de la Lastra (1891-1971),
conocido por su oposición frontal a la República y elemento
importante en la alianza de los militares con los latifundistas, fueron “los cerebros de la economía de guerra implantada por
Queipo” y activos reorganizadores de la vida administrativa y
económica del “Nuevo Estado” a partir de 1939. Luis Alarcón fue
Ministro de Industria y Comercio entre 1939 y 1940.
No
se quedaron atrás otros activos terratenientes sevillanos enemigos
de la República. José Huesca Rubio, propietario de tierras
en Los Rosales (Tocina), defensor incansable de los intereses de los
terratenientes sevillanos y vinculado al proyecto del canal de riegos
de la Vega desde el principio, fue confirmado por Queipo como
presidente de la Comunidad de Regantes del Canal del Valle Inferior
del Guadalquivir en noviembre de 1936, de la que lo era desde 1933,
siendo el delegado militar Gonzalo Briones Medina, también nombrado
por Queipo de Llano. Adolfo Rodríguez Jurado de la Hera,
sevillano, dirigente de la poderosa ANPFR (Asociación Nacional de
Propietarios de Fincas Rústicas, creadora de MAPFRE), y diputado en
1933 por el Partido Agrario (PAE), sería miembro de la comisión que
elaboró el “dictamen sobre la ilegitimidad de los poderes
actuantes el 18 de julio de 1936” para dar “legitimidad
jurídica” a la sublevación militar contra la II República,
publicado en abril de 1939, y Consejero Nacional y Procurador en
Cortes por designación directa del dictador Francisco Franco desde
1943 hasta 1961.
La
dictadura de Franco siempre defendió los intereses de los grandes
terratenientes e hizo que sus tierras fuesen más rentables... Pero
eso podrá ser motivo para otra entrada en este blog.
Para más información:
DE
LA CLANDESTINIDAD A LA LIBERTAD CONQUISTADA, pp. 39-32 y 89-92.
GARRIDO
GONZÁLEZ, L., Politización
del campesinado en los siglos XIX y XX,
en Historia
Agraria, nº 41,
abril 2007, especialmente las pp. 144-147 y la p. 148).
PRESTON,
Paul, Latifundistas
y militares en la represión del Sur,
en: VV.AA., Dos siglos de imagen de Andalucía,
Centro
de Estudios Andaluces, Sevilla, 2006, pp. 25-40, especialmente las
pp. 37 y 38, sobre Sevilla y su provincia.
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