En el libro objeto de este blog podemos destacar algunos aspectos fundamentales:
1º
El libro aporta suficientes datos para comprender que la
guerra española,
provocada por los militares y la oligarquía, con un papel muy
destacado de
la
oligarquía terrateniente,
y la posterior dictadura militar,
con Franco a la cabeza,
truncó
el desarrollo normal de España en todos sus aspectos:
económico, agrícola, social, educativo, cultural, laboral... Fue
una ruptura
total con lo anterior:
sólo se salvaron las tradiciones patrias, religiosas y
conservadoras, y el poder de los más ricos y de la Iglesia Católica,
por
supuesto, pues se proclamaban “católicos, apostólicos y romanos”.
El Estado quedó al
pleno
servicio de
las clases dominantes,
quedando
anuladas las conquistas sociales, laborales y económicas de la etapa
anterior. Veinte años costó volver al punto de partida, debido a la
política económica autárquica
de
la dictadura, la
mayor quimera que España ha sufrido, muy al gusto del dictador.
Dos
ejemplos:
veinte
años
tardaron los salarios agrícolas en recuperar el poder de compra que
habían tenido en 1935, y veinte años tardó la agricultura en usar
la misma maquinaria y la misma cantidad de fertilizantes que en ese
mismo año. Fueron los
veinte años perdidos
para el desarrollo agrícola,
económico
y social de España por culpa de la dictadura.
Este
aspecto está desarrollado a lo largo de todo el libro. De hecho, en
su primer capítulo, que está dedicado a los primeros treinta y
seis años del siglo XX, se expone el lento desarrollo, pero
desarrollo al fin y al cabo, que tiene España en esos años en todos
los aspectos, así como los obstáculos a su pleno desarrollo
económico y político, entre los que destaca: la situación de la
agricultura, anclada en unas estructuras latifundistas con todas sus
nefastas consecuencias para los trabajadores y para la economía en
su conjunto, y la existencia de un sistema político
seudo-democrático, que impedía la libre expresión de todas las
clases y todos sus partidos políticos.
Obreros del campo ocupan una finca en La Rinconada |
2º
La realidad agrícola latifundista está analizada con los datos
reales, recogidos en los Archivos Municipales, de la concentración
de la propiedad de la tierra y de la riqueza rústica de cada
municipio de la comarca (Alcalá del Río, La Algaba, Brenes,
Burguillos, Cantillana, La Rinconada, Tocina y Villaverde del Río),
similar a la del resto de la provincia de Sevilla, hizo que prendiera
con fuerza entre los obreros del campo la necesidad de la Reforma
Agraria..., con el lema: “La tierra para el que la trabaja”.
La
Reforma Agraria
se
convertirá en
factor fundamental del devenir histórico de España, de Andalucía y
de la comarca de la Vega Media, tal como se analiza a lo largo del
libro, siendo,
por tanto,
otro aspecto a destacar. Antes de la República fue un
gran ideal,
motor de acción de las organizaciones obreras del campo y
de todos sus trabajadores;
durante la República uno de los principales medios para solucionar
los problemas económicos y sociales de España y de los trabajadores
del campo, y durante la dictadura fue convertida en “reforma
agraria franquista” al servicio exclusivo de los terratenientes.
Esta última comienza a aplicarse desde la sublevación militar con
las instrucciones de Queipo sobre la agricultura, pero sobre todo
desde los años cuarenta a los años sesenta. Para
comprobarlo
sólo
hay
que
seguir
la
investigación
sobre
la
estructura
de
la
propiedad
en
cada
década
en
el
texto
y
en
los
anexos.
3º
Un
aspecto importante es el análisis de la represión sufrida por
los
pueblos
desde
la
conquista
militar-fascista
de
los
pueblos
y
su
permanencia
durante
toda
la
dictadura
para
lograr
la
sumisión
a
través
del
miedo,
del
terror
metido
hasta los huesos.
Saludo fascista impuesto... |
Esta
represión
fue
en
un
principio
una
autentica
limpieza
política
de
clase,
pues
la
mayoría
de
los
asesinados
fueron
trabajadores
del
campo,
fijos o
eventuales (jornaleros).
Fue
una represión que estimaron necesaria para sus planes de
dominio
fascista
y
totalitario
de
la sociedad,
pero
muy
especialmente
para
preservar
el
poder
terrateniente
(el
orden
natural
de
las
cosas,
según sus ideólogos y la propia Iglesia),
y
así como
para poder
acrecentar
su
riqueza,
aumentando
la
rentabilidad
y
la
producción
agrícola
en
década
posteriores.
La represión y la eliminación de los derechos y de los sindicatos libres fueron los instrumentos básicos para llevar a cabo la política agraria franquista, con repercusiones en las política ideológica, cultural, educativa... de la dictadura, con el objetivo de realizar una "reforma agraria”, de signo contrario a la de la República, es decir, al servicio de los terratenientes, que fueron los grandes aliados de los militares sublevados. Para lo cual, como ya he expuesto en otras entradas, pusieron en marcha grandes obras hidráulicas en las que emplearon a los presos políticos de los años cuarenta o cincuenta, como medio (muy católico) de “redimir penas”...
La represión y la eliminación de los derechos y de los sindicatos libres fueron los instrumentos básicos para llevar a cabo la política agraria franquista, con repercusiones en las política ideológica, cultural, educativa... de la dictadura, con el objetivo de realizar una "reforma agraria”, de signo contrario a la de la República, es decir, al servicio de los terratenientes, que fueron los grandes aliados de los militares sublevados. Para lo cual, como ya he expuesto en otras entradas, pusieron en marcha grandes obras hidráulicas en las que emplearon a los presos políticos de los años cuarenta o cincuenta, como medio (muy católico) de “redimir penas”...
Además,
se
impusieron
desde
el principio, desde 1936, una
deplorables condiciones de trabajo, que permitieron una
bestial
sobreexplotación
obrera
y
que se mantuvieron casi
intactas hasta los años sesenta, y son analizadas década a década
en el libro, aunque se forma muy especial en la década de los
cuarenta por ser la década de la sobreexpltación, el hambre, la
miseria y las enfermades en el campo.
La
represión
se
mantuvo
durante toda la dictadura franquista. El
ojo
vigilante
de
la
Guardia
Civil
se
encargó en cada pueblo de velar por el orden impuesto e impedir
cualquier expresión de descontento, aunque no pudo evitar la
organización clandestina y pacífica de la lucha antifranquista.
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