La acción obrera desarrollada en esta etapa de la lucha antifranquista, entre 1960 y 1975 fue muy superior a las de las etapas anteriores. Por ello, y para una mejor comprensión y tratamiento metodológico, aunque las acciones se produzcan de forma simultánea y sea difícil, a veces, separar una acción de otra, se expondrá en cuatro apartados:
-el primero, estará dedicado a los 1º de Mayo por ser una acción anual en la que parti-cipaba participaba toda la oposición antifranquista, política y sindical.
-el segundo, a la acción sindical en el campo, que es el centro de la lucha en los pueblos y que suponen el nacimiento del nuevo sindicalismo, CC.OO. del Campo, incluyendo los conflictos en empresas agroindustriales o de la construcción por su relación con los pueblos y con los trabajadores del campo, que alternaban trabajos en ellas
-el tercero, a la acción sindical realizada por militantes antifranquistas de esta comarca en empresas de Sevilla, donde colaboraron activamente en la organización de CC.OO. y de la lucha antifranquista.
-el cuarto, a la actividad antifranquista en la emigración: en Cataluña y en países euro-peos: Alemania, Francia y Suiza.
Los Primeros de Mayo
Una de las acciones obreras con gran significación política en la lucha contra la dictadura fueron los 1º de Mayo. Era una acción que conllevaba un alto riesgo, dado que la celebración del 1º de Mayo estuvo prohibida en España desde que los militares se adueñaron de ella, es decir, desde 1936 en las zonas controladas por los sublevados y desde 1939 en toda España.
No obstante, los trabajadores más comprometidos con la lucha antifranquista y obrera comenzaron a celebrarlo en la calle en los años sesenta de la mejor forma posible en cada momento, claramente antifranquista y de lucha por la libertad de reunión, manifestación, asociación y huelga. En algunos casos también tuvo su versión local, especialmente en San José de la Rinconada, aunque fue en los celebrados en Sevilla donde participaron obreros, vecinos y militantes comunistas de toda la comarca, y donde algunos fueron de-tenidos.
La celebración más antigua y pintoresca, para despistar un poco, fue la del 1º de Mayo de 1961 en San José de la Rinconada. José Castro Donaire, Francisco Núñez Artacho, Gorreta, y José García Mallén alquilaron un pianillo y salieron por las calles de San José de la Rinconada, tirando cohetes y amenizando la acción con música. Todo un espectácu-lo, pero era lo máximo que se podía hacer, demostrando su antifranquismo y la valentía de unos hombres que creían en la libertad y en la clase obrera. No pasó de ser una acción simbólica, testimonial, sin gritos reivindicativos, ni alusiones a la dictadura franquista, pero sirvió para que otros se interrogaran sobre lo que estaban haciendo.
El 1º de Mayo de 1964 tuvo una celebración masiva en San José. Fue una autentica revelación de la fuerza que ya tenía en PCE en la localidad. Llegaron a reunir entre 250 a 300 trabajadores, en su mayoría jóvenes, en la Venta del Cruce. Salieron en manifestación por las calles del pueblo. Fueron dispersados por los guardias civiles de forma pacífica en grupos de 30 o 40, pero volvieron a juntarse en la Blanca Paloma, un bar con veladores, frente a la Cañamera, lugar de reunión de los agricultores del municipio. Se llenaron las mesas y los vecinos mostraron solidaridad con ellos. No les dejaron pagar las cervezas que se bebieron. Más tarde volvieron y se dirigieron hacia el Convento, con los gritos de “La tierra para quien la trabaja” y “Fuera los americanos de España.”
Previamente al 1º de Mayo de 1965 en la Estación de La Rinconada, como también llamaban a San José, La Pirenaica emitió un manifiesto, escrito en abril de aquel año, en favor a la celebración de una manifestación el Primero de Mayo. En él se enumeraban los problemas que padecían los trabajadores y todos los vecinos: desempleo, que es “la enfermedad crónica que padecemos en esta comarca, que las autoridades no resuelven a pesar de los discursos y declaraciones”, y la carestía de la vida que, unida a los bajos salarios, lleva a los trabajadores a una situación angustiosa y desesperada cuando se quedaban en paro. “Tienen que comprar fiado en las tiendas, y cuando encuentran trabajo lo primero es pagar las deudas y seguir comiendo, porque comprar calzado y vestido es un problemazo”. Continuaba de esta forma:
Y las autoridades sin quererse enterar, leen la prensa llena de mentiras y ven la televisión con reportajes amañados y bonitos. No hay reportajes sobre la vida de la clase obrera en los pueblos, sobre los campesinos, ni sobre la educación y la vivienda. Existen barriadas de chozas que pertenecen a este pueblo: Vereda Chapatales y Vereda de los Solares, donde se malvive. Que vengan los de la televisión y hagan un reportaje sobre ellas para que se vea la realidad.
Denunciaba los despidos ocurridos en la Fabrica de Tabacos, donde cuatro hombres y cinco mujeres se habían quedado en la calle, sin trabajo. Y señalaba a los culpables de la situación del pueblo y la actitud que se debía tener, “invitando a todos los vecinos (con nuestras mujeres e hijos) para que el Primero de Mayo, fiesta de todos los trabajadores en el mundo entero vayamos en manifestación al Ayuntamiento, a exigirle trabajo seguro durante todo el año, un jornal para poder vivir y vivienda para las personas. ¡Viva el 1º de Mayo! ¡XXV años de paro obrero!”
La jornada del 1º de Mayo de 1965 fue, según la información emitida igualmente por Radio Pirenaica, un éxito. Los vecinos de San José de la Rinconada fueron llegando al lugar previsto de reunión, en Cartuja. Llegaron familias enteras (hombres, mujeres y niños) y muchos jóvenes de edades entre los 15 y 20 años. A las doce menos cuarto se pusieron en marcha hacia el pueblo. El recibimiento fue apoteósico, según el informante. Recorrieron algunas calles y la gente aplaudía. Los manifestantes gritaban: ¡Trabajo!¡Salarios decentes! ¡Libertad a los presos políticos! ¡Libertad sindical! ¡Fuera yankis! ¡Paz para el pueblo español! ¡Viva España! ¡Viva el 1º de Mayo! Algunas personas mayores se emocio-naron al verlos pasar. A la una y media apareció la Guardia Civil. Se entabló un dialogo entre el sargento y los manifestantes, los cuales le comunicaron los motivos de la mani-festación. El sargento les pidió que se disolvieran y así lo hicieron, dividiéndose en gru-pos pequeños. El Alcalde, Fernando Belmonte Sánchez, se acercó a un grupo, habló con ellos y mandó al sargento a que detuviera a dos, a los que se unieron otros tres que volun-tariamente aceptaron ser deteniudos. Se produjo entonces una concentración de manifes-tantes, consiguiendo que los dejaran en libertad.
En 1966 la principal manifestación se celebró en Sevilla. A ella asistieron militantes comunistas de todos los pueblos. De San José de la Rinconada asistió un nutrido grupo. Lo normal era reunirse en el sitio indicado previamente, que cambiaba cada año, apareciendo pequeños grupos desde distintos lugares, concentrarse y, al llegar “los grises”, salir co-rriendo, dispersarse y volverse a concentrar en algún otro punto, si así se había convenido. Esta vez José Castro Donaire, de San José de la Rinconada, no tuvo suerte. fue detenido y llevado a la Gavidia. Era la comisaría más concurrida, donde eran interrogados por el grupo de torturadores oficiales de Sevilla formado por Colinas, Beltrán, Soriano y Se-rrano, de no muy buen recuerdo para la oposición antifranquista sevillana. José Castro fue juzgado de 15 de octubre, siendo su abogado defensor Nicolás Sartorius. En la sentencia (la 108/1966) se dice que fue detenido cuando iba al frente de un grupo de convecinos, unos veinte, para asistir a una manifestación en Sevilla con motivo del 1º de Mayo. Fue acusado del delito de manifestación no pacífica y condenado a 4 meses y 1 día de arresto mayor y el pago de 10.000 ptas. de multa. En realidad la única violencia la pusieron, co-mo siempre, los policías al disolver la manifestación. Cumplió la condena en la Prisión Provincial de Sevilla, tres meses en 1966 y un mes, que le faltaba, en 1969, cuando el Gobierno decretó el Estado de Excepción, que fue devastador para la militancia antifranquista y comunista sevillana.
En 1967, como todos los años, se volvió a realizar la manifestación del 1º de Mayo en Sevilla. Esta vez los hombres y mujeres de CC.OO. contaban con el aval del éxito en las elecciones sindicales de septiembre de 1966. El lugar de reunión fue el Palacio Ar-zobispal, pues allí daba una conferencia José Corbella, presidente nacional de Vanguar-dia Obrera Católica. Aunque la Plaza Virgen de los Reyes, al terminar la conferencia, estaba llena de policías en formación, salieron en manifestación hacia la avenida de la Catedral con la intención de llegar a la Plaza del Duque, donde pretendía celebrar un acto público en el salón de actos de la Casa Sindical. Desde el principio hubo carreras ante la actuación de la policía. A pesar de todo, un importante número de manifestantes llegó has-ta la Plaza del Duque, donde la policía cargó contra ellos. Hubo detenciones y multas posteriores. Entre los detenidos, y con multa de 25.000 ptas., estaba Manuel Cabrera Ba-zán, de La Algaba, que trabajaba en Aguas de Sevilla, y participaba en las CC.OO..
El 1º de Mayo de 1968 estuvo dentro de las llamadas Jornadas Gloriosas, convocadas para los días 30 de Abril y 1 de Mayo, como consecuencia de la gran acción de masas prevista por la Segunda Reunión General de CC.OO., celebrada en Madrid en diciembre de 1967. Esta vez, les tocó a un grupo de rinconeros ser detenidos: Rafael Gómez León, Luis Acuña Mendía, Florindo García Castillo, Lorenzo Gallardo Durán (el Monaguillo), Francisco Quesada, José Castro Donaire y Pedro Palomino Caba. Algunos ya lo estaban desde la noche del día 29 de abril. Ese fue el caso de Lorenzo Gallardo, Francisco Que-sada, Florindo García, José Castro y Pedro Palomino. Los detenidos “preventivos” fueron puestos en libertad el 2 de mayo; los otros dos salieron el día 3. Cuando salían de los Juzgados de la calle Apodaca, Carmelo Acuña, que había ido con su madre para recoger a su hermano Luis, fue detenido cuando salía su hermano al proferir gritos contra la policía, no sería la última, porque después vendrían otras muchas detenciones.
En 1969 las Juventudes Comunistas de San José de la Rinconada quisieron volver a celebrar el 1º de Mayo en la localidad. No fue posible. La presión familiar y de los guardias civiles impidieron que se pudiesen manifestar. Hacía muy poco tiempo de la gran mani-festación ante el Cuartel (9 de septiembre de 1968), en la que hubo heridos, detenidos y procesados, algunos pendientes de juicio, y el miedo se había acrecentado de los vecinos.
En Villaverde del Río, en 1971, las JJ.CC. quisieron celebrar el 1º de Mayo con un baile. No era el primero que celebraban, pues esas actividades de diversión eran una fuente de recogida de dinero para las actividades del partido y para la solidaridad con los presos. En esta ocasión el Ayuntamiento les denegó la petición de autorización, que obligatoriamente tenían que hacer. Ellos continuaron con los preparativos y abrieron el local para el baile. Recibieron la visita de los guardias municipales que les recordaron la prohibición del acto. Sin embargo, continuaron hasta que, ya bien tarde, sobre las una de la madrugada, una pareja de guardias civiles se presentó y cerró el local.
(Continuará)
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