miércoles, 15 de noviembre de 2017

CARMEN LAFUENTE TIRADO, MAESTRA CANTILLANERA Y VÍCTIMA MORTAL DE LA REPRESIÓN MILITAR-FASCISTA EN 1936


CON EL HOMENAJE PERMANENTE DEL CARIÑO, RESPETO Y RECONOCIMIENTO DE SUS ANTIGUAS ALUMNAS.

Carmen Lafuente Tirado

Carmen Lafuente Tirado nació el 21 de abril de 1895 en Cantillana. Era hija de León Lafuente del Río, natural de Suellacabras (Soria), comerciante, y de Encarnación Tirado Daza, natural de Cantillana. Vivían en la Cuesta del Reloj, núm. 10, cuando ella nació.
   Fue maestra interina desde el 1 de marzo de 1929 al 17 de marzo de 1930, de la Escuela nº 2 de niñas, la que estaba en la calle Carnicería, 12, en el soberao de una casa junto a la Torre del Reloj. Cesó al ser ocupada la plaza por Dª Josefa Chacón de la Hera. Dio clases particulares, sin cobrar nada a quienes no podían pagar, en su casa de la Cuesta del Reloj, según recuerdan algunas personas mayores de la localidad. También indican que estuvo como maestra interina en El Coronil. En 1936 sustituyó a Dª Juliana Lapastora, según la comunicación al Consejo Local de Enseñanza Primaria de Cantillana para hacer uso de un permiso de ocho días. Era muy querida y respetada por sus alumnas y por muchas cantillaneras.

  Carmen, además, era republicana, igual que su hermano Simplicio, nacido en 1903. Pertenecían al grupo de republicanos cantillaneros que tuvo ya una clara manifestación en las elecciones generales del 1 de julio de 1919 cuando la candidatura de Alejandro Lerroux obtuvo en Cantillana 98 votos. En esas elecciones el Marqués de Valencina obtuvo 808 votos; el conde de Colombí, 296 votos, y otros candidatos de la derecha entre 273 y 632 votos. Pueden parecer pocos votos, pero muy importantes en un sistema electoral caciquil y clientelista. Eran años de importantes luchas obreras en el campo, con evidentes influencias anarquistas y socialistas, y de crisis del sistema político de la Restauración, el que se inicia con la Constitución de 1876. En aquella época las mujeres no votaban.
  En los primeros años de la Segunda República, Simplicio Lafuente fue presi-dente local del Partido Republicano Radical (PRR) y concejal desde junio de 1931, convirtiéndose en el portavoz, de la minoría republicana en el Ayun-tamiento de Cantillana presidido por José Pueyo Solís (PSOE).(1) Ejerció una dura oposición en la primera etapa republicano-socialista (1931-1934), pero en la segunda, tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, su voz dis-crepante apenas se oyó: eran otros tiempos, más difíciles y problemáticos, con el fascismo pisando los talones de todos los demócratas. Además se sentiría unido a los socialistas por el programa común del Frente Popular al que pertenecía su partido, Unión Republicana (UR), el partido de Diego Martínez Barrios.
  Ambos, Carmen, con 41 años, y Simplicio, con 33 años, fueron asesinados por aplicación del Bando de Guerra el 16 de septiembre de 1936 junto al cementerio en Alcalá del Río. Sus actas de defunción están inscritas el 12 de agosto de 1942 en el Registro Civil de Cantillana (RCC, Defunciones, Tomo 48). Muchas personas vieron sus cadáveres al día siguiente del asesinato de ambos. Carmen conservaba aún las mismas ropas que llevaba al ser detenida. Se había desplazado a El Coronil con un salvoconducto, emitido por las autoridades municipales de Cantillana, y el mismo día que volvió, fue detenida, junto a su hermano en la casa donde vivían entonces, la casa de su tía Rosario Vélez, en la Cuesta del Reloj, número 17. No le dio tiempo ni a quitarse el velo y el manto negro que llevaba, según testimonio de vecinas suyas. La detención fue realizada por un Guardia Civil y un falangista, que le dijeron que era para hacer unas diligencias, que pronto estarían en su casa de nuevo. Estuvieron uno o dos días en la cárcel vieja del pueblo, donde hizo testamento, que no llegó a cumplirse al ser confiscados sus bienes. Parece ser que Simplicio pidió que mataran primero a su hermana por temor a que la violasen antes de ejecutar su asesinato.
Su muerte, incomprensible e injusta como todas, fue llorada, en silencio, por todo el pueblo durante días, pero sobre todo por sus muchas alumnas.
  Después del asesinato de ambos, la Comandancia Militar de Cantillana, a cuyo mando estaba el sargento Antonio Rangel García, les instruyó sendos Expedientes de Incautación de Bienes, que fueron informados, junto al de otras tres víctimas mortales de Cantillana, por la Comisión Gestora del Ayuntamiento, presidida por Juan Arias Rivas, en su reunión del 1 de octubre de 1936, de acuerdo con el art. 36, párrafo 2 de la Orden de 11 de septiembre de 1936. “Los señores reunidos encontrando [los expedientes] bien y ajustados a lo ordenado y a la verdad, acuerdan se den de la misma forma y de acuerdo con estos”, dice textualmente el acta de aquella reunión. Estos expedientes aparecieron en el Boletín Oficial de la Provincia el día 26 de octubre del mismo año, habiendo sido firmados el día 20 del mismo mes para su publicación. Según he podido saber sus habitaciones, las que ocupaban en casa de su tía, fueron precintadas y las viñas incautadas.
  En 1941, como si no hubiese ocurrido nada, les abrieron Expedientes de Responsabilidades Políticas: el de Simplicio con fecha 17 de marzo, y el de Carmen de fecha 20 de octubre. Por último, señalar que existe una citación a sus herederos, publicada por el BOP, para sentencia, firmada 11 de abril de 1942. Los dos eran solteros y sus propiedades habían sudo confiscadas en 1936.
  El recuerdo de Carmen, perdura en cuantos la conocieron, especialmente en sus muchas alumnas cantillaneras que mantienen hacia ella un gran cariño, respeto y admiración. Ese es el mejor homenaje que puede recibir una maestra, víctima de la represión militar-fascista en 1936.


Cantillana,10 de noviembre 2017

Ramón Barragán Reina

De mi libro CANTILLANA II REPÚBLICA. La brutal represión en un pueblo sevillano, Ed. Muñoz Moya, 2006.


(1)   En las elecciones municipales del 31 de mayo de 1931 fueron elegidos 9 concejales del PSOE y 4 del PRR. En 1936 ya no existe el PRR en Cantillana, tal como sucede en casi todos los pueblos. Muchos de sus miembros habían optado por UR; otros dejaron la política activa o pasaron a apoyar a otros partidos.

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