La conquista militar de los pueblos de la Vega Media y la usurpación del poder local
El día 26 de julio de 1936, domingo por más señas, las columnas de la muerte1 hicieron su aparición en la comarca de la Vega Media del Guadalquivir. No hubo enfrentamiento de dos ejércitos, no hubo guerra propiamente dicha: lo que hubo, a partir de dicho día, fue ocupación militar al más puro estilo colonial, llevada a cabo por un “ejercito africanista” con larga experiencia de guerra en el Rif marroquí. Y junto a la ocupación, se produjo una apropiación violenta e ilegal de los Ayuntamientos, formando Comisiones Gestoras, y una represión política, perfectamente planificada desde las altas esferas del poder militar y desde el primer día, que contaron con la entusiasta colaboración de los “nuevos poderes” locales. Los presidentes de las Comisiones Gestoras se convirtieron en los alcaldes de cada municipio.
Dos fueron las columnas que el día 26 salieron de Sevilla:
Una
de ellas, dirigida por los comandantes Rafael Corrales Romero y
Francisco Buiza Fernández-Palacios, entró en La Algaba, que ya
había sido controlada por la Guardia Civil. Allí procederán a la
usurpación del poder local con la constitución de la Comisión
Gestora del Ayuntamiento, que fue presidida por Nicolás Carranza
Géniz.2
Unas horas más tarde llegaron a Alcalá del Río, que desde el día
25 de julio la localidad estaba ya controlada por la Guardia Civil.
La C. Gestora municipal quedó a cargo de José Velázquez Quiles.3
La
otra columna, que también salió de Sevilla el día 26, fue la del
terrateniente Ramón de Carranza Gómez, la cual, después de tomar
Guillena, ocupó Burguillos a las 18 horas del día 26 de julio.
Mientras una banda de música se paseaba por el pueblo para
entretener a los vecinos y los niños, cortaron la calle Real, entre
Virgen del Rosario y calle de la Fuente, y en la plaza, delante del
Ayuntamiento realizaron los tres primeros fusilamientos. Los cuerpos
de los primeros asesinados (“pasados por las armas”)4
fueron cargaron en un carro y los enterraron detrás del cementerio.
A las 22 horas del mismo día se constituyó en el Ayuntamiento la
correspondiente C. Gestora, siendo el acto fue presidido por Joaquín
Velázquez Carballar, y como gestores (nombre dado a los que hicieron
las veces de concejales) fueron nombrados Manuel Medina Pérez y
Manuel Guerra Ballesteros.5
Brenes
y Villaverde del Río fueron controladas por la Guardia Civil, con el
apoyo de los falangistas y derechistas locales, el día 26 de julio.
En
Brenes,
el día 26, en reunión presidida por el sargento de la Guardia
Civil, Francisco Cuevas Rodríguez, se constituyó la C. Gestora, que
quedó presidida por Antonio Martínez Durán. Como gestores fueron
nombrados: José Jiménez Ramírez, Francisco Osuna Muñoz, José
Gispert Vilardebo, Antonio Delgado Gutiérrez, Bartolomé Mazuela
Muñoz y Miguel Plaza Pérez. En Villaverde
del Río,
un día después, fueron nombrados: Manuel Lara Vargas, como alcalde,
y como gestores: Miguel Palacín Morales, Baldomero Domínguez
Aguilar, José María Morales Martín, Rafael Sarmiento Martín,
Rafael Solís Sarmiento y Silvestre García Sarmiento. Este acto
estuvo presidido Bienvenido Pérez Lorente, Comandante de Puesto.1
Tanto
Francisco Cuevas como Bienvenido Pérez actuaron en nombre de Queipo
de Llano, otorgándoles el poder municipal.
En
ningún caso hubo oposición a la entrada de las tropas fascistas en
estos pueblos. No era posible oponerse a un ejército bien equipado.
Sólo en San José de la Rinconada existió alguna resistencia
que fue vencida con prontitud. La mayoría de los dirigentes
políticos y sindicales de todos los pueblos, junto a otros muchos
vecinos, habían huido con anterioridad. Los que se quedaron
terminarían siendo asesinados o encarcelados.
El
día 30 de julio, cuando pasó por esas localidades la columna de Gutiérrez Pérez, acompañada de la harka
Berenguer, camino de Cantillana, quedaron todos confirmados en sus
cargos y los Comandantes de Puesto nombrados comandantes militares de
su respectivas localidades.
Cantillana
fue tomada “manu
militari”
el 30 de julio por la columna del comandante José Gutiérrez Pérez, que
llevaba como segundo al comandante de ingenieros Gonzalo Briones
Medina. Tres cañonazos, lanzados desde El Cortijillo, dieron el
aviso, provocando la huida masiva de vecinos, pues dos de ellos
impactaron en el pueblo. De forma que tras una leve resistencia
(menor de la prevista), las heterogéneas fuerzas fascistas
(mecanizadas y bien pertrechadas) entraron en el pueblo disparando a
diestro y siniestro. Cinco cantillaneros murieron por disparos de
“las
fuerzas
que
vienen a pacificar España, evitando la anarquía que venía
existiendo...” en
distintas calles, y en el Barranco, horas después, efectuaron los
primeros asesinatos (no menos de nueve) en aplicación del Bando de
Guerra. El terror se había ya apoderado de los vecinos. Además,
unos doscientos vecinos fueron detenidos, sin saber lo que se les
venía encima. Una
vez hecho el “trabajo” constituyeron la C. Gestora municipal, con
Juan Arias Rivas, como presidente, y con Manuel Camacho Peral,
Francisco Durán Pérez, Francisco Naranjo Solís, José Naranjo
Díaz, Manuel Zayas Solís, Antonio Barrera Sanz, Ramón Farfán
Rivas, Francisco Sarmiento Espinosa y José Naranjo León, como
gestores.8
Después, a columna de José Gutiérrez Pérez continuó camino hacia
Tocina.
Tocina
se defendió, llevando a cabo una tenaz y heroica resistencia, lo que
no evitó que ese mismo día un
importante número de
personas fueron puestas delante de una metralleta y asesinadas en el
paso de nivel, cerca de la estación, sin piedad y sin juicio
alguno.12
Las tropas fascistas se hicieran con el control de la localidad a
últimas horas de la tarde. El acto de constitución de la C. Gestora
en el Ayuntamiento fue presidido por “el
Señor Comandante de la Columna de Operaciones D. José Gutiérrez
Pérez en representación del Exmo. Señor General Jefe de la 2ª
División D. Gonzalo Queipo de Llano...”,
que “les
hizo presente la difícil situación por que atraviesa nuestra
querida España”.
Fue nombrado presidente de la C. Gestora Francisco López Toro y como
gestores: Andrés Gavira Rodríguez, Antonio García Capilla, José
Ramos Guitar, José Márquez Pérez,9
Antonio Olís Bocanegra, Gumersindo Márquez Martínez de la
Peña, Fernando Gutiérrez López, Francisco Ramírez Jiménez,
Manuel Neyra Gallego y Nazario de Torres Gutiérrez.10
El 1 de agosto hubo un intento republicano de retomar Tocina, que
fracasó tras una enconada lucha. Después, la represión continuaría
en los días siguientes (y meses y años después), tal como ocurrió
en todos los demás pueblos, contra todos (hombres y mujeres) que
hubiesen tenido algo que ver con el Frente Popular y las
organizaciones que lo formaban o eran de supuestas ideas
izquierdistas, y contra sus familiares, por si acaso.
Militares y falangistas en la conquista de Tocina |
Los
“nuevos” Ayuntamientos, además de intentar "solucionar" algunos
problemas y de otras
cosas de mayor envergadura,
que no aparecerán en las actas, y para las que contaban con la ayuda
de milicias armadas, organizadas por las columnas militares
ocupantes, se dedicaron: a quitar rápidamente los nombres
republicanos de las calles y ponerles los nombres de Franco (el
Generalísimo),
José Antonio, Queipo de Llano, Sanjurjo, Pedro Parias y un sinfín
de nombres de militares o falangistas destacados, aunque la gente las
siguió llamando por sus nombres tradicionales, evitando, eso sí,
usar los nombres de la etapa republicana; a nombrar a Franco hijo
adoptivo de cada localidad o solicitar la creación de la Gran Cruz
del Merito Agrícola y su concesión a Queipo de Llano y a Pedro
Parias (esta iniciativa había surgido en la Comisión
Gestora franquista del Ayuntamiento de Brenes),
y a comprar banderas, bustos de José Antonio, cuadros y crucifijos,
así como organizar actos patrióticos y religiosos de las fiestas
locales o nacionales (18 de Julio, día
del alzamiento,
y 1 de Octubre, día
del caudillo),
hacer colectas y subvencionar, por supuesto, viajes para actos
provinciales a Falange y sus organizaciones juveniles o infantiles.
CONQUISTADOS
LOS PUEBLOS, COMENZÓ UNA BRUTAL REPRESIÓN
El
total víctimas mortales de la represión militar-fascista en los
meses posteriores a la ocupación de las localidades de los ocho
municipios de la Vega Media, incluidos los alcaldes asesinados, fue
de 382 personas, aunque podría ser superior cuando finalicen las
investigaciones que están realizando. La represión ejercida contra
la población civil fue una represión premeditada, sistemática y
organizada desde los altos mandos militares (Queipo de Llano y sus
Delegados de Orden Público: Manuel Díaz Criado, primero, y Santiago
Garrigós Bernabeu, después), que contó con una muy excelente
colaboración de personas (“de orden”, que pertenecían a
“partidos de orden”) en todos los pueblos, y que tenía vocación
de ser permanente hasta el sometimiento total de todos los españoles.
Además, todas estas víctimas fueron asesinadas sin ningún tipo de
juicio, aplicándoles el Bando de Guerra (BG) dictado por Queipo de
Llano. Por lo que no deberíamos decir que fueron fusilados o
fusiladas.11
Cuando empezaron a hacer juicios, ya en 1937, estos serán una
pantomima, un mal teatro, sin garantías jurídicas, y seguirán los
asesinatos.
NOTAS:
Otros
muchos tuvieron que huir (más de 800 hombres de los ocho municipios) y
se enrolaron en el ejército republicano para defender la
legalidad constitucional y la democracia. A su vez, otros muchos
“visitaron” las cárceles sevillanas, incluido el barco-prisión
Cabo Carvoeiro,
de triste recuerdo, y algunos fueron sometidos a trabajos forzosos en
la continuación de la construcción del canal del Viar entre
1937 y 1938, para lo que utilizaron el Cortijo El Caballero,
propiedad de Agustín Vázquez Armero, como campo de concentración,
en el término municipal de Guillena. Por su parte, muchas mujeres,
relacionadas con los asesinados o encarcelados o que habían tenido
una actividad republicana destacada, sufrieron todo tipo de
humillaciones: fueron rapadas, paseadas por los pueblos, obligadas a
ingerir aceite de ricino y encarceladas, y en algunos casos, violadas
y obligadas a satisfacer los deseos sexuales de algún que otro
falangista, alentado por las “charlas” radiofónicas de
Queipo, o de servidores de la Benemérita, como es el caso del
sargento Cuevas durante su estancia en Brenes. Adermás, sufrieron expedientes de incautación de bienes. A todos los partidos y sindicatos le requisaron sus locales y bienes.
(Texto íntegro puede leerse en DE LA CLANDESTINIDAD A LA LIBERTAD CONQUISTADA, pp 94-100, de donde está tomada esta publicación)
1.
La columnas estaban formadas por unidades militares, con
legionarios y regulares, y fuerzas de orden público, estando
acompañados de voluntarios (falangistas y requetés). Junto a ellas
operaron las harkas: unidades
irregulares, mandadas por un oficial, y formadas por marroquíes
mercenarios. También iban guardias civiles y soldados de reemplazo
movilizados. No les faltaba artillería, morteros, ametralladoras y
tanqueta...
2.
AMLA, Legajo 403. En un
expediente de este legajo del año 1937 aparece su nombre. Ha sido
imposible conocer el nombre del presidente y de los gestores por las
Actas Capitulares, porque los libros 8 y 9 han desaparecido del
Archivo Municipal. Nicolás Carranza en 1933 había sido presidente
del PRC (el partido de Miguel Maura). Fue sustituido por José Alba
Tirado en mayo de 1937.
3.
AMAR,
Legajo 198. Tampoco en Alcalá es posible leer el acta de
constitución de la Comisión Gestora: el libro, donde debería
estar, tiene las hojas en blanco. En diciembre de 1936 (Libro 26
Actas capitulares) fue sustituido por Manuel Gar-cía-Baquero
García-Baquero. Los gestores fueron: Manuel García Miró, Alfonso
Mazueco Martín, Manuel García Martín, Antonio Ojeda Rendón, José
López García y Antonio Díaz González.
4.
Así aparece en los bandos de guerra, declaraciones o comunicados
de los militares sublevados, ya fuesen de Queipo de Llano, Cascajo,
Cánovas Lacruz o Goded..., por nombrar a algunos.
5.
La orden de constituir la C. Gestora fue firmada por Ramón de
Carranza, según puede leerse en el acta de constitución de la
Comisión Gestora el día 26 de julio. En el acta de la reunión del
día 29 aparece Manuel Medina Pérez como Alcalde, el cual fue
sustituido en el cargo, en febrero de 1937, por Doroteo Blanco
Prieto (AMBU, Libro 9: actas capitulares).
6.
AMLR, Signatura 4138, actas capitulares de 1936. Rafael Sánchez
Fernández fue sustituido por José Espina Pérez el 8 de julio de
1938.
7.
AMBR, Libro 22, Acta de 26 de julio de 1936; AMVR, Libro 19, Acta
de 27 de julio de 1936. Antonio
Martínez, de Brenes, fue sustituido, un mes después, por Antonio
Delgado Gutiérrez y en agosto de 1937 por Tadeo Muñoz Alcalá.
8.
AMC, Legajo 14: borradores de actas. Con las palabras en cursiva,
que recojo literalmente, comenzó el acto de constitución de la
Comisión Gestora municipal. En su reunión del 28 de agosto, la
primera después del 30 de julio, el Alcalde propuso a los gestores
afiliarse a Falange porque “Falange no es un partido político
sino la unión de españoles siempre dispuestos a sacrificarse por
la patria”. Todos aceptaron. En julio de 1939 Francisco
Errazquin Fuentes-Cantillana sus-tituyó a Juan Arias al frente del
Ayuntamiento cantillanero.
9.
Los cuatro primeros gestores fueron considerados alcaldes de Tocina
en años posteriores. José Márquez Pérez (Alcalde del 8/11/
1953 al 2/02/1954, Libro 11, AMT), era cuñado de Manuel Naranjo
Alonso, que fue Alcalde de Tocina y fue asesinado el 7 de octubre de 1936, pues
estaba casado con Carlota Naranjo Alonso, hermana de Manuel.
10.
AMT, libro 7: Actas capitulares. En enero de 1937 Andrés Gavira
Rodríguez, sustituyó a Francisco López Toro, que había sido
juzgado en Consejo de guerra, en noviembre de 1936, por haber
proporcionado salvoconducto y 300 ptas., a cambio de unos cerdos, a
Antonio García García, por lo que éste pudo marcharse a Granada.
El Juez pidió el revocamiento de del auto de procesamiento y
prisión. El Auditor lo firmó el 3 de diciembre de 1936 (ATMTS-SE,
Causa 521/1936, Legajo 100-2697). Antonio García, el
Granaino, fue detenido en Lachar (Granada) y juzgado y
ejecutado en Sevilla.
11.
Fusilar significa “ejecutar a una persona con una descarga de
fusiles”. Ejecutar: ajusticiar, dar muerte al reo condenado
a ella.
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