JOSÉ PUEYO SOLÍS, ALCALDE SOCIALISTA DE CANTILLANA DURANTE LA SEGUNDA REPÚBLICA, VILMENTE ASESINADO EN AGOSTO DE 1936
Ramón Barragán Reina
José Pueyo Solís nació en Cantillana el 29 de julio de 1901. Hijo de José Pueyo Figueroa y Carmen Solís Márquez. Tenía cinco hermanos: Manuel, Elvira, Pastora, Asunción y Carmen, y vivían en la calle Esperanza, número 3 (actualmente el núm. 8 de la Avda. Andalucía). Le tocó hacer el servicio militar obligatorio en África, cuando los habitantes del Rif, liderados por Abd al-Krim, luchaban por su independencia de España. Era obrero del campo, como su padre y sus abuelo.
Junto a su casa, estaba el Centro Obrero, que todos los mayores recuerdan, revitalizado en 1930, a la vez que la Agrupación Socialista y la Asociación de Obreros Agricultores (FNTT-UGT). Llegó a tener 700 afiliados. José Pueyo, con 29 años, era un líder socialista indiscutible antes y durante la Segunda República. Había recibido la herencia de su padre José y su tío Antonio, que en 1919 formaron parte de la Junta Mixta de Patrono y Obreros, constituida en junio de ese año.1 Ambos pertenecían entonces a la Asociación La Regeneración, creada en 1918, de tendencia socialista.2 En esta herencia se incluye el gusto por la lectura. Fue un autodidacta que había crecido en un ambiente socialista.
Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 Cantillana dio la mayoría a las candidaturas monár-quicas, que obtuvieron 8 concejales, todos ellos miembros de la élite social y económica de la localidad por ser propietarios de tierras; de los candidatos socialistas y republicanos solo fueron elegidos 5. Estos con-cejales no tomaron posesión de sus cargos, pues las elecciones se repitieron el 31 de mayo del mismo año, tal como ocurrió en 69 municipios de la provincia de Sevilla que plantearon protestas o alegaciones contra las elecciones del 12 de abril. La Comisión Gestora de Cantillana la formaron los socialistas y republicanos, siendo presidida por José Pueyo Solís, el candidato socialista más votado en abril (299 votos). Con su nombramiento, Juan Arias Rivas dejaba de ser alcalde3. Comenzaba un tiempo de cambio, que propició la sustitución de la élite gobernante durante decenios por los alejados del todo poder local hasta ese momento.
El 1º de Mayo fue la gran fiesta obrera, que unió la alegría por el nuevo sistema político y las reivindica-ciones obreras. Fue también el Día del Abrazo Fraternal entre cantillaneros y villaverderos. Según la prensa sevillana,4 “más de cuatro mil personas, presididas por la bandera de la Agrupación Socialista, recorriendo las calles más céntricas. Al llegar a la Plaza, la manifestación hizo alto, dirigiéndole la palabra el presidente de la Agrupación, José Pueyo, y el compañero Manuel Barrera”. De acuerdo con la Agrupación Socialista de Villaverde, dirigida por Baldolmero González Parrilla,5 la manifestación continuó hacia “las afueras de la localidad, a un kilometro del pueblo,” donde se juntaron “con la manifestación obrera del citado pueblo; desbordándose el entusiasmo”. Después de los abrazos de fraternidad algunos dirigentes políticos y sindicales de ambos pueblos se dirigieron a los participantes y “fueron cantadas la Marsellesa y el himno de Riego”.
El 13 de mayo representantes de los patronos y de los obreros del campo de Cantillana firmaron las primeras bases de trabajo o convenio colectivo, como se llama ahora. Esta buena noticia fue recogida por El Noticiero Sevillano el día 20. En ellas fijaron los jornales según las actividades agrícolas (remolacha, siega, trilla, arado y otros trabajos), que oscilaban entre las 9 pesetas para actividades los regadores o alimentadores de las máquinas de trillar y las 5,25 pesetas para los aradores. El jornal para los trabajos no tarifados lo estipularon en 6 pesetas. Además de otros aspectos no menos importantes, recogía el pago de 3,50 pesetas en caso de crisis forzosa, por lluvia o calamidad pública, a cada uno de los obreros repartidos entre los patronos. Un hito en la historia sindical de Cantillana.
El día 31 de mayo, en las elecciones municipales, fueron elegidos 9 concejales del PSOE y 4 de IR-PRR6. José Pueyo Solís se convirtió en Alcalde el día 8 de junio de 1931. Esta vez había obtenido 622 votos.7 Todos los concejales socialistas eran obreros agrícolas, excepto uno que era droguero y fabricante de gaseosas; los cuatro republicanos radicales eran pequeños propietarios o artesanos. Ninguno cobró nada del Ayuntamiento, salvo el cobro de viajes y dietas por parte del Alcalde,“porque es un obrero que no tiene otros medios de vida que el jornal, producto de su trabajo”, tal como recoge el acta del pleno municipal.
La libertad tras la proclamación de la II República, daba sus frutos. Se enterraba la época del clientelismo y de sumisión política, tal como había ocurrido en casi toda la España rural hasta entonces.
Desde su elección hasta septiembre de 1934, el trabajo municipal fue intenso y sus logros cuantificables. Las reuniones eran semanales, los sábados a las diez de la noche. Su actividad fue la propia de un Ayuntamiento democrático que practicó una política reformista, de carácter moderado, muy apegada a los problemas de los vecinos y los obreros del campo, sin rencor, ni revanchismo. De hecho Juan Arias Rivas y otros patronos agrícolas participaron en las comisiones de Colocación Obrera, de Laboreo forzoso, de la Décima Contributiva y el Jurado Mixto local, por ejemplo. Muy pronto tuvieron que nombrar a Blas Infante Pérez, como abogado del Ayuntamiento, con el que mantuvieron una estrecha relación: envío de documentos, reuniones, etc. para resolver contenciosos, representar al ayuntamiento y asesoramiento jurídico.
Entre los principales asuntos tratados en las reuniones del Ayuntamiento, que fueron objeto de debates y acuerdos, destacan: la aprobación de los presupuestos, que entre 1930 (110792,52 ptas.) y 1936 (173737,14) crecieron en un 56,81%; la beneficencia, con un gasto cada vez mayor, pues llegaron a estar inscritos casi 400 vecinos; la “crisis obrera”, a la que más tiempo tuvieron que dedicar por la necesidad imperiosa de buscar soluciones (cobro de un arbitrio del 1,2% sobre productos recolectados de la tierra; el recargo de una décima a la contribuciones territoriales e industriales (la décima contributiva), que permitían los decretos de julio de 1931, para dar trabajo a los que lo necesitasen; la petición de un préstamo al INP y Cajas colaboradores de 240.000 ptas., que pudieron aprobar el diciembre de 1933; la petición, propuesta por la a UGT provincial, que elevaron al Gobierno para poder realizar la distribución de obreros en proporción a las tierras que posean cada propietario agrícola, y la concesión de solares en Los Pajares y en La Fuente para obreros sin casa. Junto a la crisis obrera, la enseñanza fue una cuestión muy importante, llegando a solicitar al Ministerio de Instrucción Pública la construcción de un Grupo Escolar de Escuelas graduadas, que reunie-se a todos los alumnos y alumnas en doce unidades, con cuatro duchas, local de reconocimientos médicos, comedores y casa para el conserje. El proyecto fue aprobado por los Ministerios de Instrucción Pública y el de Hacienda con la concesión para su realización 192.000 ptas. Las 87.000 ptas restantes, necesarias para su construcción, las consiguieron gracias al préstamo de 240.000 pesetas. La distribución de este préstamo (149.000 pesetas para pavimentación de diversas calles por obreros en paro y 87.000 para la construcción del Grupo Escolar) fue sometida a referéndum el 6 de mayo de 1934, según bando municipal publicado en el BOP del día 13 de abril de dicho año8. Este proyecto quedó paralizado en 1934, no pudo concluirse en 1936. Se hizo realidad en Cantillana en 1963, casi treinta años después de cuando estaba previsto por Pueyo y los concejales socialistas y republicanos.
El día 24 de dicho mes, José Pueyo fue sustituido en la alcaldía por Manuel Sánchez Ortiz, alias Copete, que era corredor, no había salido elegido en mayo de 1931. Pertenecía al derechizado PRR. Esta sustitución, impuesta por el Gobernador provincial, siguiendo las instrucciones del ministro Salazar Alonso (PRR), amigo de terratenientes, afectó a todos los pueblos con ayuntamientos de izquierdas, llevándose a cabo el mayor atentado posible contra la democracia que había traído la República: la destitución de los Ayuntamientos elegidos en 1931 y su sustitución por Corporaciones municipales del PRR, de la CEDA o del PAE. Todas las medidas y procesos democráticos emprendidos quedaron paralizados. Esta operación de sus-titución de los ayuntamiento comenzó en diciembre de 1933, tomó un fuerte impulso con Rafael Salazar Alonso como Ministro de la Gobernación desde marzo de 1934; se incrementó a partir de julio, a raíz de la huelga de junio, convocada por la UGT en el campo, y culminó con las destituciones realizadas tras el fraca-so de la Huelga General Revolucionaria de octubre.
En 1936 el Frente Popular no triunfó en Cantillana, pero el 20 de febrero de 1936 se produce la vuelta, de José Pueyo Solís y todos concejales socialistas elegidos en 1931 y un concejal republicano, que solo asistirá a las primeras reuniones. Los otros tres concejales republicanos no se incorporaron a las tareas municipales. Entre dicha fecha y el 18 de julio, la actividad fue frenética: como si quisiesen recuperar un tiempo ya irrecu-perable. El equipo municipal de José Pueyo reanudó su actividad con las mismas constantes anteriores y un fuerte deseo de dar respuesta al paro, la crisis obrera, haciéndose, a su vez, presentes los problemas por los que atravesaba la República en aquellos momentos, manifestándose un nuevo lenguaje, propio de las circunstancias que se vivían en toda España. Para colmo, las Hermandades de la Asunción y de la Pastora escondieron fuera de la iglesia las imágenes de ambas vírgenes: se manifestaron en contra y decidieron crear una comisión para hablar con el Gobernador, pues creaban una “alarma social innecesaria e injustificada”. El 11 de julio tuvo lugar el último pleno del Ayuntamiento democrático de Cantillana, en el que tomaron importantes acuerdos que se quedaron sin realizar… Les tocaba hacerla el sábado 18 de julio, pero la suble-vación militar ya estaba en marcha... Ya no había tiempo para nada, solo era tiempo de actuar frente a lo que se les venía encima. Así, a pesar de los tímidos planes de defensa, el 30 de julio de 1936 la columna de la muerte de José Gutiérrez Pérez ocupa militarmente Cantillana, tras tres cañonazos desde El Cortijillo, a dos km. del pueblo, y con una violencia extrema desde que entran en el pueblo, provocando la muerte de cinco vecinos en distintas calles, tres de ellos en la calle Esperanza (actual Avda. Andalucía), y un grupo, elegido al azar en el cuartel, fueron fusilados en el Barranco.9 Además, 200 cantillaneros eran convertidos en prisio-neros, entre ellos estaban José Pueyo Solís y su hermano Manuel.
Las “autoridades” ocupantes, “... de las fuerzas que vienen a España, evitando la anarquía que venía exis-tiendo”, como se dice en el borrador de acta del 30 de julio, lo primero que hicieron, “por llamamiento patriótico del Jefe de las fuerzas...” fue nombrar a Juan Arias Rivas como nuevo Alcalde y como gestores a otros diez miembros de la tradicional élite cantillanera.
José Pueyo estuvo preso en la Administración de Consumo10 hasta la madrugada del día 5 de agosto. En la mañana de aquel día, su sobrina, Francisca Regalo Solís, la Frasca, fue a llevarle el desayuno, como en días anteriores. Al llegar a la cárcel fue informada que allí ya no estaba, que se lo habían llevado por la noche. Ya no se supo más de él: no existe acta de defunción en el Registro Civil de Cantillana, ni en ningún otro regis-tro en cementerio. Su nombre solo aparece en el APH-36, en la lista de difuntos de su Sección 1ª (Bajas) del AMC, señalado con una cruz en el margen izquierdo, lo que atestigua que fue asesinado. Lo hicieron en las tapias del cementerio de Sevilla y enterrado, con toda probabilidad, en la fosa común Pico Reja, que llenaron de cadáveres de víctimas de la brutal y cruel represión desatada por Queipo de Llano y sus secuaces.
Su hermano Manuel fue fusilado también el 5 de agosto de 1936. José intercedió por su hermano, pero sus verdugos no solo no tuvieron en cuenta sus suplicas, sino que lo asesinaron antes que a él, ante sus propios ojos, rematándolo con tiro de gracia para causar el máximo dolor posible al que había sido hasta entonces el Alcalde de todos los cantillaneros, según comentarios oídos con posterioridad a los hechos. Sus restos deben reposar en la fosa Pico Reja del cementerio sevillano, junto a los de su hermano y de otras 19 víctimas de vecinos y vecinas de Cantillana; en las otras fosas del mismo cementerio están otras 9 víctimas más.
José Pueyo sigue siendo recordado en Cantillana como un buen alcalde, que se preocupó por todos. Cuen-tan que era una gran persona, abnegada y entregada a su tarea pública como sindicalista y como Alcalde, cercano a los trabajadores y vecinos, sin importarle posibles recompensas. En los días previos a la ocupación militar de Cantillana, me aseguran los que vivieron aquellos días, que “trató bien a los guardias civiles, los cuales decidieron quedarse en el cuartel sin salir, pero después se comportaron mal con él”. No había posibles acusaciones, ningún derechista, ningún patrono habían sufrido malos tratos. Solo un forastero falan-gista, llegado a Cantillana antes del 18 de julio, había sido detenido. No obstante, para los nuevos jefes locales, usurpadores del poder municipal, José Pueyo había ido a Villanueva del Río por dinamita que serviría para volar el puente del Viar. Una acusación que nunca fue probada
FUENTE:
BARRAGÁN REINA, R. Cantillana II República. La Esperanza Rota. Ed. Muñoz Moya, Brenes (Sevilla), 20606. pp. 38, 55, 57 -59, 62-64, 67, 71-75, 81, 84, 86, 92, 96, 103, 105, 116, 124-127, 136, 143, 146, 150, 165, 269, 272