sábado, 24 de mayo de 2025

SEGUNDA PARTE: LA ACCIÓN OBRERA Y ANTIFRANQUISTA EN LOS PUEBLOS DE LA VEGA MEDIA Y EMPRESAS SEVILLANAS (7)

 

Continuación en pg. 56

La participación de militantes comunistas de la Vega Media en conflictos de algunas empresas sevillanas

José Asencio García, de San José de la Rinconada, fue despedido, junto a otros compa­ñeros, a raíz de la huelga de julio de 1968 en de FASA-Renault de Sevilla. Trabajaba en dicha empresa desde enero de 1962. Era miembro del Jurado de Empresa y pertenecía a la Comisión Obrera de la fábrica al iniciarse la huelga. También Pablo Barbero Monroy, que ya pertenecía a las JJCC de San José, trabajaba en FASA desde marzo de 1967 y par-ticipará en la lucha obrera impulsada por CC.OO.. José Asencio estuvo un año en Frank-furt (Alemania). Volvió a Sevilla en febrero de 1970 para estar presente en la vista del recurso de casación presentado contra la sentencia de la Magistratura del Trabajo nº 3 de Sevilla de septiembre de 1968 sobre los despidos en FASA. La Sala de lo Social del Tri-bunal Supremo desestimó el recurso y los cargos sindicales quedaron despedidos. Se mar-chó de nuevo a Alemania, aunque en 1971 pudo reingresar en FASA.

En el sector de industrias químicas comenzó su actividad sindical Juan Hidalgo Nava­rrete, Juanele. Entró a trabajar en la CROS en 1960, colaborando en la organización de las CC.OO. en la empresa. En 1964 era miembro del Comité de Seguridad e Higiene, elegido por el Jurado de Empresa, “cuando no había ni seguridad, ni higiene”. En esas circuns-tancia, en 1965, hubo un grave accidente. Se produjo una fuga de ácido sulfúrico mientras dos trabajadores arreglaban una avería en la planta de producción de dicho ácido, al ser puesta en marcha por el jefe de planta sin asegurarse que ya habían terminado el trabajo, por lo que uno de ellos quedó ciego para siempre y el otro perdió la visión de un ojo. En un principio, no consiguieron parar la fábrica, pero de la asamblea convocada surgió la propuesta de llevarlos a Barcelona para que fuesen vistos por el doctor Barraquer. La empresa no lo aceptó, pero los trabajadores, concentrados ante a las puertas del director, con la amenaza de ir a la huelga, lograron que la empresa aceptara la propuesta. Fueron llevados a Barcelona en un taxi pagado por la empresa. El jefe de la planta fue despedido.

Esta acción propició la celebración de asambleas con mayor frecuencia y un mayor gra­do de organización. En 1966, Juan Hidalgo fue elegido vocal del Jurado de Empresa, continuando la organización de las CC.OO. de la CROS, pero también colaborando activa-mente en la creación de la Comisión Obrera de Químicas, que junto a las Comisiones del Metal (la más antigua), del Transporte, del Textil, de Panadería y de la Construcción, constituyeron el embrión de lo que después serían los sindicatos de rama de CC.OO. en la provincia, siendo entonces coordinadas por la Intercomisión. Posteriormente, decidieron crear al Sindicato de Químicas, en contra de la voluntad del Vertical, y en 1973 constituyeron en Madrid, ilegalmente, la Federación Estatal de Quí-micas y Afines.

Rafael García Perza, Rafael Pineda, vecino de La Rinconada, pertenecía a la Agrupa­ción Comunista y a las CC.OO. de ISA desde 1966, cuando comenzó trabajar en dicha empresa. También trabajaban en ISA Juan Arenas Bazán y Luis Carmona Amores, alga-beños que colaborarán en la organización de las CC.OO. en su empresa en los años se-senta y setenta. José Castro Donaire fue detenido en 1966, en pleno conflicto de su empresa. Trabajaba en Transportes Urbanos de Sevilla como conductor de autobús y participó activamente en la creación de la Comisión del Transporte, formada por trabajadores de dicha empresa, el Taxi y RENFE.

En 1971, al volver de Francia, Manuel Aguirre Pérez entró a trabajar en ISA, y en 1976 formó parte de la Comisión Obrera de dicha empresa, que estaba presidida por Vicente Martín Leal y en la que participaban José Fernández, Manuel Castroviejo, Estudillo, An-tonio Plata y otros destacados militantes comunistas sevillanos.

En 1967, Rafael Rica Castro, con veinte años de edad, comienza a trabajar en RENFE y se dedicará preferentemente a CC.OO. Su hermano José, trabajador de RENFE, había sido trasladado por la empresa a Granada en 1961, cuando tenía 18 años. Allí tendrá un papel destacado en el PCE granadino y en CC.OO.. Fue detenido en Barcelona en 1972 cuando intentaba huir a Francia, huyendo para no ser detenido.

La Comisión Obrera de la Construcción comenzó a reunirse durante las elecciones sin­dicales de1966. En las reuniones participaban un grupo de jóvenes comunistas del sector del yeso y algunos albañiles, militantes del PCE de Dos Hermanas y San José de la Rin­conada. Celebraban reuniones semanales en el local de la Vanguardia Obrera (VO) de la calle Jesús del Gran Poder, en las que elaboraron un Programa Reivindicativo, que sevirá de base para ese momento y para futuras acciones. Después de varios intentos y algunos golpes recibidos, consiguieron en 1967 poder reunirse en los pasillos de la sexta planta de la Casa Sindical y en 1968 lograron celebrar una Asamblea de Enlaces Sindicales, a la que asistieron los miembros de la Comisión Obrera, aunque no eran cargos sindicales Sus conclusiones, por primera vez, pudieron ser repartidas desde el Sindicato Vertical a las obras. Establecieron, asimismo y de forma simultánea, un sistema de comunicación fluida con los trabajadores de las distintas empresas y sus obras. Uno de los miembros de esta Comisión Obrera, desde el principio, era Pedro Palomino Caba, militante del PCE en San José de la Rinconada.

En 1970, que fue un año especialmente conflictivo, como ya he expuesto con anteriori­dad, el conflicto de la Construcción comenzó en febrero, en el marco de la interminable negociación del Convenio Colectivo, con más interrupciones que avances, y terminaron con la huelga general del 24 de junio. Además de Pedro Palomino, que trabajaba en la empresa de Manuel Rico Barragán, de la que fue despedido, participaron activamente trabajadores del campo, albañiles y otros vecinos de la comarca de la Vega, que trabajaban en empresas de la construcción, especialmente de los pueblos más cercanos a Sevilla.

En marzo volvieron a participar los obreros de la empresa Colomina G. Serrano que construían la Bda. de La Paz en San José de la Rinconada y que habían mantenido la huelga de 1969, con encierro incluido en el Convento. Los paros habían comenzado en toda la provincia el día 8 ante el aplazamiento de las deliberaciones del nuevo convenio y la no atención por parte de los empresarios de las reivindicaciones obreras, que respon-dieron despidiendo o rescindiendo los contratos de los trabajadores en numerosas empre-sas sevillanas. Tras duras negociaciones, lograron un acuerdo el 13 de marzo para agilizar las negociaciones del convenio y los despedidos se pudieron reintegrar en sus puestos de trabajo. Sin embargo, los obreros de las obras de San José decidieron continuar la huelga. Varios días después la empresa rescindió el contrato de sus 400 “productores”. La mayo-ría volvió al trabajo posteriormente, pero algunos tuvieron que buscarlo en otras empre-sas. Uno de los despedidos, que no volvió a las obras de La Paz fue Antonio Iglesias Rodríguez, miembro del Comité Provincial del PCE. Encontró trabajo en Sevilla, un mes después, en abril, en una obra de la empresa Helma, en la que trabajaba Carmelo Cami-són, militante del PCE de San José de la Rinconada, así como otros simpatizantes, cono-cidos de Antonio, Manuel González, también de San José, y Luis Espina, de Brenes. El día 15 de junio los trabajadores sevillanos de la construcción iniciaron una nueva huel-ga ante la falta de avance de las negociaciones del convenio, tal como había decidido la asamblea de representantes de las obras, reunida en los pasillos de la sexta planta del Sindicato, a propuesta del Comité de Huelga,que tenía una excelente organización en la capital y los pueblos. El día 16 se unieron a ella los trabajadores de la empresa Helma, tras la asamblea a primeras horas de la mañana, en la que Antonio Iglesias intervino para convencerlos. Concluida la asamblea, fue detenido, junto a otro trabajador que no se había metido en nada. Estuvieron detenidos sin ser interrogados. Eran detenciones preventivas para causar miedo y abortar las huelgas. Sus compañeros de la obra mantuvieron la huelga, gracias al trabajo solidario con ellos de Carmelo, González y Espina. A las 72 horas los pusieron en libertad, pero Antonio fue de nuevo despedido.

Otros militantes comunistas que participaron en las huelgas de 1970 fueron: José Chica Hernández, que era enlace sindical de la empresa donde trabajaba; Manuel Ríos Carrasco, que participó en la negociación del Convenio Colectivo y fue despedido de su empresa; Antonio Meléndez Caro, al que su empresario ni le pagó, ni lo despidió, pero se tuvo que ir a otra empresa; Salvador Gutiérrez Chía, que participaba en las masivas reuniones cele­bradas en el Sindicato Vertical: “Algunas de ellas terminaron con la presencia de la policía que nos desalojó y nos pegó en la calle”. Pero nada fue comparable a la impresionante carga policial del día 19 de junio para disolver una gran concentración de trabajadores, unos 5.000, en la Plaza de España, contra el cierre patronal y numerosos despidos. La Policía Armada se empleó a fondo. Muchos cayeron al suelo bajo los golpes y patadas de los agentes. No hubo muertes, como ocurrió en Granada un mes después cuando tres albañiles murieron por disparos de la policía al abrir fuego contra una manifestación de dos mil obreros de la construcción, pero sí numerosos heridos y unos 50 detenidos, que aumentaron en los días posteriores. Fueron días de dura represión contra el primer movimiento huelguístico de masas bajo el franquismo en Sevilla. La convocatoria de Huelga General para el día 24, realizada con cierta precipitación por CC.OO. y sin el ne-cesario consenso de todos, no tuvo el éxito esperado, pues solo la secundaron un pequeño grupo de empresas y el movimiento huelguístico decayó rápidamente...

En 1972 entraron a trabajar en FASA Manuel Fernández Caballero, de La Rinconada, y José Luis Fernández de Castro Díaz, militante de la HOAC, que residía en San José de la Rinconada desde ese mismo año. También Manuel García Zambrano, de Alcalá del Río, comenzó a trabajar en esta empresa desde agosto de 1973, al igual que José Aguirre Pérez, después de no ser llamado a trabajar en la Azucarera. Todos ellos participaron activamente en CC.OO. y en los conflictos posteriores hasta la conquista de las libertades.

 
AUTOR: 
Ramón Barragán Reina
LIBRO: 
ANTIFRANQUISMO Y LUCHA OBRERA EN LA VEGA MEDIA DEL GUADALQUIVIR 1960-1975 (2024), páginas 56 a 58.

 

viernes, 16 de mayo de 2025

SEGUNDA PARTE LA ACCIÓN OBRERA Y ANTIFRANQUISTA EN LOS PUEBLOS DE LA VEGA MEDIA Y EMPRESAS SEVILLANAS (6)

 Continuación p. 51

En Brenes, por ejemplo, los obreros en paro llevaron a cabo una tenaz lucha contra el Ministerio de Trabajo y la Mutualidad Agraria para conseguir una subida en los salarios. Durante los días 27, 28 y 29 de abril de 1972 realizaron plantes de dos horas diarias, al no recibir respuesta al escrito presentado en la Mutualidad, y a partir del día 2 de mayo el paro fue de tres horas, continuando así durante una semana. El día 9 se presentaron los je­fes de la Cámara Agraria sevillana para convencer a los trabajadores, los cuales no les echaron cuenta. Al comenzar a amenazarlos e insultarlos, los obreros reaccionaron dis­puestos a abalanzarse contra ellos, por lo que “tuvieron que salir corriendo y meterse en sus coches”. El conflicto sufrió una tregua al comenzar de nuevo los trabajos en el campo, con el agravante de que la Junta Provincial de la Mutualidad se negaba a seguir subvencionado trabajos para paliar el paro. En octubre, cuando se volvió a la situación de paro, tras disminuir las faenas agrícolas, los obreros se encontraron sin ninguna posibi-lidad de continuar con el Empleo Comunitario. Ante esa situación decidieron realizar tra-bajos en caminos en mal estado y pedir a la Mutualidad sus salarios, que les fueron ne-gados. Así estuvieron cuatro semanas, día tras día, y mandando comisiones de obreros para hacer gestiones ante todas las autoridades provinciales. Al final consiguieron que les pagaran todos los salarios desde el primer día. Fue una gran victoria, conseguida con tenacidad y alto grado de solidaridad.

En Sevilla, el primer año de su implantación, invirtieron 34.500.000 pesetas, lo que dio un total de 163.507 jornales a 211 ptas, según ABC. Asimismo informaba que “las obras ejecutadas han sido de trazado y reparación de caminos rurales, acondicionamiento de acceso y pavimentación de calles en núcleos rurales, limpieza de accesos, alcantarillado y aguas para es-cuelas, repoblación de montes, reposición de canales, acequias y gavias, vallados, encauza-mientos de arroyos y plantación de arboleda”(ABC-Sevilla, 30/12/1972, p. 45). Los fondos para el Empleo Comunitario en toda España pasaron de 502 millones de pesetas en 1970 a 93.000 en 1983, ya en democracia. Aún así, el remedio resultó insuficiente y no evitó los conflictos en los pueblos y en el campo. Este sistema estuvo en vigor hasta 1983, cuando fue sustituido por el Plan de Empleo Rural (PER).

El 27 de julio de 1972, en Brenes, los 70 trabajadores de la fábrica de envases de made­ra Envases Guadalquivir, se declararon en huelga. La fábrica era un “modelo” de abusos: la mayoría de los trabajadores y trabajadoras eran menores de 18 años, de 14 y 15 años; cobraban salarios por debajo de lo estipulado en las normas oficiales; la jornada de trabajo se prolongaba hasta las 12 o 14 horas, con obligación de trabajar los días de fiesta; no tenían la necesaria higiene y seguridad en el trabajo, y les hacían firmar el finiquito al contratarlos para poderlos despedir sin ningún derecho a ninguna liquidación. Ante esta situación un grupo de trabajadores más conscientes empezaron a preocuparse para defen­der sus derechos y los de sus compañeros, informándose y hablando con algunos de ellos. La respuesta de la empresa, que contó desde el primer momento con el aval del Delegado de Sindicatos de Brenes, fue contundente: fueron despedidos. Cuando los trabajadores se enteraron, se declararon en huelga. El día 27 de julio a las ocho de la mañana nadie entró a trabajar en solidaridad con los despedidos. No obstante, a las diez de la mañana, con la presencia de los guadias civiles, el Delegado de Sindicatos consiguió con algunas prome-sas, que después no se cumplirían, que reanudaran el trabajo. Fue una acción que no tuvo resultados positivos, pero que puso de manifiesto la valentía, la solidaridad y la concien-cia de clase de aquellos jóvenes breneros, en su mayoría mujeres, a pesar de la ausencia de libertades democráticas.

Las aguas tranquilas de la Azucarera del Guadalquivir de San José de la Rinconada co­menzaron a moverse en 1972 cuando un grupo trabajadores de la empresa entablaron el primer conflicto colectivo. Denunciaron a la empresa reclamando ser fijos de plantilla, pues eran unos 40 fijos discontinuos, llamados todas las campañas para las faenas de re­paración, que cuando terminaban quedaban sin trabajo. Además, solo cobraban los días laborables de la semana, los domingos los daban de baja, y no tenían derecho a vacacio­nes y puntos, ni a calzado y ropa como los fijos. Interpusieron la correspondiente deman­da ante Magistratura del Trabajo. Algunos, por la presión de la empresa, retiraron sus de­nuncias. Quedaron José Aguirre Pérez, José Vela Pereira y Miguel Valverde Ávila, que perdieron el juicio, dado que el abogado que les tocó estaba del lado de los empresarios. Los tres fueron despedidos. A Aguirre ya no volvieron a llamarlo, pero Vela y Valverde pudieron volver en la campaña siguiente, en 1973. Fue entonces cuando se produjo la ne­gociación (José Vela y Ramón Artacho Sánchez eran enlaces sindicales, miembros del Ju­rado de Empresa, elegidos en 1971) para evitar que fueran de nuevo a los tribunales. Se llegó un acuerdo con la empresa: ésta procedería a hacerlos fijos por grupos, en tres veces, a cambio de que los trabajadores solicitasen la Mellada del Trabajo para el director de la Azucarera (ABC Sevilla, 12.10.1974, p. 54).

En 1972, con la excepción de las acciones desarrolladas en Brenes en relación al Em­pleo Comunitario y las realizadas en Envases Guadalquivir y la Azucarera de San José, existen pocas pruebas de más acciones en el campo, lo cual no significa que no existieran, puesto que La Voz del Campo Andaluz recogía en el número de julio de ese año el Ante­proyecto de Convenio para la provincia de Sevilla, que presentaba CC.OO. del Campo al finalizar el anterior convenio de 1970. La Plataforma Reivindicativa planteaba salarios de 400 ptas., 6 ptas. por kilogramo de algodón recogido a destajo y un mínimo de 3,50 ptas/kg. en la recogida de aceitunas, así como una jornada de 6 horas y 30 minutos, entre otras mejoras. Sin embargo no se reseñan acciones para conseguir esos objetivos en los número siguientes de Realidad, ni de La Voz del Campo Andaluz. En cuanto a la organi-zación, CC.OO. del Campo, agrupando sólo a los obreros y obreras agrícolas, quedaba integradas en CC.OO. como una rama más y separadas de las Comisiones Campesinas, por acuerdo de la Coordinadora Nacional de CC.OO..

Las acciones reivindicativas sufrieron, por tanto, un parón importante en ese año y años posteriores. La represión contra dirigentes comunistas conseguía su objetivo. Desde el Estado de Excepción de 1969, que tuvo su continuidad en 1970-71, la represión política y sindical se había recrudecido en Sevilla y en toda España, y afectó a destacados militantes de la comarca de la Vega Media, que tenían una importante proyección en CC.OO. del Campo, en sus propios municipios y en la comarca, que ya se han analizado anterior-mente. Para colmo, el 24 de junio de 1972 fueron detenidos en Pozuelo de Alarcón (Ma-drid) diez miembros de la Coordinadora General de CC.OO. Entre ellos estaban Eduardo Saborido Galán, Fernando Soto Martín y Francisco Acosta Orge, líderes del movimiento obrero sevillano y del PCE. En el juicio contra ellos (Proceso 1001), que coincidió con el atentado mortal contra Carrero Blanco (20 de diciembre de 1973), Saborido fue conde-nado a 20 años de prisión; Soto, a 19 años, y Acosta, a 12 años. Un año después el Tri-bunal Supremo rebajó las penas a cinco, cuatro y dos años, respectivamente. La soli-daridad con los detenidos, en Sevilla y en toda España, fue constante por parte de la opo-sición antifranquista desde la detención hasta la celebración del juicio.

Resumiendo, la represión entre 1970 y 1973 se saldó en toda España con numerosas detenciones, torturas en las dependencias policiales, muertes de manifestantes (ocho obre­ros muertos),1 causadas por la policía, y un sinfín de despidos en las empresas.

Es fácil comprender que, en este contexto represivo, la acción obrera en el campo, como en los demás sectores de la producción, se resintiera y la movilización disminuyera. No hubo, por tanto, huelgas ni acciones llamativas, pero sí una continuada presión obrera en las obras del Empleo Comunitario y en las fincas, que explica que los salarios se tripli-caran entre 1971 y 1975. A falta de datos de los salarios reales en las faenas agrícolas, nos pueden servir los referidos a los jornales que cobraban los peones en las obras del Empleo Comunitario, por tener una evolución paralela a lo cobrado en la agricultura. En 1971 el jornal era de 211 ptas; en 1973 cobraron entre 360 ptas/día en Brenes y 450 en Cantillana; en 1974, en torno a las 500, y en 1975 cobraban ya 600 pesetas (ABC Sevilla, 30.12.1972, p. 45).

Sin embargo, en 1973 en los poblados de colonización de la Zona Regable del Viar se produjeron acciones que supondrían el inicio de la organización de las Comisiones Cam­pesinas. Los colonos de San Ignacio del Viar y de Torre de la Reina se negaron a pagar los recibos de la cuota empresarial a la Seguridad Social de 4 o 5 años atrás que el INC les presentó. Como planteaba La Voz del Campo Andaluz, el INC pretende que paguen por una cosa que ellos no obtienen ningún beneficio, ya que muchos de ellos, por considerarlos obreros autónomos, reciben unos cortos beneficios de la Seguridad Social. Además, no empleaban a ningún obrero y necesitaban trabajar como obreros en fincas cercanas. A los colonos de los poblados mencionados se unieron pronto los demás.

En la organización de las Comisiones Campesinas de la Vega intervinieron militantes de diversos partidos de izquierda de los poblados de colonización de la Zona Regable del Viar y las localidades de Brenes, Cantillana, Villaverde del Río y La Rinconada. Se intro­dujeron en las Hermandades de Agricultores y Ganaderos y poco a poco en las demás ins­tituciones agrarias: Comunidad de Regantes, Grupo Remolachero, Central Lechera, etc. Ignacio Vázquez Parladé, terrateniente comunista, propietario de la finca Mudapelo (Bur-guillos) tuvo un papel destacado como dirigente de estas comisiones. Sustituyó en la pre-sidencia de la Comunidad de Regantes del Viar a Fernando de Parias y Calvo de León, de larga tradición en el cargo e hijo de Pedro Parias, amigo de Queipo de Llano.

1975 marca el inicio una nueva etapa claramente movilizadora en el campo. Ya en ene­ro, Realidad recogía acciones realizadas en Lebrija, Brenes y Fuentes de Andalucía. La crisis económica, que tuvo su inicio en 1973 (1974 en España), y la sequía (padecida des­de noviembre de 1974 y que se prolongará hasta agosto de 1976) agudizaron la situación de miles de trabajadores del campo con cerca de 100.000 parados en Andalucía. Ante esta situación la prensa clandestina de CC.OO. resaltaba las acciones realizadas en Lebrija donde, mediante manifestaciones, consiguieron la inmediata puesta en práctica del Empleo Comunitario para combatir el paro” en enero de 1975 y que la jornada era de siete horas de trabajo diarias desde finales de 1974. Así mismo, se habían producido “manifestaciones pacíficas y masivas en Brenes, Fuentes de Andalucía y otros pueblos, donde los trabajadores del campo, llevando las herramientas, pedían a voces trabajo.”

También, el mismo año, la UTT de Villaverde del Río, presidida por Francisco Álvarez Asencio, enviaba a la Cámara Agraria sevillana las siguientes reivindicaciones: un puesto de trabajo diario, subsidio de desempleo semejante al que se percibe en el Régimen Gene­ral de la S. Social, reparto de las tierras mal cultivadas, jubilación a los 60 años, conve­nios por campaña y en caso de enfermedad o accidente el 100% del salario real, sin olvi­dad la exigencia de un Sindicato de clase, libre y democrático.

En los meses de mayo y junio de 1975, en la finca Pedro Espiga, situada en la Zona Re­gable del Viar, en el municipio de Alcalá del Río, estallará un conflicto de especial signi­ficación. Pedro Espiga es una finca de 128,67 ha, propiedad de Federico Crespo, integrada en la sociedad CRESCASA (Crespo Camino Explotaciones Agrícolas S.A.). Para la comercialización estaba asociado con el empresario francés Pierre Arnau, como socio ca­pitalista. Parte de la finca se dedicaba a la producción de nectarina, melocotón de regadío, que se destinaba íntegramente a la exportación a precios muy rentables. Por ello poseía almacenes, frigoríficos e instalaciones para la manipulación y envasado de los melocoto­nes. En las épocas de recolección acudían a trabajar obreros agrícolas de los pueblos cer­canos (Brenes, Villaverde del Río, Alcalá del Río, Esquivel y El Viar) y de otros más leja­nos (Paradas o Pruna), pudiéndose alcanzar el número de 600 en los momentos de mayor actividad y soportando unas duras condiciones de trabajo: ritmos de trabajo agotadores, control y vigilancia constantes, bajos salarios, etc.

El conflicto, impulsado por hombres y mujeres de CC.OO. de Villaverde del Río y de El Viar, que trabajaban en la finca, comenzó el 12 de mayo de 1975. Los trabajadores, que eran unos 400, plantearon una subida de las horas extras, de 65 a 100 ptas. Lo consiguie­ron, pero fue despedido uno de los trabajadores que más se había señalado en la protesta. Fue la gota que colmó el vaso, produciéndose reuniones para elaborar una tabla reivindi­cativa. Simultáneamente al desarrollo de estas iniciativas, otro trabajador fue despedido el día 7 de junio, debido a un enfrentamiento con un capataz, y el día 9 fueron despedidas 80 mujeres. En la asamblea de trabajadores, celebrada tras esos despidos, decidieron ir a la huelga. Por la noche no pudieron realizar una reunión en la plaza de El Viar para informar por la presencia de la Guardia Civil. Al día siguiente, 10 de junio, comenzaba la huelga. 400 trabajadores se concentraban a las puertas de los almacenes con la “compañía” de va­rios números de la guardia civil. Una comisión se entrevistó con los empresarios. No consiguieron nada y decidieron mantener la huelga. La plataforma reivindicativa incluía entre otras cuestiones: 665 ptas. de jornal, igual salario para hombres y mujeres, 6 horas de trabajo, horas extras al 100%, eliminar vigilancias excesivas, derecho efectivo de reu-nión y readmisión de los despedidos. El día 12, tras una asamblea y reunión con el patrón, vigilados por la guardia civil, se llegó a un acuerdo, que incluía la mayoría de las reivin-dicaciones, y se reanudó el trabajo. No fue la única huelga en Pedro Espiga, pues a partir de entonces todos los años los tra­bajadores protagonizaron nuevas acciones para mejorar sus condiciones laborales.

Las elecciones sindicales de 1975 (las últimas bajo la dictadura) supusieron un éxito para las Candidaturas Unitarias y Democráticas de CC.OO. en muchos pueblos. Como decía Realidad (Julio, 1975), “no han sido derrotados ni por la Guardia Civil, ni por las candidaturas antiobreras.” Y denunciaba el pucherazo que se había producido en Fuentes de Andalucía. En estas elecciones se produjo un singular avance sindical en todos los pue-blos de la Vega Media, pero especialmente en Villaverde del Río, Brenes, Burguillos y La Rinconada.

En general, CC.OO. conseguiría la mayoría de los enlaces elegidos en las principales empresas españolas. Para CC.OO. esta victoria electoral suponía mayores posibilidades para poder destruir el Sindicato Vertical desde dentro y conseguir la creación de un Sindi­cato Único de la clase obrera española, como forma de oponerse a la división sindical. Estas elecciones fueron la mejor preparación para la ofensiva sindical que se avecinaba. La muerte del dictador en noviembre de 1975 abrió definitivamente la puerta a la intensa movilización obrera del año 1976, encaminada a superar las consecuencias de la crisis económica y los obstáculos hacia las libertades democráticas, a su pleno ejercicio en la práctica y a su definitiva conquista.

1. Tres obreros en Granada, en 1970; uno en Madrid, en 1971, en una huelga de la construcción; otro en Barcelona, en el mismo año, en el conflicto de SEAT; dos en El Ferrol, en 1972, y otro, en 1973, en San Adrián del Besós una huelga duran­te la construcción de la central nuclear.

 

AUTOR: 
Ramón Barragán Reina
LIBRO: 
ANTIFRANQUISMO Y LUCHA OBRERA EN LA VEGA MEDIA DEL GUADALQUIVIR 1960-1975 (2024), páginas 51 a 55.

 (Continuará)

 

miércoles, 7 de mayo de 2025

SEGUNDA PARTE LA ACCIÓN OBRERA Y ANTIFRANQUISTA EN LOS PUEBLOS DE LA VEGA MEDIA Y EMPRESAS SEVILLANAS (5)

 

1970 será un año especialmente conflictivo, en el que el movimiento obrero da un paso adelante en la lucha por las libertades y por la mejora de las condiciones de trabajo en las empresas y en el campo. Estuvo precedido por la Quinta Reunión General de CC.OO., ce­lebrada en noviembre de 1969, que analizó la situación socio-política derivada del cambio de gobierno, tras el Caso Matesa, que provocó la salida de los azules (Fraga y Solís) y el ascenso del Opus Dei. Los reunidos consideraron que la causa fundamental había sido la constante presión de la clase obrera, el campesinado, los estudiantes, los intelectuales, sectores avanzados del clero y amplios medios populares de la ciudad y del campo, entre otros, y que con el cambio de gobierno de 1969, el poder oligárquico dominaba los meca-nismos del Estado, pero creaba más contradicciones. Proponían llevar adelante la lucha de masas hacia la Huelga General para el logro de las libertades democráticas, por que la o-rientación era preparar las condiciones “para una gran acción generalizada y coordinada en todo el país, por el aumento de los salarios, por el sindicato obrero y por la amnistía general”. Por su parte, las CC.OO. de Sevilla habían fijado su plataforma reivindicativa en 350 ptas. de salario mínimo, 44 horas semanales, 30 días de vacaciones, a igual traba-jo igual salario, 100% en caso de enfermedad, accidente y paro, contra la eventualidad, y, además, por una vivienda digna, por la tierra para quien la trabaja y por los derechos de-mocráticos, incluido el derecho de huelga.

Con estas premisas, en el primer semestre de 1970 Sevilla vivió importantes conflictos, siendo los sectores más afectados Astilleros, Siderúrgica Sevillana, Panaderías y Cons­trucción, en los que se produjeron despidos y detenciones. Ya en el segundo semestre, en octubre, cuando la conflictividad había amainado en la ciudad, el campo sevillano vivirá una gran huelga, como no se había visto antes.

El día 13 del mes de octubre estalló una gran huelga en la que participaron 30.000 tra-bajadores del campo, con especial incidencia en la Comarca del Canal (la Vega del Guadalquivir), zona algodonera por excelencia. La reivindicación fundamental fueron las 5 pesetas por kilo de algodón recogido, pero sin olvidar otras de gran importancia: au-mento salarial para la recogida de la aceituna y un nuevo convenio colectivo para el campo. Se daba la circunstancia que hacía pocos días que se había publicado el Primer Convenio Colectivo, “negociado” en la Cámara Oficial Sindical Agraria (la COSA), para la faenas agrícolas de la provincia, que afectaba a 110.000 obreros y 40.000 explotaciones agrarias y en el que los jornales oscilaban entre las 150 y 250 ptas. y se fijaba en 3,25 ptas. el kilo de algodón recogido para la primera y segunda pasada en regadío y para la primera pasada en secano, cuando la reivindicación desde años atrás era de un mínimo de 250 ptas. para todas las faenas y de 300 para la recogida de la aceituna de verdeo, así como las famosas 5 ptas. por kilo de algodón (LVE, 1/10/1970, p. 6).

La huelga, el día 13, según El Correo de Andalucía, tuvo especial incidencia en los cor­tijos y explotaciones agrícolas del término municipal de La Rinconada: en el cortijo de Casavaca pararon unos 350 trabajadores; en el Toril, 30; en Cabaña Nueva, 100; en Santa Cruz, 60; y en los Solares, 400. En Villaverde del Río y Burguillos estaban participando unos 300 en cada pueblo y Brenes alcanzaba la cifra de 500 obreros en huelga. En total notificaba que “unos 5.000 trabajadores de la zona del canal se habían abstenido de pre­sentarse al trabajo y que las cuadrillas que salieron comenzaron a parar a partir de la 10 de la mañana”. Calculaba que entre los que no salieron al trabajo y los que abandonaron la faena comenzada, se llega a una importante suma, que totaliza casi el número de temporeros reco-lectores (de algodón).” Una nota informativa del Gobierno Civil de Sevilla manifestaba que “no ha habido anormalidad laboral en la recogida del algodón” y que era incierto todo lo pu-blicado por El Correo de Andalucía. Solo admitía que 129 obreros de La Rinconada ha-bían dejado de trabajar (El Correo de Andalucía, 14.101970, p. 8 y 15.10.1970, p. 8).

El día 14, de acuerdo con la información de La Vanguardia Española (LVE), continuaba el desacuerdo entre los empresarios y los trabajadores de la recogida del algodón, pues los empresarios no estban dispuestos a dar más de 3 ptas. por kilo recogido (por debajo aún de lo estipulado en el Convenio Provincial). La noticia recogía, asimismo, retrasos en la recolección del algodón, principalmente en los municipios de La Rinconada, Brenes, Burguillos y Villaverde del Río, donde se puede suponer que la huelga había tenido mayor incidencia. La Delegación de Agricultura insinuaba que los agricultores modestos del al-godón tendrían que dejar de sembrarlo el próximo año ante las dificultades que estaban teniendo (LVE, 15.10.1970, p. 8).

Esta huelga, aunque no se consiguieran los objetivos económicos, tuvo una gran impor­tancia al ser la primera gran huelga en el campo sevillano desde la II República. Pudo rea­lizarse en 1970 gracias a la conjunción de condiciones objetivas y subjetivas, que no se habían dado antes: una coyuntura favorable, al ser uno de los años de menor superficie sembrada de algodón (la mitad, aproximadamente, que en 1965)1 y una total aceptación de la reivindicación principal (aumento del precio del kilo de algodón recogido), que ha­bía sido ampliamente popularizada desde varias temporadas atrás, así como el eco de los conflictos que se habían producido ese año, sobre todo las huelgas de la construcción, en las que bastantes trabajadores de los pueblos cercanos a Sevilla habían participado. Pero, sobre todo, por un trabajo continuado, perseverante y sin desmayo de los militantes co­munistas, no sólo en durante este año, sino desde bastantes años anteriores, empeñados en organizar las CC.OO. en el campo, en los pueblos donde tenían una presencia cosolidada, pero sabiendo movilizar a los trabajadores de localidades cercanas. Por todo ello, los trabajadores vieron que era el momento, y el día señalado, preparado en total clandestinidad, como un solo hombre, comenzaron la huelga y al tercer día, con la misma disciplina, retornaron al trabajo.

La huelga de 1970 puso de manifiesto la capacidad de lucha sindical de los trabajadores del campo, y también el camino a seguir por las Comisiones Obreras del Campo, que poco a poco se consolidaban en toda la comarca. Fue una huelga, como dice Jean-Claude Cambessie, “moderna, a la imagen de las huelgas de la industria”. Su propósito era conseguir unas reivindicaciones económicas, propias de la lucha sindical por unas mejo-res condiciones de trabajo en la perspectiva de forzar un convenio colectivo. La lucha por la tierra pasaba a un segundo lugar, no siendo en ningún caso, salvo para los trabajadores más concienciados políticamente, el motor de la acción.

No obstante, tanto uno como otro medio de información, Realidad y La Voz del Campo Andaluz, insistían en la necesidad de potenciar las Comisiones Obreras Agrícolas y Cam­pesinas y resaltaban la solidaridad de los campesinos (pequeños y medianos,según Reali-dad) con las reivindicaciones obreras, aunque algunos arrendatarios y pequeños agricul-tores mantuvieron una clara hostilidad a la huelga.

Durante la huelga fueron detenidos Manuel Mármol Quesada y Salvador Gutiérrez Chía, ambos vecinos de San José de la Rinconada. Ocurrió el 14 de octubre, segundo y último día de huelga, y estuvieron en la cárcel hasta el 4 de noviembre (21 días). Fueron acusados de un delito de coacciones por haber recorrido las fincas de Casavaca y Cabaña Nueva hablando a los trabajadores para que exigieran mayor retribución por kg. de algo-dón. La sentencia 135/1971 del TOP, dictada en Madrid el 12 de mayo los absolvía, por-que, según el Juez, “se limitaron a acompañar a los oradores”, pero tenían que presen-tarse todas las noches en el cuartel durante un mes.

En Brenes se produjeron, además, en 1970 importantes luchas contra el paro. Los obre­ros parados, tras reunirse en asamblea, realizaron concentraciones ante el Ayuntamiento y la Hermandad Local de Agricultores, así como manifestaciones de noche, en silencio, por las calles del pueblo, consiguiendo que el Alcalde, Francisco Arjona Plaza, se reuniese con los patronos de la localidad. Tras tres reuniones acordaron distribuir a los trabajadores entre ellos, según el número de hectáreas de cada uno, aunque no tengan trabajo. Fue un éxito, que recordaba a la II República, que era cuando se hacían cosas semejantes, cre­ando las condiciones para que las Comisiones Obreras de Brenes fuesen un referente en la lucha por el trabajo y por unas mejores condiciones de trabajo. No fueron las únicas ac-ciones que se realizaron contra el paro en Brenes, pues según Juan Rodríguez Rodríguez, fueron muchas las veces que tuvo que verse con el Alcalde para dar soluciones al pro-blema, tras reuniones en la plaza (lugar de contratación), que era donde se fraguaban las acciones con la participación de todos los parados.

Y también en Brenes, en 1970, los jóvenes de las JJCC protagonizaron otras mani-festación, similar a la de 1968. Se distribuyeron en pequeños grupos de tres y a la señal convenida se fueron agrupando poco a poco hasta concentrarse todos en Cuatro Caminos coreando el lema de la manifestación: “Pan y trabajo”. Desde ese punto se dirigieron al Ayuntamiento. En cabeza de la manifestación iban algunos hijos de guardias civiles o municipales. Eso no impidió que al llegar a la plaza donde está el Ayuntamiento fuera di-suelta por la Guardia Civil sin que se produjeran detenciones.

El año 1970, que fue especialmente conflictivo al producirse más de 1.500 huelgas en toda España, terminó con el Proceso de Burgos, el Consejo de Guerra contra dieciséis mi-litantes de ETA (seis de ellos condenados a muerte y los demás a penas entre 70 y 12 años), y el Estado de Excepción, decretado por el Gobierno el 14 de diciembre de 1970 con una duración de seis meses, dadas las repercusiones nacionales e internacionales de dicho juicio, para poder reprimir con más libertad aún el antifranquismo y las movili-zaciones obreras y estudiantiles que se sucedían en España. Entre finales de dicho año y primeros meses del siguiente muchos comunistas sevillanos fueron detenidos, y será en ese ambiente represivo en el que se celebraron en mayo de 1971 las elecciones sindicales, que habían sido aplazadas una y otra vez. Desde 1966 no se habían vuelto a convocar y ahora se convocaban con lanovedad” de la nueva Ley Sindical ya en vigor.

Estas elecciones de 1971, a pesar de las condiciones adversas, supusieron un avance en la representación obrera para los militantes del PCE y un fortalecimiento de las CC.OO. de la Vega y otras comarcas sevillanas, aunque Francisco Megolla Rodríguez continuó siendo el presidente de la UTT de la COSA. En Brenes eligieron presidente de la UTT a Juan Rodríguez Rodríguez y como vicepresidente lo fue Francisco Magro Ortiz, y en Villaverde del Río Francisco Álvarez Asencio logró ser elegido y formar parte de la UTT de esa localidad, de la que será presidente en 1975, como culminación a su papel central en el desarrollo de la lucha antifranquista y en la lucha obrera, al frente de CC.OO. de su localidad.

En septiembre de 1971, el con objetivo de coordinar la acción en el campo sevillano, se produjo una reunión en Sevilla de las Comisiones Obreras Agrícolas y Campesinas de la Provincia. A la reunión asistieron delegados “de las comarcas de La Rinconada, Brenes, Dos Hermanas, Gerena, Fuentes de Andalucía y Morón”. Hicieron un breve análisis de los resultados electorales, mostrando satisfacción por los avances conseguidos. aunque constataban que “en algunos pueblos las Comisiones no han actuado de forma organizada y por lo tanto se han conquistado pocos puestos, aún siendo fuertes el número de obreros pertenecientes a Comisiones.” Señalaban que eso había pasado en Los Palacios y Fuentes de Andalucía. Reafirmaban, no obstante, el modo de operar de CC.OO.: utilización de los cauces legales y de los cargos sindicales, a la vez que potenciaban la participación directa de los traba-jadores en los tajos, en la plaza o en los mismos locales sindicales de las Hermandades y se organizaban las CC.OO. clandestinas como motor de la lucha en el campo. Animaban, asimismo, a confeccionar en cada pueblo o comarca su propio programa reivindicativo e impulsar acciones comarcales o provinciales en los momentos adecuados. Por último, ma-nifestaban su apoyo a las reivindicaciones de los pequeños campesinos y aparceros o arrendatarios. resaltando el problema de los lecheros de La Rinconada, a los que trataban de cerrarles sus vaquerías y apoyaban las Comisiones de La Rinconada.

La Voz del Campo Andaluz (noviembre de 1971, p. 2) informaba de acciones realizadas por obreros de Brenes en una finca con el fin de conseguir la jornada de 7 horas, algo normal ya en la mayoría de las fincas, pero que algunos agricultores se resistían a cum-plir. Ante la negativa del dueño, 70 trabajadores se declararon en huelga el 15 de octubre, manteniéndola hasta conseguir su objetivo. Asimismo, en en mismo mes, un grupo de jóvenes mujeres de Brenes, trabajadoras del campo, promovieron una importante acción contra un patrón que les estaba pagando por debajo de lo estipulado, “queriéndose apro-vechar de su condición de mujeres”. Se presentaron en el “Sindicato” y consiguieron que les reconociesen todos sus derechos, aunque algunas mujeres fueron despedidas.

También en Brenes, a finales de 1971, en una fábrica exportadora de naranjas que había cerca del arroyo El Bodegón de las Cañas, dependiente del Cortijo Casablanquilla, pro­piedad de José Gandía Giner, jóvenes breneros van a protagonizar un singular conflicto. En la fábrica lavaban, clasificaban y envasaban las naranjas, que eran exportadas, en avión, a Alemania. En estas faenas trabajaban unas 100 mujeres y unos 20 hombres, jóve­nes, que tenían que cargar los camiones. Trabajaban de día y noche, de lunes a domingo. Llegó un momento en que ya no podían aguantar mas y les pidieron al empresario que les dejara libre el domingo para poder descansar y poder salir con sus novias o amigas. Pero llegó el domingo y les comunicaron que tenían que cargar cuatro camiones. Se negaron y se fueron a Brenes. Cuando el lunes volvieron al trabajo ya habían contratado a otros y ellos estaban despedidos. Fueron a Sevilla, al Vertical, y pusieron la correspondiente de­nuncia ante Magistratura del Trabajo. Todos los días, durante una semana, iban al lugar del trabajo y permanecían a las puertas de la fábrica para hacer visible el conflicto y como prueba de no aceptación del despido. Finalizada la semana, fueron llamados por el Dele­gado de Sindicatos en Brenes a una reunión en la que estaba presente el encargado de la empresa. Les comunicó que les iban a pagar los días no trabajados y que les daban trabajo en el campo, recogiendo naranjas. Toda una victoria obrera, que tuvo amplia repercusión en el pueblo y en toda la comarca, aunque sus protagonistas no pertenecían al PCE, ni a CC.OO.. Posteriormente, algunos de ellos, caso de Francisco Rosales Martínez, se afilia-ron a las JJ.CC. de Brenes.

En octubre de 1971 se celebró una reunión (clandestina, como todas) de la Coordi-nadora Regional andaluza, en la que analizaron la actividad de los cargos sindicales en la lucha de las CC.OO..AA y CC. Acordaron elaborar una ponencia para presentarla en la Coordinadora General de CC.OO. y una declaración contra las rentas abusivas de las tierras de los terratenientes a los campesinos arrendatarios, con el objetivo de que luchen y sean ellos los que determinen lo que deben pagar por las tierras que cultivan”.

Como anticipo de la ponencia sobre la lucha contra el paro, en La Voz del Campo Anda-luz de noviembre de 1971 se analizaba y rechazaba la Orden Ministerial de 2 de octubre, que daba luz verde al llamado Empleo Comunitario, que había nacido como consecuencia del Decreto 2123/1971, de 23 de julio (BOE de 21 de septiembre), disponiendo su artículo 23 que, en sustitución de las prestaciones económicas por desempleo previstas en el Régimen General de la Seguridad Social, se otorgarán ayudas a los trabajadores por cuenta ajena del régimen Especial Agrario, preferentemente mediante la aplicación de fórmulas de em-pleo transitorio con carácter comunitario. Y es que el Gobierno había vuelto a dejar fuera a los obreros agrícolas del seguro de desempleo que ya hacía tiempo que tenían los traba-jadores de los demás sectores productivos. CC.OO. rechazó esta medida, pues no era un verdadero Seguro de Desempleo, tal como venía reivindicando, sino una “ayuda” que co-locaba a los trabajadores del campo en inferioridad de condiciones. Planteaba, asimismo, la necesidad de atacar las causas que originaban el paro, lo que exigía, de acuerdo a sus reivindicaciones máximas, una profunda Reforma Agraria, que pusiese los grandes lati-fundios irracionalmente cultivados o abandonados en manos de quienes los trabajaban, con ayudas económicas y técnicas del Estado. No obstante, llamaba a sacar experiencia de la lucha contra el paro, mantenida año tras año, puesto que “si hoy el Gobierno hace ver que se preocupa del paro en el campo es porque nuestra lucha le obliga a ello, pues le teme”, y a aprovechar todos los cauces “habidos y por haber”, incluso estas nuevas medidas “para hacer más fácil la movilización de los parados”, mediante asambleas en las Hermandades, donde se decida “lo mejor que se puede realizar en cada momento”, involucrando a todo el pueblo, incluido el cura-párroco.

El Empleo Comunitario dejaba libre de cargas a los empresarios agrícolas y tenía el ob­jetivo de aminorar la conflictividad, pero a partir de 1971 los hombres y mujeres del PCE y de las CC.OO. del Campo pudieron ejercer un mayor control sobre los proyectos de obras y sobre los parados que debían realizarlas en cada pueblo, ya que, como novedad, en relación a lo que se hacía hasta entonces con los fondos para paliar el paro que depen­dían de los Gobiernos Civiles, los nuevos fondos corrían a cargo de la Mutualidad Nacio­nal Agraria, interviniendo en su distribución la Comisión Provincial de Empleo con el asesoramiento técnico de la COSA y la colaboración de las Hermandades Sindicales Lo­cales de Labradores y Ganaderos, que formulaban las propuestas para la realización de las obras, y las obras debían estar relacionadas con la agricultura de cada municipio. Esa co­laboración de las Hermandades (el Sindicato Vertical) propició la participación y el con­trol de los sindicalistas de CC.OO., que en esas fechas formaban parte de algunas de las UTT de las Hermandades, y la realización de nuevas acciones obreras, que consolidaban el sindicalismo de clase que representaba CC.OO. en los pueblos.

1. Si en 1965 la superficie sembrada de algodón en toda la Vega Media, en ambas márgenes del río Guadalquivir, superaba el 65% del total, en el año 1970 no llegaba al 35%, aunque después durante unos años aumentó.

AUTOR: 
Ramón Barragán Reina
LIBRO: 
ANTIFRANQUISMO Y LUCHA OBRERA EN LA VEGA MEDIA DEL GUADALQUIVIR 1960-1975 (2024), páginas 46 a 51

 (Continuará)