El
18 de julio de 1936, el día más negro de la Historia de España, hace ya 79 años, marca
el inicio de la Guerra Civil y del triunfo del fascismo. El traidor Gonzalo
Queipo de Llano al mando de los militares sublevados contra la II
República conquistaba militarmente de Sevilla a
sangre y fuego y
quedaba convertido
en hombre fuerte de la II División (Andalucía) al
ser nombrado por Franco Jefe del Ejército de Operaciones del Sur y,
posteriormente, capital general de la II División Militar.
Reacción en los pueblos:
En los pueblos de la Vega Media del Guadalquivir, tras un primer momento de incredulidad, llegó el desasosiego y la cólera contenida, que estalló en algunas ocasiones sin mayores consecuencias. El fascismo y la muerte habían hecho acto de presencia con voluntad de quedarse durante largo tiempo. Pocas cosas ocurrieron, en contra de lo que algunos piensan, en los días previos a la llegada de las columnas de la muerte o al control de algunos pueblos por la Guardia Civil, los llamados “días del dominio rojo” por los sublevados para justificar su acción contra los poderes legalmente constituidos. Quisieron prepararse para contener la embestida militar, pero descubrieron que apenas podían hacer nada. Lo que estaba pasando en la capital, que se conocía por lo que contaban los que de allí huían, asustaba en los pueblos, a la vez que se presagiaba lo peor, puesto que los discursos radiofónicos de Queipo de Llano no daban lugar a la duda y las malas noticias no dejaban de llegar día tras día.
Reacción en los pueblos:
En los pueblos de la Vega Media del Guadalquivir, tras un primer momento de incredulidad, llegó el desasosiego y la cólera contenida, que estalló en algunas ocasiones sin mayores consecuencias. El fascismo y la muerte habían hecho acto de presencia con voluntad de quedarse durante largo tiempo. Pocas cosas ocurrieron, en contra de lo que algunos piensan, en los días previos a la llegada de las columnas de la muerte o al control de algunos pueblos por la Guardia Civil, los llamados “días del dominio rojo” por los sublevados para justificar su acción contra los poderes legalmente constituidos. Quisieron prepararse para contener la embestida militar, pero descubrieron que apenas podían hacer nada. Lo que estaba pasando en la capital, que se conocía por lo que contaban los que de allí huían, asustaba en los pueblos, a la vez que se presagiaba lo peor, puesto que los discursos radiofónicos de Queipo de Llano no daban lugar a la duda y las malas noticias no dejaban de llegar día tras día.
En todos los pueblos se
constituyeron comités locales de defensa de la República; se
requisaron armas (escopetas y pistolas) y alimentos (trigo, aceite o
ganado) para abastecer a las poblaciones, dadas la interrupción de los suministros; se organizaron patrullas de
vigilancia en los accesos de cada localidad, y se idearon algunos
sistema de defensa popular, que no servirían para nada.
No obstantes, en algunos pueblos, pocos, en aquellos frenéticos días, llenos de incertidumbres y temores, se produjeron algunos hechos más dramáticos o lamentables. Fueron los
siguientes:
En
La Algaba, el día 23, murió un piloto del Aero Club1
de Sevilla, sargento de Aviación, en un tiroteo en el puente, que
también le costó la vida a un trabajador. Después, los jueces
militares culparon de esta muerte a todos detenidos de La Algaba y
pueblos cercanos hasta que se hartaron...
En
Tocina2 se produjo un duro enfrentamiento el día 20 de julio entre
vecinos y trabajadores armados, partidarios de la legalidad republicana (las “tropas
milicianas” u “hordas marxistas”, como serán llamados por los
partidarios de la sublevación militar), y los miembros de la Guardia
Civil en Tocina,3
que habían decidido no acatar estos las órdenes de la autoridad
municipal (la única legitima en aquellos momentos); ponerse al lado de los militares sublevados e intentar
salir para Villanueva del Río y Minas, donde estaba la cabeza de
mando, cumpliendo las órdenes recibidas de su superioridad. En el
intento de huida, fueron detenidos en la plaza del pueblo y obligados
a recluirse en el cuartel. En este tiroteo, a plena luz del día,
murió
un trabajador (Antonio el
Sevillano)
y el guardia civil Manuel Gutiérrez Calvo, siendo herido otro
guardia, José Corrales Castillo, que fallecería días después, a pesar de los esfuerzos de los vecinos por salvarlo.
Los guardias civiles tuvieron que replegarse al Cuartel. El Alcalde, Manuel Romero Martín, los llamó tres veces por teléfono: la primera, para pedirles que se entregasen, siendo denegada la petición por el sargento Vega; la segunda, para rogarles que dejasen salir a las mujeres y niños, pero ellas decidieron quedarse con sus maridos; y la tercera llamada no fue contestada, pues descolgaron el teléfono. Entre ese día y el 30 de julio el cuartel fue estrechamente vigilado por los vecinos y trabajadores partidarios de la República y acosado en más de una ocasión desde la torre de la iglesia. El día 22, a consecuencia del hostigamiento de los republicanos, quedó hundida por entero la techumbre y parte de la primera planta del edificio. Al día siguiente, tuvieron que trasladarse a una casa contigua. Desde ahí intentaron varias veces salir, haciendo frente a los vecinos republicanos, dirigidos por el Comité popular. En una de estas acciones los guardias civiles causaron la muerte de dos personas (Lorenzo Fernández y Antonio el Cebolla), hirieron a otros y el sargento Lorenzo Vega fue también herido. Moriría el día 26, en extrañas circunstancias. La noticia de la conquista militar de Tocina les fue comunicada por el teniente Juan Luis Márquez Pérez, de la Guardia Civil, que llegó con columna militar fascista del comandante Gutiérrez Pérez.
Los guardias civiles tuvieron que replegarse al Cuartel. El Alcalde, Manuel Romero Martín, los llamó tres veces por teléfono: la primera, para pedirles que se entregasen, siendo denegada la petición por el sargento Vega; la segunda, para rogarles que dejasen salir a las mujeres y niños, pero ellas decidieron quedarse con sus maridos; y la tercera llamada no fue contestada, pues descolgaron el teléfono. Entre ese día y el 30 de julio el cuartel fue estrechamente vigilado por los vecinos y trabajadores partidarios de la República y acosado en más de una ocasión desde la torre de la iglesia. El día 22, a consecuencia del hostigamiento de los republicanos, quedó hundida por entero la techumbre y parte de la primera planta del edificio. Al día siguiente, tuvieron que trasladarse a una casa contigua. Desde ahí intentaron varias veces salir, haciendo frente a los vecinos republicanos, dirigidos por el Comité popular. En una de estas acciones los guardias civiles causaron la muerte de dos personas (Lorenzo Fernández y Antonio el Cebolla), hirieron a otros y el sargento Lorenzo Vega fue también herido. Moriría el día 26, en extrañas circunstancias. La noticia de la conquista militar de Tocina les fue comunicada por el teniente Juan Luis Márquez Pérez, de la Guardia Civil, que llegó con columna militar fascista del comandante Gutiérrez Pérez.
El
enfrentamiento y la posterior vigilancia y asedio del cuartel se
saldó con un total seis muertos: tres vecinos (dos ellos menores,
posiblemente, según algunas informaciones) y tres guardias civiles. La represión militar en
Tocina, desde el mismo 30 de julio, fue brutal. Le costó la vida a
más de cien vecinos y muchos años de cárcel a otros muchos.
En
esos día también se produjo la quema de imágenes de la iglesia
parroquial, afectando al retablo del altar mayor. La imagen del
Cristo de la Vera Cruz que sufrió desperfectos, sin que esté aún
clara la autoría de los hechos.4
Tampoco están claras las circunstancias de la muerte de Manuel
Salinas Camacho cuando estaba detenido. Era el único preso que estaba en la cárcel, pues los presos derechistas estaban recluidos en el Ayuntamiento, y no les pasó nada.5
También
en Tocina, el 30 de julio, encontraron la muerte tres falangistas
armados (Manuel Martínez, de Tocina, y Baldomero García y Manuel Hoyos), que
llegaron en coche desde Sevilla, como avanzadilla de las fuerzas que
ya estaban en Cantillana, y entraron en el pueblo, queriéndose
saltar todos los controles puesto por el Comité Local y “sin
adoptar las debidas precauciones”6
En
Cantillana, en la noche del 25 al 26 de julio, se produjo el incendio
de la Iglesia Parroquial y la destrucción de algunas imágenes
religiosas, sin que estén aún claros quienes fueron los inductores
del hecho. Anteriormente se había producido la muerte de un afiliado
a la CNT por disparo de escopeta de otro cantillanero afiliado a la
FNTT-UGT. Éste hacía guardia al declararse la huelga
general y tenía la orden de impedir que se fuese a trabajar,
mientras que el cenetista había salido con la intención de ir al
campo para recoger hierba para sus animales, desoyendo las
instrucciones dadas.
Hubo
algunas detenciones de personas de derecha en algunos pueblos: 34 en
Alcalá del Río, 30 en La Rinconada, 35 en Tocina y 1 en Cantillana.
Todos fueron puestos en libertad, sin que les pasara nada más, antes
de la llegada de los militares sublevados.7
En
los demás pueblos no ocurrió nada digno de mención, salvo los hechos de carácter general.
PERO ESTE SUPUESTO DOMINIO ROJO DURÓ POCO...
ENTRE EL 26 Y EL 31 DE JULIO TODOS LOS PUEBLOS CAERAN BAJO EL PODER DE LOS MILITARES Y LOS FASCISTAS.
PERO ESTE SUPUESTO DOMINIO ROJO DURÓ POCO...
ENTRE EL 26 Y EL 31 DE JULIO TODOS LOS PUEBLOS CAERAN BAJO EL PODER DE LOS MILITARES Y LOS FASCISTAS.
(Este texto, con algunas adaptaciones, forma parte de mi libro DE LA CLANDESTINIDAD A LA LIBERTAD CONQUISTADA, pp. 92-94)
1.
Este Club, al que pertenecían
los miembros de la burguesía sevillana, tuvo un destacado papel en
la conquista de Sevilla por los militares sublevados al mando de
Queipo de Llano, participando en la represión de los barrios
obreros sevillanos que se opusieron al golpe militar fascista y
en la conquista de pueblos de la provincia.
2. Las fuentes utilizadas para la
reconstrucción del relato de lo ocurrido entre el 20 y el 30 de
julio de 1936 en Tocina, que es de mi exclusiva responsabilidad, han
sido: testimonios orales de algunos vecinos de Tocina, las
aportaciones contenidas en la entrevista en ABC
al capitán Martínez Azón, ya citada; GARCÍA MÁRQUEZ, J. Mª,
Las Víctimas de la
represión militar en la provincia de Sevilla (1936-1963),
Aconcagua, 2012, p. 61, y GARCÍA MÁRQUEZ, Semblanza de una historia inconclusa: Tocina, 1936 en Revista de Estudios Locales, Tocina, 2015, pp95-112.
3. El sargento Lorenzo Vega Loro, Comandante de Puesto; el cabo Floriano Martínez Azón, y los guardias Braulio Calles Crespo, Manuel Gutiérrez Calvo, Jesús Rángel Carrasco, José Corrales Castillo y Francisco García Domínguez. Floriano Martínez era comandante de puesto de Peñarrubia (Málaga), pero el 18 de julio, cuando el tren paró en Los Rosales, decidió quedarse en el cuartel de Tocina, pues pensó, según el mismo cuenta en la entrevista publicada en ABC con motivo haberle sido otorgada la Medalla Militar Individual por aquellos hechos, que no podría llegar a Peñarrubia (Véase ABC, 21.10.1966, pp. 77-78. Entrevista al capitán Floriano Martínez Azón). Es verdad: estaba un poco lejos, pero en ningún momento aclara los motivos de su viaje.
3. El sargento Lorenzo Vega Loro, Comandante de Puesto; el cabo Floriano Martínez Azón, y los guardias Braulio Calles Crespo, Manuel Gutiérrez Calvo, Jesús Rángel Carrasco, José Corrales Castillo y Francisco García Domínguez. Floriano Martínez era comandante de puesto de Peñarrubia (Málaga), pero el 18 de julio, cuando el tren paró en Los Rosales, decidió quedarse en el cuartel de Tocina, pues pensó, según el mismo cuenta en la entrevista publicada en ABC con motivo haberle sido otorgada la Medalla Militar Individual por aquellos hechos, que no podría llegar a Peñarrubia (Véase ABC, 21.10.1966, pp. 77-78. Entrevista al capitán Floriano Martínez Azón). Es verdad: estaba un poco lejos, pero en ningún momento aclara los motivos de su viaje.
4.
PÉREZ VARGAS, G. y BLANCO SOTO, J. J., La memoria retenida,
Ayuntamiento de Tocina, 2008, p. 71. En sustitución de la
imagen primitiva, en enero de 1937, fue bendecida otra imagen
similar Don Manuel Martín y Cordero, Arcipreste de Lora del
Río. Los promotores de la compra de la nueva imagen fueron Daniel
Naranjo Rodríguez y Francisco Márquez Pérez, ambos
agricultores y miembros de la Junta de Gobierno de la Hermandad de
la Vera-Cruz.
5.
GARCÍA MÁRQUEZ (2012), p. 61.
6.
Son las palabras empleadas por el Juez Militar en la causa 517/1936
(ATMTS-SE), que fue abierta tras la conquista de Tocina por la
columna del comandante Gutiérrez Pérez, y que como consecuencia de
ella fue ejecutado Antonio García García, el Granaino, el
29 de mayo de 1937, acusado de dichas muertes por fusilamiento.
Antonio pertenecía a la CNT y había sido Delegado local de
Trabajo. Posteriormente, varios tocineros también fueron acusados,
aunque no pudieron probar nada y tuvieron que ser absueltos
(AHPSE, signaturas 23879, 28819 y 26058, expedientes personales de
presos).
7.
Para
tener una información más completa de lo ocurrido en cada pueblo
de la comarca, véase el libro de José María García Márquez
(2012), en sus páginas 55 a 62.
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