San José de la Rinconada y la Vereda de los Solares (continuación)
En octubre de 1968 entraron a formar parte del C. Provincial del PCE Antonio Iglesias Rodríguez y Florindo García Castillo. Antonio Iglesias se hizo cargo de la organización del partido en Morón de la Frontera, Puebla de Cazalla, Paradas y Gerena, y Florindo de Fuentes de Andalucía y La Campana. En febrero de 1971, Antonio Galván Rojas y Juan Cantón Martos se hicieron hecho cargo del aparato de propaganda del PCE en Sevilla para sustituir a Cándido Durán, al que lo habían llevado a Francia para impedir su detención.1
En fechas distintas, los cinco serán detenidos y sufrirán la política represiva de la dic-tadura, unos más que otros.
El 22 de abril de 1970 fue detenido Florindo García Castillo, cuando hacía poco más de un mes que había salido de la Prisión Prov. de Sevilla, La Ranilla, donde había cumplido la condena impuesta por su participación en la manifestación ante el Cuartel de la Guardia Civil en septiembre de 1968, que se analiza más adelante. Le correspondió la causa 366/1970 y la sentencia 282/1970, de 2 de diciembre. Su detención, según la sentencia, se debió a que aparecieron en las calles de San José “impresos” del PCE. En su casa, la guardia civil descubrió que, en un foso de mampostería de 60 cm de profundidad, guar-daba propaganda, hojas y folletos de carácter marxista: láminas con un retrato de Lenin y el lema “Centenario de Lenin 1870-1970”; algunos números de Nuestra Bandera, Mun-do Obrero, Horizonte, La Voz del Campo Andaluz y Realidad, y, según la guardia cilvil, la formula para fabricar un “cóctel Molotov”. Fue condenado a 4 años y 1 día de prisión y 10.000 ptas. de multa, equivalentes a 30 días de arresto, si no pagaba dicha cantidad. Florindo cumplió dos años de prisión: un año en Sevilla, dos días en Córdoba, seis meses en Jaén y otros seis meses en el Centro Penitenciario de Palencia, habiendo pasado de camino por la Prisión de Carabanchel, símbolo de la represión franquista, donde estuvo dos días. Salió el 8 de diciembre de 1972 en libertad condicional.
José Navarro fue detenido en los últimos días de 1970. Desde el 14 de diciembre se vi-vía en España un nuevo Estado de Excepción, que anulaba el art. 18 del Fuero de los Españoles, por lo que la policía tenía manos libres, aún más, para tener en comisaría a los detenidos el tiempo que quisiese, por las protestas y movilizaciones realizadas con moti-vo del Proceso de Burgos. En Sevilla, las JJCC se manifestaron en el Polígono San Pablo. La policía detuvo a varios jóvenes, que formaban parte del comité de las Juventudes. A partir de ahí, la policía detuvo a parte del Comité Provincial del PCE, y los que no fueron detenidos vivieron dos meses de gran miedo. Estuvieron huidos de sus casas, escondidos en casas de amigos o en algunas con las “comunas” (pisos alquilados donde se refugiaban militantes comunistas perseguidos durante un tiempo) para eludir a la policía y las torturas a las que eran sometidos. Ya en esas fechas estaba en Sevilla el inspector de policía Antonio Juan Creix, como Jefe Superior de Andalucía. Algunos terminaron exiliados en Francia, a donde se los llevó la dirección del partido. José Navarro permaneció en prisión unos dos meses y medio, hasta el 11 de marzo de 1971, día en el que decretaron su libertad, junto a otros miembros del PCE sevillano. Sin embargo, otros 48 militantes fue-ron procesados, abriéndoles la Causa 194/71. La policía sevillana consideraba que había desarticulado el PCE en Sevilla, especialmente su Comité Provincial, lo cual no era cierto. Para contrarrestar las informaciones de la policía y autoridades provinciales, los comunistas imprimieron, como pudieron, un millón de “palomitas” firmadas por el C. Pro-vincial para dejar claro que la actividad continuaba y con fuerza. En la impresión de estas octavillas participaron los militantes de la capital y de todos los pueblos de la provincia, empleando todo tipo procedimientos para imprimir: “vietnamitas”, imprentillas de jugue-te, sellos de goma a modo de tampón... Fue una actividad ampliamente recordada, por la que todos muestran un gran orgullo, y no es para menos. Según Antonio Galván Rojas, “el jefe de la político-social de Sevilla se llevó una gran bronca de Madrid”.
Antonio Iglesias, desde 1968 hasta 1973, continuó su actividad en el Comité Provincial de forma ininterrumpida, excepto tres días que estuvo detenido en junio de 1970 durante la Huelga de la Construcción de aquel año en Sevilla. En el verano de ese mismo año el C. Provincial del PCE tuvo la osadía de realizar un curso de preparación de cuadros en un camping alquilado de La Antilla (Huelva). Al curso asistieron 15 militantes sevillanos, de los que solo dos eran mujeres, más los miembros de la dirección provincial que daban las conferencias y animaban los debates.
En en el verano de 1971 montaron un campamento-cursillo en el río Viar, del cual Antonio Iglesias fue el responsable. Asistieron unos 40 jóvenes de varios pueblos de la comarca de la Vega y de la provincia. Dieron charlas los líderes sevillanos: Eduardo Saborido, Fernando Soto, Benítez Rufo y otros.
Siendo ya Secretario Provincial, Antonio Iglesias asistió al VIII Congreso el PCE, celebrado en julio de 1972 en París, poco después de la detención en Pozuelo de Alarcón de los dirigentes de CC.OO., que dio lugar al Proceso 1001. Fue elegido miembro de un renovado y rejuvenecido Comité Central, formado por 118 militantes, muchos de ellos jóvenes del interior.
Todo iba bien, pero en octubre de 1973 la policía llevó a cabo una importante redada. Fueron detenidos: Antonio Iglesias, Antonio Galván, Juan Cantón y otros trece comunistas sevillanos. Y tras las detenciones, los interrogatorios y las torturas en comisaría.
Estas detenciones fueron presentadas por la policía como un rotundo éxito de la BPS de la Jefatura Superior de Sevilla. El ABC de Sevilla publicó la noticia, que en realidad era la nota de la Jefatura Superior de Policía, el día 25 de octubre con el siguiente titular: DESARTICULACION DEL COMITÉ REGIONAL DEL PARTIDO COMUNISTA EN SEVILLA. El subtítulo decía: “La Policía ha encontrado el piso donde se confeccionaba la propaganda para toda la región”. Ni lo uno, ni lo otro había ocurrido, no tenía nada que ver con las noticias manipulas a gusto de la dictadura, pues en realidad no detuvieron a nadie del Comité Regional (Antonio Iglesias había realizado tareas de este comité sin pertenecer a él), ni era el único piso donde se confeccionaba la propaganda. Según Gal-ván, existían otros dos pisos más donde se realizaba ese trabajo. Sí era verdad que en el piso registrado habían intervenido una multicopista eléctrica y dos máquinas de escribir, así como diverso material utilizado y ejemplares de las diversas publicaciones del PCE y de CC.OO..
Juan Cantón quedó en libertad a las 72 horas de su detención, pues ya estaba desvincu-lado, por precaución organizativa, del aparato de propaganda, y la policía no pudo demostrar nada. En cambio, Iglesias y Galván pasaron a disposición judicial y no les concedieron la libertad provisional. Tras veinte meses de prisión preventiva fueron juzgados por el TOP en Madrid con otros siete de los dieciséis detenidos. Pasaron por las cárceles de Córdoba, Jaén, Ocaña y Carabanchel. La sentencia fue emitida el 27 de mayo de 1975: Antonio Galván fue condenado a 2 años de prisión menor por el delito de asociación ilícita y a otros 2 años y multa de 10.000 ptas. por propaganda ilegal, y Antonio Iglesias fue condenado a 3 años y 10.000 ptas. de multa por el delito de propaganda ilegal, siendo absuelto del de asociación ilícita, y enviado el 27 de octubre a Zaragoza a cumplir con-dena; Galván continuó en Sevilla, pues recurrió la sentencia. Salieron de la cárcel el 5 de diciembre, quince días después de la muerte de Franco, por el indulto general concedido el 25 de noviembre de 1975 con motivo de la proclamación de Juan Carlos como rey.
Antonio Iglesias asumió entonces la Secretaría del Comité Local de Sevilla y continuó perteneciendo al C. Central el PCE. Poco después fue elegido para el C. Regional, sin abandonar la actividad política en San José y otros pueblos de la comarca. Antonio Gal-ván marchó a Holanda. A su vuelta en 1980 puso en marcha, junto a otros emigrantes, el proyecto agrícola “La Pequeña Holanda”. Juan Cantón, que había vuelto a tener una im-portante actividad política en San José y en algunos pueblos cercanos, se unió al proyecto de Galván en 1982. Falleció el 30 de octubre de 2003.
Rafael Fernández Rodríguez, Pataleto, fue durante 1972 y 1973 responsable de repartir Mundo Obrero con su coche por algunos pueblos de la provincia después del trabajo. Los recogía en Dos Hermanas y comenzaba el reparto. A finales de 1973 sustituye a Francisco Magro Ortiz, de Brenes, como responsable de la comarca.
Leandro
Escudero Segura, en septiembre de 1973, fue enviado a Rumanía para
hacer un curso de formación. Allí estuvo seis meses. A su vuelta
tuvo que estar otros tres meses en París, pues el fusilamiento del
anarquista Salvador Puig Antich (2 de marzo de 1974) aconsejaba no
pasar la frontera. Cuando volvió a España la policía lo sometió a
una se-vera vigilancia. Un día se presentaron en su domicilio, en
San José, le presentaron a su mujer, Antonia García López, una
foto de él y registraron la casa en presencia de dos testigos.
Cuando pudieron, le avisaron a Leandro, quien marchó a Sevilla.
Estuvo escondido hasta que el PCE decidió trasladarlo a París.
Posteriormente se fue Antonia con la única hija, de tres años, que
tenían entonces. Vivieron en Luxemburgo, donde le dieron asilo
po-lítico. Allí les nació su segunda hija, trabajaron en
distintas empresas y participaron en la actividad del PCE en el
exterior: reuniones, rifas y fiestas para recaudar dinero y
parti-cipando en manifestaciones. Antonia recuerda con gran
satisfacción personal, que apa-reció en la prensa luxemburguesa
vendiendo el Mundo
Obrero.
Volvieron en la Navidad de 1975, después de la muerte del dictador.
1. Así lo cuenta Antonio Galván:“Ya que el aparato de propaganda del PCE en Sevilla había sido medio desmantelado por la policía, me piden que me incorpore a propaganda. Juan Cantón (ya fallecido), de San José de la Rinconada, alquila un piso en una barriada de Sevilla y pasa a vivir allí con su familia. Montamos dos multicopistas y las hacíamos trabajar sin descanso. A pesar de que había un estado de excepción, hacíamos y repartíamos a los pueblos y a otras capitales como Cádiz y Huelva: Mundo Obrero, Nuestra Bandera, La Voz del Campo Andaluz e infinidad de escritos, manifiestos, octavillas... Al cabo de un año, aproximadamente, tuvimos que cambiar de sitio todo el aparato de propaganda”
LIBRO: ANTIFRANQUISMO Y LUCHA OBRERA EN LA VEGA MEDIA DEL GUADALQUIVIR 1960-1975 (2024), páginas 14, 15 y 16
(Continuará)
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