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En Brenes, por ejemplo, los obreros en paro llevaron a cabo una tenaz lucha contra el Ministerio de Trabajo y la Mutualidad Agraria para conseguir una subida en los salarios. Durante los días 27, 28 y 29 de abril de 1972 realizaron plantes de dos horas diarias, al no recibir respuesta al escrito presentado en la Mutualidad, y a partir del día 2 de mayo el paro fue de tres horas, continuando así durante una semana. El día 9 se presentaron los jefes de la Cámara Agraria sevillana para convencer a los trabajadores, los cuales no les echaron cuenta. Al comenzar a amenazarlos e insultarlos, los obreros reaccionaron dispuestos a abalanzarse contra ellos, por lo que “tuvieron que salir corriendo y meterse en sus coches”. El conflicto sufrió una tregua al comenzar de nuevo los trabajos en el campo, con el agravante de que la Junta Provincial de la Mutualidad se negaba a seguir subvencionado trabajos para paliar el paro. En octubre, cuando se volvió a la situación de paro, tras disminuir las faenas agrícolas, los obreros se encontraron sin ninguna posibi-lidad de continuar con el Empleo Comunitario. Ante esa situación decidieron realizar tra-bajos en caminos en mal estado y pedir a la Mutualidad sus salarios, que les fueron ne-gados. Así estuvieron cuatro semanas, día tras día, y mandando comisiones de obreros para hacer gestiones ante todas las autoridades provinciales. Al final consiguieron que les pagaran todos los salarios desde el primer día. Fue una gran victoria, conseguida con tenacidad y alto grado de solidaridad.
En Sevilla, el primer año de su implantación, invirtieron 34.500.000 pesetas, lo que dio un total de 163.507 jornales a 211 ptas, según ABC. Asimismo informaba que “las obras ejecutadas han sido de trazado y reparación de caminos rurales, acondicionamiento de acceso y pavimentación de calles en núcleos rurales, limpieza de accesos, alcantarillado y aguas para es-cuelas, repoblación de montes, reposición de canales, acequias y gavias, vallados, encauza-mientos de arroyos y plantación de arboleda”(ABC-Sevilla, 30/12/1972, p. 45). Los fondos para el Empleo Comunitario en toda España pasaron de 502 millones de pesetas en 1970 a 93.000 en 1983, ya en democracia. Aún así, el remedio resultó insuficiente y no evitó los conflictos en los pueblos y en el campo. Este sistema estuvo en vigor hasta 1983, cuando fue sustituido por el Plan de Empleo Rural (PER).
El 27 de julio de 1972, en Brenes, los 70 trabajadores de la fábrica de envases de madera Envases Guadalquivir, se declararon en huelga. La fábrica era un “modelo” de abusos: la mayoría de los trabajadores y trabajadoras eran menores de 18 años, de 14 y 15 años; cobraban salarios por debajo de lo estipulado en las normas oficiales; la jornada de trabajo se prolongaba hasta las 12 o 14 horas, con obligación de trabajar los días de fiesta; no tenían la necesaria higiene y seguridad en el trabajo, y les hacían firmar el finiquito al contratarlos para poderlos despedir sin ningún derecho a ninguna liquidación. Ante esta situación un grupo de trabajadores más conscientes empezaron a preocuparse para defender sus derechos y los de sus compañeros, informándose y hablando con algunos de ellos. La respuesta de la empresa, que contó desde el primer momento con el aval del Delegado de Sindicatos de Brenes, fue contundente: fueron despedidos. Cuando los trabajadores se enteraron, se declararon en huelga. El día 27 de julio a las ocho de la mañana nadie entró a trabajar en solidaridad con los despedidos. No obstante, a las diez de la mañana, con la presencia de los guadias civiles, el Delegado de Sindicatos consiguió con algunas prome-sas, que después no se cumplirían, que reanudaran el trabajo. Fue una acción que no tuvo resultados positivos, pero que puso de manifiesto la valentía, la solidaridad y la concien-cia de clase de aquellos jóvenes breneros, en su mayoría mujeres, a pesar de la ausencia de libertades democráticas.
Las aguas tranquilas de la Azucarera del Guadalquivir de San José de la Rinconada comenzaron a moverse en 1972 cuando un grupo trabajadores de la empresa entablaron el primer conflicto colectivo. Denunciaron a la empresa reclamando ser fijos de plantilla, pues eran unos 40 fijos discontinuos, llamados todas las campañas para las faenas de reparación, que cuando terminaban quedaban sin trabajo. Además, solo cobraban los días laborables de la semana, los domingos los daban de baja, y no tenían derecho a vacaciones y puntos, ni a calzado y ropa como los fijos. Interpusieron la correspondiente demanda ante Magistratura del Trabajo. Algunos, por la presión de la empresa, retiraron sus denuncias. Quedaron José Aguirre Pérez, José Vela Pereira y Miguel Valverde Ávila, que perdieron el juicio, dado que el abogado que les tocó estaba del lado de los empresarios. Los tres fueron despedidos. A Aguirre ya no volvieron a llamarlo, pero Vela y Valverde pudieron volver en la campaña siguiente, en 1973. Fue entonces cuando se produjo la negociación (José Vela y Ramón Artacho Sánchez eran enlaces sindicales, miembros del Jurado de Empresa, elegidos en 1971) para evitar que fueran de nuevo a los tribunales. Se llegó un acuerdo con la empresa: ésta procedería a hacerlos fijos por grupos, en tres veces, a cambio de que los trabajadores solicitasen la Mellada del Trabajo para el director de la Azucarera (ABC Sevilla, 12.10.1974, p. 54).
En 1972, con la excepción de las acciones desarrolladas en Brenes en relación al Empleo Comunitario y las realizadas en Envases Guadalquivir y la Azucarera de San José, existen pocas pruebas de más acciones en el campo, lo cual no significa que no existieran, puesto que La Voz del Campo Andaluz recogía en el número de julio de ese año el Anteproyecto de Convenio para la provincia de Sevilla, que presentaba CC.OO. del Campo al finalizar el anterior convenio de 1970. La Plataforma Reivindicativa planteaba salarios de 400 ptas., 6 ptas. por kilogramo de algodón recogido a destajo y un mínimo de 3,50 ptas/kg. en la recogida de aceitunas, así como una jornada de 6 horas y 30 minutos, entre otras mejoras. Sin embargo no se reseñan acciones para conseguir esos objetivos en los número siguientes de Realidad, ni de La Voz del Campo Andaluz. En cuanto a la organi-zación, CC.OO. del Campo, agrupando sólo a los obreros y obreras agrícolas, quedaba integradas en CC.OO. como una rama más y separadas de las Comisiones Campesinas, por acuerdo de la Coordinadora Nacional de CC.OO..
Las acciones reivindicativas sufrieron, por tanto, un parón importante en ese año y años posteriores. La represión contra dirigentes comunistas conseguía su objetivo. Desde el Estado de Excepción de 1969, que tuvo su continuidad en 1970-71, la represión política y sindical se había recrudecido en Sevilla y en toda España, y afectó a destacados militantes de la comarca de la Vega Media, que tenían una importante proyección en CC.OO. del Campo, en sus propios municipios y en la comarca, que ya se han analizado anterior-mente. Para colmo, el 24 de junio de 1972 fueron detenidos en Pozuelo de Alarcón (Ma-drid) diez miembros de la Coordinadora General de CC.OO. Entre ellos estaban Eduardo Saborido Galán, Fernando Soto Martín y Francisco Acosta Orge, líderes del movimiento obrero sevillano y del PCE. En el juicio contra ellos (Proceso 1001), que coincidió con el atentado mortal contra Carrero Blanco (20 de diciembre de 1973), Saborido fue conde-nado a 20 años de prisión; Soto, a 19 años, y Acosta, a 12 años. Un año después el Tri-bunal Supremo rebajó las penas a cinco, cuatro y dos años, respectivamente. La soli-daridad con los detenidos, en Sevilla y en toda España, fue constante por parte de la opo-sición antifranquista desde la detención hasta la celebración del juicio.
Resumiendo, la represión entre 1970 y 1973 se saldó en toda España con numerosas detenciones, torturas en las dependencias policiales, muertes de manifestantes (ocho obreros muertos),1 causadas por la policía, y un sinfín de despidos en las empresas.
Es fácil comprender que, en este contexto represivo, la acción obrera en el campo, como en los demás sectores de la producción, se resintiera y la movilización disminuyera. No hubo, por tanto, huelgas ni acciones llamativas, pero sí una continuada presión obrera en las obras del Empleo Comunitario y en las fincas, que explica que los salarios se tripli-caran entre 1971 y 1975. A falta de datos de los salarios reales en las faenas agrícolas, nos pueden servir los referidos a los jornales que cobraban los peones en las obras del Empleo Comunitario, por tener una evolución paralela a lo cobrado en la agricultura. En 1971 el jornal era de 211 ptas; en 1973 cobraron entre 360 ptas/día en Brenes y 450 en Cantillana; en 1974, en torno a las 500, y en 1975 cobraban ya 600 pesetas (ABC Sevilla, 30.12.1972, p. 45).
Sin embargo, en 1973 en los poblados de colonización de la Zona Regable del Viar se produjeron acciones que supondrían el inicio de la organización de las Comisiones Campesinas. Los colonos de San Ignacio del Viar y de Torre de la Reina se negaron a pagar los recibos de la cuota empresarial a la Seguridad Social de 4 o 5 años atrás que el INC les presentó. Como planteaba La Voz del Campo Andaluz, “el INC pretende que paguen por una cosa que ellos no obtienen ningún beneficio, ya que muchos de ellos, por considerarlos obreros autónomos, reciben unos cortos beneficios de la Seguridad Social”. Además, no empleaban a ningún obrero y necesitaban trabajar como obreros en fincas cercanas. A los colonos de los poblados mencionados se unieron pronto los demás.
En la organización de las Comisiones Campesinas de la Vega intervinieron militantes de diversos partidos de izquierda de los poblados de colonización de la Zona Regable del Viar y las localidades de Brenes, Cantillana, Villaverde del Río y La Rinconada. Se introdujeron en las Hermandades de Agricultores y Ganaderos y poco a poco en las demás instituciones agrarias: Comunidad de Regantes, Grupo Remolachero, Central Lechera, etc. Ignacio Vázquez Parladé, terrateniente comunista, propietario de la finca Mudapelo (Bur-guillos) tuvo un papel destacado como dirigente de estas comisiones. Sustituyó en la pre-sidencia de la Comunidad de Regantes del Viar a Fernando de Parias y Calvo de León, de larga tradición en el cargo e hijo de Pedro Parias, amigo de Queipo de Llano.
1975 marca el inicio una nueva etapa claramente movilizadora en el campo. Ya en enero, Realidad recogía acciones realizadas en Lebrija, Brenes y Fuentes de Andalucía. La crisis económica, que tuvo su inicio en 1973 (1974 en España), y la sequía (padecida desde noviembre de 1974 y que se prolongará hasta agosto de 1976) agudizaron la situación de miles de trabajadores del campo con cerca de 100.000 parados en Andalucía. Ante esta situación la prensa clandestina de CC.OO. resaltaba las acciones realizadas en Lebrija donde, mediante manifestaciones, consiguieron “la inmediata puesta en práctica del Empleo Comunitario para combatir el paro” en enero de 1975 y que la jornada era de siete horas de trabajo diarias desde finales de 1974. Así mismo, se habían producido “manifestaciones pacíficas y masivas en Brenes, Fuentes de Andalucía y otros pueblos, donde los trabajadores del campo, llevando las herramientas, pedían a voces trabajo.”
También, el mismo año, la UTT de Villaverde del Río, presidida por Francisco Álvarez Asencio, enviaba a la Cámara Agraria sevillana las siguientes reivindicaciones: un puesto de trabajo diario, subsidio de desempleo semejante al que se percibe en el Régimen General de la S. Social, reparto de las tierras mal cultivadas, jubilación a los 60 años, convenios por campaña y en caso de enfermedad o accidente el 100% del salario real, sin olvidad la exigencia de un Sindicato de clase, libre y democrático.
En los meses de mayo y junio de 1975, en la finca Pedro Espiga, situada en la Zona Regable del Viar, en el municipio de Alcalá del Río, estallará un conflicto de especial significación. Pedro Espiga es una finca de 128,67 ha, propiedad de Federico Crespo, integrada en la sociedad CRESCASA (Crespo Camino Explotaciones Agrícolas S.A.). Para la comercialización estaba asociado con el empresario francés Pierre Arnau, como socio capitalista. Parte de la finca se dedicaba a la producción de nectarina, melocotón de regadío, que se destinaba íntegramente a la exportación a precios muy rentables. Por ello poseía almacenes, frigoríficos e instalaciones para la manipulación y envasado de los melocotones. En las épocas de recolección acudían a trabajar obreros agrícolas de los pueblos cercanos (Brenes, Villaverde del Río, Alcalá del Río, Esquivel y El Viar) y de otros más lejanos (Paradas o Pruna), pudiéndose alcanzar el número de 600 en los momentos de mayor actividad y soportando unas duras condiciones de trabajo: ritmos de trabajo agotadores, control y vigilancia constantes, bajos salarios, etc.
El conflicto, impulsado por hombres y mujeres de CC.OO. de Villaverde del Río y de El Viar, que trabajaban en la finca, comenzó el 12 de mayo de 1975. Los trabajadores, que eran unos 400, plantearon una subida de las horas extras, de 65 a 100 ptas. Lo consiguieron, pero fue despedido uno de los trabajadores que más se había señalado en la protesta. Fue la gota que colmó el vaso, produciéndose reuniones para elaborar una tabla reivindicativa. Simultáneamente al desarrollo de estas iniciativas, otro trabajador fue despedido el día 7 de junio, debido a un enfrentamiento con un capataz, y el día 9 fueron despedidas 80 mujeres. En la asamblea de trabajadores, celebrada tras esos despidos, decidieron ir a la huelga. Por la noche no pudieron realizar una reunión en la plaza de El Viar para informar por la presencia de la Guardia Civil. Al día siguiente, 10 de junio, comenzaba la huelga. 400 trabajadores se concentraban a las puertas de los almacenes con la “compañía” de varios números de la guardia civil. Una comisión se entrevistó con los empresarios. No consiguieron nada y decidieron mantener la huelga. La plataforma reivindicativa incluía entre otras cuestiones: 665 ptas. de jornal, igual salario para hombres y mujeres, 6 horas de trabajo, horas extras al 100%, eliminar vigilancias excesivas, derecho efectivo de reu-nión y readmisión de los despedidos. El día 12, tras una asamblea y reunión con el patrón, vigilados por la guardia civil, se llegó a un acuerdo, que incluía la mayoría de las reivin-dicaciones, y se reanudó el trabajo. No fue la única huelga en Pedro Espiga, pues a partir de entonces todos los años los trabajadores protagonizaron nuevas acciones para mejorar sus condiciones laborales.
Las elecciones sindicales de 1975 (las últimas bajo la dictadura) supusieron un éxito para las Candidaturas Unitarias y Democráticas de CC.OO. en muchos pueblos. Como decía Realidad (Julio, 1975), “no han sido derrotados ni por la Guardia Civil, ni por las candidaturas antiobreras.” Y denunciaba el pucherazo que se había producido en Fuentes de Andalucía. En estas elecciones se produjo un singular avance sindical en todos los pue-blos de la Vega Media, pero especialmente en Villaverde del Río, Brenes, Burguillos y La Rinconada.
En general, CC.OO. conseguiría la mayoría de los enlaces elegidos en las principales empresas españolas. Para CC.OO. esta victoria electoral suponía mayores posibilidades para poder destruir el Sindicato Vertical desde dentro y conseguir la creación de un Sindicato Único de la clase obrera española, como forma de oponerse a la división sindical. Estas elecciones fueron la mejor preparación para la ofensiva sindical que se avecinaba. La muerte del dictador en noviembre de 1975 abrió definitivamente la puerta a la intensa movilización obrera del año 1976, encaminada a superar las consecuencias de la crisis económica y los obstáculos hacia las libertades democráticas, a su pleno ejercicio en la práctica y a su definitiva conquista.
1. Tres obreros en Granada, en 1970; uno en Madrid, en 1971, en una huelga de la construcción; otro en Barcelona, en el mismo año, en el conflicto de SEAT; dos en El Ferrol, en 1972, y otro, en 1973, en San Adrián del Besós una huelga durante la construcción de la central nuclear.
(Continuará)
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