DE
LA CLANDESTINIDAD A LA LIBERTAD CONQUISTADA. Antifranquismo y lucha
obrera en la Vega Media del Guadalquivir, 1939-1976 (Círculo Rojo,
2014)
¿POR
QUÉ
HE
ESCRITO
ESTE
LIBRO?
Desde
que
en
1968
leí
Historia
de
las
agitaciones
campesinas
andaluzas
de
Juan
Díaz
del
Moral
(Alianza
Editorial,
1967),
que
aún
conservo
en
mi
biblioteca,
me
ha
interesado
todo
lo
que
los
trabajadores
del
campo,
los
llamados
jornaleros,
han
hecho
en
la
lucha
contra
la
explotación
en
el
campo
desde
principios
del
siglo
XX,
sorteando
todo
tipo
de
circunstancias
económicas,
políticas
y
culturales,
a
la
vez
que
creaban
sus
propios
instrumentos
de
acción,
las
asociaciones
obreras,
y
desarrollaban
su
utopía
y
su
propia
cultura,
influidas
-claro
está-
por
las
ideologías
emancipadoras
de
la
clase
obrera:
el
anarquismo
y
el
marxismo.
En
aquellos
momentos,
mis
amigos
eran
trabajadores
del
campo
y
teníamos
una
clases
nocturnas
para
ellos.
Y
participaba
en
reuniones
clandestinas
en
los
cañaverales
del
Viar
y
en
algún
soberado,
siendo
llamado
al
cuartel
en
una
ocasión.
También
desde entonces me sentí orgullo
de
ser
andaluz
y
ser
un
trabajador
mas,
un
trabajador
de
la
enseñanza,
pues
ya
era
maestro,
aunque
sin
trabajo
en
aquellos
momentos.
Reconocí
que
mi
generación
tenía
una
larga
historia
detrás,
no
estaba
huérfana.
(No conocer la Historia es ser huérfano o hijo de padres
desconocidos).
Muchos
mitos
se
vinieron
abajo,
especialmente
los
mitos
que
el
franquismo
había
metido
a
sangre
y
fuego
en
las
cabezas
de
los
andaluces
(y
de
todos
los
españoles)
a
partir
del
18
de
julio
de
1936.
Mitos
que
aún
siguen
revoloteando
por
ahí
y
dando
que
hablar,
pues
son
siempre
realimentados
por
la
derecha
española.
Bastantes
años
después,
en 2006, comprobé
que
la
esperanza
obrera
quedó
rota,
pero
no
la
pudieron
matar.
Al
terminar
el
libro
Cantillana
II
República.
La
esperanza
rota,
en
su
capitulo
sobre
la
posguerra
comencé
a
observar que
se
dio
una
continuidad
en
la
lucha:
algunos
hombres
que
volvían
de
las
cárceles
de
Franco,
con
arrojo
y
determinación,
seguían
organizados,
vinculados
en
secreto
a
su
organización
política
o
sindical,
aunque
estaban
ya
ilegalizadas,
y
comenzaban
a
organizar
a
otros
hombres
en
sus
pueblos.
Volvían
a
reunirse,
aunque
-eso
sí-
en
total
clandestinidad.
Siembre
hubo
hombres
que
supieron
vencer
al
miedo,
se
sobrepusieron
y
convivieron
con
él
y
no
dejaron
que
los
paralizara.
Los
militares
y
los
fascistas,
con
Franco
a
la
cabeza,
rompieron
en
mil
pedazos,
cual
cristales
rotos,
la
esperanza
de
los
hombres
y
mujeres
de
nuestros
pueblos,
construida
peldaño
a
peldaño
desde
el
siglo
XIX,
pero
no
la
pudieron
matar.
Es imposible que eso ocurra mientras existan seres humanos cuya
rebeldía, transformada en conciencia de lucha, de acción
organizada, sean capaces de unirse a otros y actuar con resolución y
disciplina. Además, en aquellos días recordaba el poema
“Resistencia
del pueblo” de Otto Raúl González, que había leído hacía ya
mucho tiempo en el libro Poesía
revolucionaria guatemalteca
(Ed. Zero-ZYX, 1971). Este poema compara al pueblo con el diamante,
el aire y la luz. Expresa con gran belleza que el pueblo es como el
diamante, porque aunque reciba mil golpes, seguirá siendo diamante,
y que es como el aire, porque aunque lo encierren, seguirá siendo
aire. La comparación con la luz dice así: Asesinad,/
fusilad,/
masacrad,/
ametrallad
al
pueblo,/
habrá
siempre,/
siempre
habrá
pueblo/
Porque
el pueblo es como la luz.
Considero
que
existe
(al menos así lo he visto yo) una
inmensa
laguna
en
todo
lo
publicado
sobre
la
lucha
y
oposición
a
la
dictadura
franquista,
ya
que
apenas
se
dan
referencias
del
mundo
rural,
de
sus
comarcas
y
pueblos
concretos
y
de
sus
personas.
Poco
se
ha
escrito,
salvo
algunas
excepciones
muy
honrosas,
sobre
la
contribución
de
los
pueblos
en
la
lucha
por
la
libertad
y
la
democracia
en
España,
menos
aún
de
la
lucha
por
la
justicia
y
la
mejora
de
las
condiciones
de
vida
y
trabajo
de
los
trabajadores
del
campo
en
los
duros
años
de
la
dictadura
franquista.
Casi
todo
lo
escrito
(y
está
muy
bien)
se
refiere
al
ámbito
urbano,
al
de
las
capitales
de
provincias
o
centros
con
mayor
concentración
de
empresas
y
fábricas,
y
a
las
luchas
protagonizadas
por
obreros
del
metal,
de
la
construcción
y
otros
y
por
los
estudiantes
en
las
Universidades.
Por
último, quiero
dar
voz
y
que
se
conozcan
los
protagonistas
de
la
lucha
antifranquista
y
de
la
acción
desarrollada
en
los
pueblos
y
en
el
campo
para
crear
conciencia
política
y
mejorar
las condiciones
de
trabajo
y
de
vida,
en
la
medida
de
lo
posible,
dada
la
falta
de
libertad
y
con
la
Guardia
Civil,
siempre
vigilante.
Fueron
muchos
los
que
se
jugaron
la
vida,
la
seguridad,
el
pan
y
la
libertad.
Pero
la
rebeldía,
a
pesar
de
todos
los
obstáculos
que
le
quieran
poner,
renace
en
cada
generación
gracias
a
la
semilla
dejada
por
la
anterior,
con
una
continuidad
garantizada
y
lentamente
multiplicada,
unas
veces
más
y
otras
menos.
Pretendo,
por
tanto,
que
no
se
pierdan
definitivamente
los
testimonios
de
los
que
participaron
activamente,
especialmente
los
que
he
podido
conocer
de
ellos
mismos,
ni
tampoco
lo
recogido
en
archivos
(locales, provinciales y nacionales) y
en
las
hemerotecas
(físicas
y
virtuales),
que
en
muchos
casos
dormían
un
eterno
sueño...
Todo
eso
hay
que
salvarlo
del
olvido
para
hacer
que
vivan
entre
nosotros.
¿QUÉ
OBJETIVOS
QUIERO CONSEGUIR?
1º-Deseo
que este libro sea una
aportación,
lo
más
cercana
posible,
al
conocimiento
de
la
lucha
antifranquista
y
del
movimiento
obrero
en
el
campo,
en
la
comarca
de
la
Vega
Media
del
Guadalquivir
(la
comarca
del
Canal),
mi
comarca,
formada por los municipios de Alcalá del Río, La Algaba, Brenes,
Burguillos, Cantillana, La Rinconada, Tocina y Villaverde del Río.
Una
aportación
más
al conocimiento de la Hª social y política de nuestros pueblos y a
la
Historia
del
Movimiento
Obrero
de
Sevilla
y
de
CC.OO.
en
concreto.
2º-El
libro supone un mejor conocimiento del franquismo, de las condiciones
de trabajo y de vida de los trabajadores del campo, del contexto en
el que se desenvolvió la vida de los pueblos, bastante dura, y la
acción de los protagonistas de esta lucha. Y es, por tanto, una
forma de combatir
los mitos del franquismo y contribuir a acabar con ellos...
¡hasta dejarlos en la mar! Todos podemos hacer mucho. Tenemos que
combatirlos con la razón y con la verdad histórica. Romper
ideológicamente con el franquismo es reforzar el conocimiento de la
II República, las aspiraciones y valores republicanos y reforzar
nuestra democracia actual.
3º-Quiero
que sea un homenaje
a
todos
los
hombres
y
todas
las
mujeres,
que
-en
condiciones
muy
adversas-
supieron
mantener
la
dignidad
de
clase
y
enarbolar
una
y
otra
vez
la
bandera
de
la
libertad
y
la
justicia,
de forma pacífica, y
muy
especialmente
a
los
integrantes
de
la
vieja
generación,
pues
casi
todos
ya
han
fallecido.
Ellos
fueron
hombres
y
mujeres,
que
vivieron
–como
todos–
sus
problemas
y
sus
contradicciones,
pero
que
fueron
muy
importantes,
aunque
que
no
aparezcan
en
los
libros
de
Historia.
Fueron
los
portadores
de
la
semilla
que
nos
dignifica
a
todos,
lo
cual
da
vigencia
a
su
testimonio
de
lucha
por
la
libertad,
la
paz,
la
democracia
y
la
justicia,
y
fueron
honrados
y
generosos,
teniéndose
que
jugar
la
vida,
en
más
de
una
ocasión,
por
los
demás
y
por
ellos
mismos,
por
querer
vivir
en
una
atmósfera
distinta,
que
les
permitiera
ser
personas
y
poder
decidir
en
un
clima
de
libertad,
por
lo
que
no
les
importó
perderla,
si
era
necesario,
para
conseguir
la
libertad
para
todos.
Aprendieron
en
la
Universidad
de
la
Vida
y
de
la
Lucha.
Eran,
por
tanto,
autodidactas,
lectores
incansables,
que
asumieron
,
de
forma
natural,
los
valores
que
ya
otros
vivían
y
la
sabiduría
acumulada
de
otras
generaciones
anteriores,
que
supieron
transmitir
a
las
nueva
generación
de
luchadores
incansables,
valientes
y
decididos.
Se
hicieron
cultos
en
la
lucha
contra
el
franquismo:
leyeron,
estudiaron,
aprendieron
a
debatir,
a
dialogar,
a
actuar
con
equilibrio
y
moderación.
Abrieron
caminos
a
la
esperanza
desde
la
solidaridad
activa
con
los
que
les
rodeaban,
con
sus
hermanos
de
clase,
pero
sin
rechazar
a
nadie.
Practicaron
la
democracia
en
sus
pueblos
y
en
el
campo,
en
las
plazas
de
los
pueblos
y
en
los
tajos,
y
en
otros
lugares
donde
trabajaron.
Y
todo
ello,
de
forma
clandestina
o
a
plena
luz
del
día,
si
se
podía,
sacando
fuerzas
de
flaquezas.
Como
me
decían
algunos
de
los
entrevistados,
las
palizas
y
malos
tratos
que
recibieron
eran
nuevos
motivos
para
seguir
luchando
sin
desfallecer.
4º-Por
último,
que
todos
tengamos
una
valoración
positiva
de
la contribución
de los trabajadores del campo, del mundo rural, a
la
conquista
de
las
libertades
en
España.
La
situación
actual
(a
pesar
de
sus
muchos
defectos
y
contradicciones,
que
son
las
propias
de
cualquier
sociedad
capitalista,
no
lo
olvidemos)
es
producto
de
la
lucha
de
miles
de
hombres
y
mujeres
que
desde
la
clandestinidad
(y
algunos
desde
las
cárceles)
alumbraron
la
libertad
y
la
democracia,
conquistaron
derechos,
ampliaron
espacios
y
mejoraron
la
vida
de
todos.
Sin
ellos
la
situación
sería
muy
distinta.
La
actual
democracia
española
(que
no
es
eterna,
ni
perfecta,
y
con
todos
sus
problemas)
y
los
derechos
que
hemos tenido,
no
llegaron
sólo
porque
el
dictador
murió
y
hubo
un
rey
que
comprendió la necesidad de un
cambio,
llegaron
por
la
acción
del
pueblo,
de
los
trabajadores
(los
costaleros
de
la
democracia),
estudiantes
y
ciudadanos
en
general,
de
las
ciudades
y
de
los
pueblos,
organizados
en
partidos,
sindicatos
y
otras
muchas
asociaciones.
Los derechos y las libertades no
han
caído
del
cielo,
son
el
resultado
de
una
larga
lucha
que
ahonda,
además,
sus
raíces
en
siglos
anteriores.
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